Alfredo Ruíz Romero, médico cirujano general y cardiovascular, participó de forma directa en la atención que se le brindó al matador de toros José Tomás, aquel 25 de abril de 2010, cuando el quinto toro de la tarde, de nombre Navegante, le perforó varias arterías, nervios y músculos que pusieron en peligro su vida.
Ruíz Romero nos relata parte de esta aventura, en la cual se unieron varios factores y actores para poder, literalmente, volver a la vida a este torero que, después de cinco años, continúa muy agradecido con estos médicos, quienes son sus ángeles salvadores.
“Estoy en el servicio médico de la Plaza de Toros Monumental de Aguascalientes. Esa tarde, cuando aparentemente todo estaba tranquilo, de repente surgió la tragedia. Por su forma de torear, José Tomás se expone de una manera que muchos no entendemos, él solamente sabe porque se arrima tanto al toro y porque no se mueve, esa es su forma de torear y lo que lo ha llevado a la fama.
Cuando vi la cornada, inmediatamente me di cuenta que era muy grave. Lo vimos en la arena, era muy importante la cantidad de sangre que emanaba de la herida y es ahí donde nos damos cuenta de que era una situación que ponía en peligro su vida. Pasaron algunos segundos antes de que José Tomás llegara a la enfermería, hay muchos videos y evidencias de cómo iba dejando rastro de sangre; pero, afortunadamente, en la enfermería hay gente de mucha experiencia que ha trabajado en situaciones extremas, están habituados a este tipo de eventos y, bueno, yo siempre he dicho que el éxito se debió a un grupo de gente bien preparada, con temple, con la capacidad de enfrentar este tipo de situaciones, ya que uno solo no puede hacer nada. Yo me aboqué al área física en donde estaba el evento catastrófico, pero había mucha gente allí que estaba reponiendo el volumen de sangre que se estaba perdiendo: tenía cuatro vías por donde José Tomás recibía el líquido, tratando de reponer lo que se estaba perdiendo.
Me han preguntado si en algún momento pensé que José Tomás podía perder la vida y les respondo que sí. De hecho, varias de las personas que estuvimos ahí tuvimos ese mismo sentimiento.
Y es que cuando vi la cantidad de sangre que emanaba de su muslo, muy cerca de la ingle, solo pensaba en que José Tomás saliera con vida de este percance; la verdad es que pasó a segundo término preservar la extremidad, dejar una incapacidad que le impidiera, incluso, volver a torear. Afortunadamente, los hechos hablaron por nosotros y después de 15 meses, tomando en cuenta la intensidad de la cornada, volvió a torear.
Tardó en recuperarse porque tuvo una herida muy seria, tenía mucho tejido destruido, mucha musculatura dañada. Su reaparición tardó, la incertidumbre de si José Tomás podía volver a ser el torero que todos conocíamos rodeaba a mucha gente, pero sí, volvió a dar esos pases de arte como si nada hubiera pasado, aunque estoy seguro que con otra forma de ver la vida.
He de mencionar que José Tomás, desde la cogida que le dio el toro hasta llegar a la enfermería, nunca estuvo asustado. De hecho, estuvo consciente hasta que el procedimiento anestésico lo durmió. Iniciamos de inmediato la cirugía, con José Tomás despierto, porque era apremiante detener el sangrado que tenía. Estaba con nosotros su médico de cabecera que tiene alrededor de 13 o 14 años con él; entonces, yo le decía al anestesiólogo que ya tenía que empezar porque no podíamos detener la hemorragia ni con compresión, debíamos abrir y ver qué era lo que estaba sangrando. Cuando le dije al anestesiólogo que ya tenía que hacer la incisión para abordar el área donde estaba el sangrado, por increíble que parezca, José Tomás estaba despierto. Él platica que me vio y me visualizó con mucha seguridad, lo cual hizo que él se sintiera igual de seguro. Estaba ahí a su lado su amigo y compadre, el torero Fernando Ochoa, y yo vi, cuando hice la incisión donde estaba la herida, que se apretaron la mano con una gran fuerza, lo cual denotó que le estaba doliendo, pero sólo había segundos para realizar este acto: si yo me esperaba a que se administraran medicamentos y una cánula para la anestesia, tal vez hubiera sido una mala decisión, la cual hubiera terminado con la vida del torero.
Estuvo consciente mucho rato, sereno, de por sí es una persona muy introvertida, no expresa sus emociones tan fácilmente. Lo que sí puedo afirmar es que nunca tuvo miedo, nunca se desesperó o hizo nada que llamara la atención. Él estaba muy serio, aunque sí pálido, podría decirse que blanco, pues había perdido mucho volumen de sangre; prácticamente se cambió la sangre que él tenía, se le repusieron sus casi 5 litros, en relación a lo que se le aplicó durante toda su estancia en quirófanos.
Otro punto importante a mencionar es el hecho de haberlo trasladado en el momento de la cornada, José Tomás se hubiera desangrado en los pocos minutos que hubiera durado el trayecto. Hay una norma en medicina y en cirugía que dice que no traslade uno a un enfermo cuando no esté estable, entonces, la idea era reponer el volumen de sangre que estaba perdiendo, tratar de parar la hemorragia para ahora sí trasladarlo y completar el procedimiento. Eso fue lo que hicimos y estuvimos en la enfermería horas hasta que él estuvo estable. No quiere decir que después de ese tiempo ya estaba normal, todavía cuando llegamos al hospital Hidalgo aún sangraba, iba un médico oprimiendo la zona donde iniciamos la cirugía, llevábamos muchas pinzas y claps, comprimiendo venas, arterías, músculos y todo lo que sangraba. El traslado se hizo varias horas después, hasta que sus condiciones lo permitieran”.
Ruíz Romero dentro de su labor profesional ha salvado varias vidas, por lo cual expresa que no es el evento más importante en que haya participado: “Aunque se dice que salvar esta vida ha sido lo más importante que me ha pasado como médico cirujano, yo puedo afirmar que no, ha habido muchos otros momentos. Yo trabajo desde el año 91 en el Seguro Social, por las noches, y nos ha tocado atender accidentes, sobre todo vasculares, arterias femorales, siliácas, carótidas, bueno, lesiones en todo el organismo. En ocasiones, hemos entrado al quirófano prácticamente como venimos de la calle porque así lo requiere la emergencia. He atendido policías, gente en la vía pública, en el trabajo, incluso, gente que se rompe el corazón, así como se escucha.
Este evento de José Tomás impactó mucho por la fama que este torero tiene, personalmente siento que nos dejó satisfacciones de otra índole. Mucha gente nos lo reconoció, aunque nuestra labor de diario a veces nadie la ve; pero, igual nos alegra el corazón salvar todo tipo de vidas”.
Un hecho que demuestra el eterno agradecimiento que José Tomás tiene para quienes salvaron su vida es el haberlos invitado a España un par de veces: “nos ha invitado en dos ocasiones: una, en donde dos ayuntamientos de España nos hicieron reconocimientos y otra, cuando él reapareció en Valencia. Ahí nos brindó un toro, nos llamó al ruedo y nos dijo unas palabras que se quedan grabadas en el corazón, demostrándonos su sincero agradecimiento; estas palabras fueron: gracias por volverme a la vida. Un reconocimiento en un ruedo, fuera de nuestro país y sintiendo la manera en que nos lo dijo, de verdad fue muy gratificante”.