Icono del sitio Líder Empresarial

Torear la muerte, torear la vida: el legado de Don Arturo Torres Landa

Fernando Savater, filósofo y amante de la tauromaquia, dijo alguna vez: “En el toreo está presente la muerte pero como aliada, como cómplice de la vida: la muerte hace de comparsa para que la vida se afirme”. 

Juan Arturo “El Pollo” Torres Landa no fue torero, pero no le ha hecho falta para encarnar la máxima pronunciada por el intelectual español. 

Una tarde, al término de una corrida protagonizada por ‘El Juli’ en su amada Juriquilla, su doctor de cabecera le informó que debía realizarse unos análisis urgentemente, pues los resultados de exámenes previos apuntaban a un diagnóstico preocupante.

No pasaron ni 72 horas cuando Don Arturo recibió la funesta noticia: un tumor inoperable en el hígado. La única opción posible era el trasplante. Estudios posteriores también detectaron un mieloma múltiple, un tipo de cáncer que la ciencia todavía no ha podido curar. 

Ante el panorama lúgubre, “El Pollo” pensó en renunciar a la vida, aquella vida que lo condujo a ser uno de los empresarios más reconocidos, no sólo de Querétaro, sino de todo el Bajío.

Así se lo confesó a su esposa María Guadalupe Urquiza, queretana de pura cepa y madre de sus tres hijos: “Llegó el momento de retirarme, mija… Ya estoy realizado, me tengo que cuidar”, le compartió. 

Poco después, sin embargo, comprendió que esa renuncia contradiría su personalidad. Si El Pollo nunca había sido de los que abandona la corrida en plena faena, ¿por qué habría de hacerlo entonces?

Me dije a mí mismo: Quiero que recuerden que, a pesar de cómo estaba, eché pa’delante. Me niego a irme así, recluido en un reposet esperando a la muerte. Quiero ser un ejemplo para mis hijos, para mi esposa, mis hermanos, mis nietos. Voy a morirme en la raya trabajando”, comenta Don Arturo a Líder Empresarial, en una habitación del hotel Alameda Grand, en Aguascalientes.

La posibilidad de la muerte ha supuesto para Torres Landa un impulso anímico para significar su vida y dejar un ejemplo perdurable a sus seres queridos -un ejemplo marcado por el amor a su familia y el cariño a su patria, justo cómo aquel que le legó su padre-.

Una visión que marcó el camino

Don Arturo es uno de los diez hijos de Teresita García y Juan José Torres Landa, ex gobernador de Guanajuato (1961-1967) y reconocido empresario inmobiliario en el Bajío. De él se puede decir que, más que político, fue un estadista, en tanto el primero “piensa en las próximas elecciones”, mientras que el segundo “en las próximas generaciones”, como dijera Otto Van Bismarck. 

A través de grandes proyectos de infraestructura, Torres Landa impulsó el progreso de los 46 municipios de Guanajuato. Facilitó el desarrollo de las primeras presas, autopistas y obras hidráulicas, lo que cimentó la instalación de la industria en el corredor Irapuato-Salamanca-Celaya.

Veías a mi papá extender un plano y notabas en él su emoción porque por fin juntaría a Apaseo El Grande con Apaseo el Alto con una carretera. Su visión era hacer obras que dejaran un impacto”, rememora Juan Arturo.

“El Pollo” menciona que la visión privilegiada de su papá (“adelantada 30 años a su época”) también visualizaba un crecimiento importante en San Luis Potosí y Querétaro -cuando estos estados apenas asomaban en el panorama industrial de México-. Los proyectaba como un corredor fundamental en la vida económica del país.

Particularmente, Juan José Torres Landa concibió que tanto los ranchos de Jurica como Juriquilla serían piezas clave en el desarrollo de Querétaro. La primera hacienda la compró en 1958 y la trabajó agrícolamente durante una década. En 1968 empezó a fraccionar el extenso terreno (600 hectáreas), levantó un hotel e inmediatamente llegó gente de la capital a vivir ahí. 

En 1969, Torres Landa redobló su apuesta y compró Juriquilla, para convertirla en un polo de progreso.

A lo largo de esos años y en cercanía con su padre, Don Arturo -quien había abandonado la secundaria-, fue formándose una marcada vocación por el trabajo. Laboró en el Banco Mexicano (primero como telefonista, después como contralor de una sucursal) y en laboratorios Syntex como gerente de compras. 

La escuela del banco fue una maravilla porque te hacen ser puntual, debes entregar tu control sin que falte un solo centavo… La disciplina que me dio me sirvió para demostrarle a mi papá que yo, para trabajar, sí era bueno”, comparte “El Pollo”, quien junto a su hermano Juan Germán, acompañaron a su papá en su sueño de levantar Provincia Juriquilla

La recuperación de un sueño

No obstante, los planes de la familia se vieron interrumpidos en 1970 cuando el presidente Echeverría designó a Juan José Torres Landa embajador de México en Brasil.Mi papá se decepciona tanto que vende todo: vende Jurica, vende Juriquilla(…) Nos quedamos sin nada”, explica Don Arturo.

Juan José se despidió de Jurica y Juriquilla. Vendió los terrenos a Don Alberto Bustamante, antiguo socio de la Ciudad de México, quien lo había invitado a construir años antes el fraccionamiento Pedregal de San Ángel en la capital del país. 

Durante más de una década, Jurica y Juriquilla cambiaron de dueños de manera constante: primero Beto Bustamante, después Nacional Financiera, luego Banamex. Finalmente, cayeron en manos de dos familias de empresarios prominentes en México, entre ellos la familia Bremer -que compraron una cadena hotelera que incluía los terrenos de las haciendas ‘de pilón’-. 

A la par, la familia Torres Landa continuó como prolífica inversora inmobiliaria en Querétaro y en la región. No obstante, Jurica y Juriquilla seguían en el centro de la visión de Juan José.

En 1983, tres años después del fallecimiento de su padre, los empresarios le ofrecieron a “El Pollo” la posibilidad de hacerse de nueva cuenta con Jurica y Juriquilla.

“El sueño de mi papá regresa después de haber sido del gobierno dos veces (NAFIN y Banamex, tras la nacionalización de la banca de López Portillo), de Banamex, de Beto Bustamante y de los Bremer”, recuerda Don Arturo. 

Reunió rápidamente a sus hermanos y alcanzaron una oferta satisfactoria para su propósito. 

Para toda la familia fue una satisfacción enorme. Logramos cumplir todo lo que mi papá nos dijo: hicimos parques industriales, el campo de golf, el hotel, centros comerciales, escuelas… Le metimos todo para convertir a Juriquilla en una provincia, pensado para que la gente no tuviera que desplazarse hacia Querétaro, que todo estuviera a su disposición en la misma zona”, pronuncia

A pesar del desenlace afortunado, Torres Landa es claro y enfático al señalar que nada fue gratuito: la familia tuvo que ser valiente y “echarle pa’ delante” para cumplir los compromisos bancarios:

El éxito no es gratuito. Hay que chingarle. Arriesgar. No cualquiera. Yo a los chavos les digo que si quieren tener éxito, primero hay que tener honorabilidad sobre todas las cosas., saber dar la cara. Y se necesita valor, como los toreros”. 

Juriquilla taurina, vitrina para el mundo

Precisamente, el elemento que terminó por catapultar a Juriquilla al plano nacional (e internacional) fue la construcción de la Plaza de Toros, una obra que no estaba planeada originalmente. El hermano del “Pollo”, Juan Germán, lo instó en 1986 a levantar un coso taurino a un costado del hotel, pues la ubicación resulta idónea al estar flanqueada por los cerros. 

Empezamos con una placita de mil gentes, pensando en que fuera un complemento al hotel para convenciones, para diversión… Gracias a la amistad con los toreros, Curro Rivera y Armillita inauguraron la plaza. Quedó tan bonita la fiesta”, detalla Don Arturo. 

A partir de ahí, la Plaza de Juriquilla se consolidó como uno de los recintos taurinos latinoamericanos más reconocidos en el mundo, que constantemente conforma corridas estelares.

Empecé a llevar carteles importantes, gracias a mi relación con los ganaderos y toreros, por lo que fue un boom impresionante: imagínate, lograr el regreso de ‘La Capea’, David Silveti, de José Tomás”, señala. 

Precisamente, en 2014 ‘El Príncipe de Galapagar” toreó por primera vez en México luego de casi perder la vida en La Monumental de Aguascalientes cuatro años antes. El magno evento se organizó para compartir la despedida de los ruedos de su íntimo amigo Fernando Ochoa.

La noche resultó apoteósica, con el español cortando dos orejas a su primer toro en una demostración que llevó a «Juriquilla a la cumbre del toreo con una faena que rayó en la perfección«, escribió la prensa española.

Con 34 años de historia, el coso de Juriquilla se ha posicionado como una plaza obligada para los toreros nacionales e internacionales. Esto ha desembocado, a su vez, en convertir al sitio en un polo turístico que impacta a todo su alrededor. 

Un futuro promisorio

Con medio siglo viviendo en Querétaro, pese a haber nacido en Guanajuato Don Arturo Torres Landa se identifica abiertamente como queretano. Ha observado -y detonado- el crecimiento de una entidad que ha sido calificada como el mejor lugar para vivir en México (y uno de las mejores para establecer negocios). 

No en vano, Financial Times ubicó a la capital queretana como la octava ciudad con mayor potencial económico en el mundo para el ejercicio 2021-2022. 

Querétaro es muy atractivo porque tiene una ubicación envidiable y un clima bueno. Pero ha crecido porque los empresarios que han invertido en la entidad han sido gente buena, gente que quemó naves, además de las  empresas que han echado raíces aquí”, explica “El Pollo”. 

Aunado a lo anterior, el empresario subraya que el estado ha tenido buenos gobiernos. Señala que en estas elecciones la ciudadanía demostró ser un pueblo pensante, pues escogió al mejor candidato para continuar la dinámica positiva que ha registrado la entidad en los últimos años: 

Mauricio Kuri es un empresario exitoso que seguramente nos traerá inversiones importantes en los próximos seis años. Él está muy consciente de que lo que tenemos que brindar para sostener el crecimiento es seguridad, pero no solo en el aspecto público, sino seguridad jurídica: en la tenencia de la tierra, en los negocios (…), garantizar el Estado de Derecho”.

“Querétaro para mí es todo”

Haciendo retrospectiva de su vida, Don Arturo no duda en aseverar que Querétaro representa todo para él. De aquí es su esposa, quien le regaló una familia maravillosa; también aquí ha forjado amistades que durarán para siempre. 

Estoy casado con una queretana. Mis seis hijos, los tres políticos y los tres que tuve con mi señora nacieron aquí. Mis once nietos son de aquí. Mis mejores amigos son queretanos. Imagínate todo lo que le debo a Querétaro”, reconoce.

Pero, ¿y a la inversa? ¿Qué significa el apellido Torres Landa para uno de los estados más prósperos de México? “El Pollo” responde: “Con toda honestidad y modestia, creo que hemos impulsado muchísimo a Querétaro y por eso la gente nos ve con buenos ojos y nos quiere mucho. Hemos hecho desarrollos inmobiliarios importantes, traído inversiones y creado muchísimas fuentes de trabajo”. 

La cuantiosa generación de empleos que ha detonado la familia Torres Landa enorgullece a Don Arturo, quien siempre ha defendido la frase que legó su padre: “Prefiero pagar raya los sábados que cobrar los lunes los intereses en los bancos”. 

Esa no es la única lección que le dejó su progenitor, pues recuerda que su papá siempre reivindicó la máxima de Vicente Guerrero: “La patria es primero”. Estas palabras directrices han conducido su vida como gobernante, empresario y persona.

Aún cuando él nunca quiso inscribir su nombre en una placa de las tantas obras que realizó, no hay ningún municipio en Guanajuato que no lleve su nombre en alguna avenida importante. Esa es una satisfacción especial, porque él decía que lo único que te llevas a la tumba es el prestigio”, afirma

Por un ejemplo perpetuo

Aún con los padecimientos que han mermado su salud, Don Arturo Torres Landa continúa su vida emulando la figura de su padre. Le alienta el objetivo de dejar una imagen luminosa y honorable a sus seres queridos:

Quiero que me vean como un hombre que no tuvo enemigos; que todo mundo se acuerde de mí con cariño. Que cuando vean a mi familia, le digan ‘tú eres hijo del Pollo’. Que mis seres queridos compartan recuerdos bonitos conmigo. Ese sería el orgullo más grande que la vida me pudiera dar”, reflexiona.

Tras una hora de conversación con Líder Empresarial, Don Arturo se levanta y da las gracias.  Debe continuar con su día ajetreado. Inició la mañana en León, Guanajuato, supervisando la construcción de un parque industrial. Ahora se encamina a revisar la remodelación del icónico hotel taurino Alameda Grand. 

A pesar de todo, la enfermedad no ha minado su ánimo. Esperó un año pero logró recibir un donador para su trasplante de hígado. Su oncólogo le ha dicho que el cáncer se encuentra en remisión, aunque las medicinas le aletargan las piernas por momentos.  

Me metieron un aliciente: voy a morirme en la raya trabajando. Por eso sigo aquí, aún con el COVID”, finaliza Don Arturo. Al despedirse, nos hace recordar los versos del poeta español Gabriel Celaya

Y si embiste la muerte
yo la toreo
”. 

Salir de la versión móvil