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Un equipo de águilas

reto emprende

Por Humberto Cooley/Catalist Implementing Strategies

Como consultor, me he dado cuenta de que empresarios y directores solicitan perfiles cada vez más específicos, tanto en la experiencia profesional como en el conocimiento técnico, y ya no solo para cubrir posiciones de mandos altos.

Entre las características más mencionadas de los perfiles buscados destacan el liderazgo y el saber desarrollar equipos de alto desempeño y rendimiento.

• Un equipo de alto desempeño es un grupo con un objetivo claro y una ruta para lograrlo. Consiguen los resultados que se han fijado como meta.
• Un equipo de alto rendimiento es aquel que tiene un alto nivel de resultados, va más allá del fin establecido. Son personas motivadas y con alto grado de satisfacción.

Ambos parecen excelentes, pero se oye aún mejor tener un equipo de águilas. Este es el resultado de mezclar en una licuadora, por así decirlo, un equipo de alto desempeño, uno de alto rendimiento y una dosis de actitud.

Como lo describe Mike Singletary, un águila es el componente fundamental de un grupo triunfador, el cual “…está compuesto por individuos que se desempeñan muy bien individualmente; dan su talento, su conocimiento, sabiduría y, sobre todo, su compromiso. Pero se requiere algo más que las contribuciones individuales para perseverar; se requiere valor y madurez para compartir esos talentos a los demás para que todos triunfen juntos”.

Considerando el entorno de negocios actual, para las organizaciones sería mucho más conveniente desarrollar, crear y potenciar equipos de águilas. Por ello, comparto cinco pasos para convertirse en uno:

1. Estar de acuerdo con el objetivo común. Todos deben saber hacia dónde dirigirse para que “bailen con la misma música”.
2. Conocer las habilidades de cada miembro del grupo. Significa poner atención a las necesidades de los compañeros, cuestionarse: ¿cómo pueden las fortalezas de alguien equilibrar las debilidades de otro y viceversa? Todo con el objetivo de compensarse unos con otros, pensando en el bien común.
3. Comunicación efectiva. Los integrantes deberán encontrar el balance para retroalimentarse entre ellos sin ser destructivos, con la humildad de escuchar y aceptar.
4. Perfeccionar las habilidades individuales. Se tiene que ser el mejor en su oficio y no solo tener buenas intenciones de serlo; sin embargo, siempre deberá reconocerse que aún hay cosas por aprender, pues si los conocimientos y habilidades dejan de crecer, el equipo hará lo mismo.
5. Hacer las cosas de un modo consistente. Las habilidades de un individuo deben enlazarse a la perfección con las del resto del grupo. Así, todos compartirán la misma visión, sin ignorar los pequeños detalles.

Por último, Singletary expone que la visión de éxito no debe ser momentánea, sino continua; comparte, en mi opinión, el punto más enriquecedor de su experiencia. Según él, la decadencia de un conjunto se atribuye a que perdieron un timo de fuerza muy particular: “la habilidad de reconocer sus responsabilidades”.

Olvidaron las lecciones que los convirtieron en compañeros. El orgullo, el egoísmo y la complacencia se volvieron sus peores enemigos, se derrotaron ellos mismos al caer en el juego de culpar a alguien más.

“En un equipo cada quien tiene que hacer su parte, todos tienen que saber que su trabajo es el más importante de todos, si alguien tiene un problema… el problema se convierte en problema de todos”.

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