Por Carlos A. Cruz A.
Socio Director, M&FI Grupo Consultor
En las últimas semanas la atención en el tema financiero se a centrado en la fuerte depreciación del tipo de cambio, lo que ha distraído la discusión de un tema de igual o incluso de mayor relevancia: el alza en las tasas de interés.
Después de mantener por casi una década tasas cercanas a cero, la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos decidió hacia finales del 2015 terminar con este ciclo, pero no fue hasta mediados de este año cuando el discurso de la FED se endureció y fue tomado con una mayor seriedad: ¡La fiesta del crédito barato ha terminado!
Para los bancos comerciales de todo el mundo, lo anterior significa que será más caro y más difícil conseguir la materia prima de su negocio y para sus clientes esto solo significa una cosa: créditos más caros y en condiciones más precarias.
Es posible que ya se haya dado cuenta que el interés de su tarjeta de crédito ha aumentado, que el costo de una hipoteca ya no es tan barato como hace apenas un par de años o que al momento de renovar la línea de crédito revolvente de su empresa el costo se ha incrementado en un par de puntos, todo eso es cierto, pero el alza que se viene puede superar con creces lo que se ha visto en los últimos dos o tres años.
¿Qué hacer entonces con las deudas de nuestras empresas? Primero: reducir las deudas actuales, sobre todo las de tasa variable. Segundo: cambiar las deudas de tasas variables a tasas fijas, incluso, aunque en el corto plazo las primeras resulten más baratas. Si esto no es posible, pregunta a tu banco sobre derivados de tasa de interés, los cuales pueden cambiar la naturaleza de los créditos asegurando una tasa de interés para el futuro. Estos instrumentos tienen un costo, pero en el mediano-largo plazo se compensará con un menor pago de intereses. Finalmente, debes permanecer informado pues en momentos de grandes cambios como los que estamos viviendo la información siempre será el mejor activo de inversión.