Icono del sitio Líder Empresarial

Un solo país, un millón de realidades

El lamentable secuestro y muerte de una ciudadana española en la Ciudad de México centró la atención de la prensa nacional e internacional (para variar) en el tema de la seguridad en México. La prensa española lo ha dejado claro: México no es un lugar seguro para viajar y menos para vivir.

Hace cuatro años, cuando yo hacía prácticas en el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, México era considerado un lugar de alto peligro para viajar, por lo que se recomendaba a los turistas no visitarlo. Cuando la gente me hablaba de México se me antojaba una caricatura en la que todos portábamos armas e íbamos disparando a diestra y siniestra. Yo, como muchos otros mexicanos, intentaba cambiar esa percepción utilizando el (falaz9 argumento: “Eso no pasa en todos los estados, es por zona. Es cosa de tomar ciertas precauciones”. Pero era una total mentira. México sigue sumergido en una lamentable violencia, y lo peor, estamos tan acostumbrados a ella que la hemos normalizado.

Los que estamos en el extranjero queremos, no sé si por amor o por ceguera, justificar o minimizar lo que sucede en México; pero seamos honestos, las cosas no están bien. Vivimos en un mismo México, con millones de realidades.

«Mi México no es el mismo que el de una mujer indígena. Mi México no es el mismo que el de las hijas de Peña Nieto (…) en nuestro país se obtienen derechos en relación a los ingresos»

Nos sentimos orgullosos de tener a uno de los hombres más ricos del mundo, pero ocultamos que la mitad de México vive en condiciones de pobreza y una cifra alta en pobreza extrema. Hacemos alarde del poder adquisitivo que se puede tener con los altísimos sueldos que, si tienes un poco de suerte o influencias, se puede alcanzar. Nuevamente, nos olvidamos de la tremenda desigualdad de ingresos que existe en el país.

Mi México no es el mismo que el de una mujer indígena. Mi México no es el mismo que el de las hijas de Peña Nieto. El México que se vive depende de la situación económica de cada persona, porque en nuestro país se obtienen derechos en relación a los ingresos.

No tenemos garantizada la seguridad. Nuestro Estado es incapaz de garantizar esta mínima función a su cargo. Y no se necesita vivir en Tamaulipas o Ciudad Juárez para vivir la delincuencia. Sí, México se nos está cayendo a pedazos y nos negamos a ver la realidad.

«Me llena de impotencia que no seamos capaces de reconocer la grave situación en la que estamos y que el patriotismo nos venga cada 15 de septiembre, por la noche, mientras oímos canciones de José Alfredo Jiménez y bebemos un par de tequilas»

Dicen que el primer paso para cambiar algo es ser consciente. Y yo creo que es hora de abrir los ojos. Es momento de darnos cuenta que estamos en un punto decisivo para el país. Es tiempo de ver que las cosas no están bien y serán peores. Si realmente queremos a México dejemos de justificar(nos). Seamos conscientes de que vamos por un mal rumbo y que depende de nosotros recuperar a nuestro país.

Me avergüenza y me da rabia la incapacidad del gobierno mexicano para hacer frente a la delincuencia. Me entristece profundamente la impunidad que cobra la vida de personas inocentes, sean nacionales o extranjeras. Me llena de impotencia que no seamos capaces de reconocer la grave situación en la que estamos y que el patriotismo nos venga cada 15 de septiembre, por la noche, mientras oímos canciones de José Alfredo Jiménez y bebemos un par de tequilas.

Si unimos todas esas realidades podremos ver una sola, la verdadera: un México absolutamente desigual que ofrece oportunidades y calidad de vida según la posición social y económica que se tenga. Nos toca construir y exigir a las autoridades un México que permita el desarrollo y crecimiento para todxs y no solo para unos cuantos. Nos toca cuidar de México.

Salir de la versión móvil