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¿Tiene futuro la industria automotriz, la gran apuesta de Aguascalientes?

Cuando Henry Ford inventó el legendario modelo T y detonó la producción en serie, nadie se hubiera imaginado que una gran innovación como el automóvil y los efectos que tuvo en el desarrollo urbano, la infraestructura vial, los sistemas de comercio al menudeo y la vivienda, motivara una reflexión sobre su existencia cien años después.

En julio pasado, durante una conferencia en España, el sociólogo y economista Jeremy Rifkin pronosticó que en 20 o 30 años el uso del vehículo al cual estamos acostumbrados desaparecerá. Argumentó que el cambio en los patrones de producción y consumo de energía, la proliferación de la robótica, la masificación y sofisticación de las TIC y una mayor densificación urbana, terminarán por generar una revolución en este aspecto.

“Los jóvenes están evolucionando de la posesión de automóviles al acceso a la movilidad. Es un cambio gigantesco en el concepto de transporte, acelerado por los negocios de coches compartidos. Las empresas sí son conscientes de que cada vez van a circular menos carros: por cada vehículo compartido, veinticinco son eliminados. Los autos representan el tercer productor de carbono. Creo que eso acabará por suprimir el 90% de estos y la inmensa mayoría de los que queden serán eléctricos sin conductor”, dijo Rifkin (El País, julio de 2016).

“Los jóvenes están evolucionando de la posesión de automóviles al acceso a la movilidad. Es un cambio gigantesco en el concepto de transporte, acelerado por los negocios de coches compartidos».

Por consecuencia, la pregunta elemental que debemos hacernos es: si esta predicción se cumple, ¿qué pasará con uno de los sectores estratégicos de la economía mexicana, el cual representa ya más de un tercio del PIB de Aguascalientes?

Además de las razones de Rifkin, hay otras que fortalecen la hipótesis. Una es que la tendencia a la urbanización es imparable en cualquier parte del globo. Hace seis décadas, por ejemplo, en México había solo tres zonas metropolitanas y apenas 20 por ciento de la población vivía en urbes; hoy todo ha cambiado: 80 por ciento de los mexicanos habitan en 59 zonas metropolitanas. Por ende, los patrones de movilidad están cambiando de manera radical y alentarán el uso intensivo del transporte público. Esto ya pasa en las grandes ciudades y explica el éxito de las modalidades compartidas como UBER.

La segunda es que las regulaciones en materia de tránsito se volverán cada vez más estrictas. Varias capitales en el mundo (Amsterdam, por ejemplo) han introducido impuestos para quienes desean llegar con sus vehículos a las áreas céntricas.

Una transición para el estado

De confirmarse esas tendencias, Aguascalientes deberá prepararse para impulsar, en dos o tres décadas, una transición industrial, pues podría enfrentar un escenario en el cual las plantas automotrices producirán menos porque la demanda decrecerá. De ser así, le será necesario promover otras industrias más compatibles con las variables ambientales y energéticas, y probablemente de mayor valor agregado. Sea como sea, el estado debe ingresar ya a una economía del conocimiento; para ello, demandará desde una nueva política de atracción de inversión hasta una revisión rigurosa de los planes de estudio de educación media superior y superior.

El estado debe ingresar ya a una economía del conocimiento; para ello, demandará desde una nueva política de atracción de inversión hasta una revisión rigurosa de los planes de estudio de educación media superior y superior.

También, tendrá que analizar su estrategia de planeación urbana a mediano y largo plazo, en especial la del norte de la ciudad. En el probable caso de que el ritmo actual de crecimiento de las instalaciones automotrices de esa zona baje, deberá imaginar cómo afrontar una eventual disminución de la actividad económica y de servicios. Si bien lejana, la experiencia de Detroit puede arrojar lecciones útiles.

Como lo demuestran muchos sectores y países, los cambios en la economía ocurridos a partir de numerosos factores son vertiginosos e impredecibles. Nadie se hubiera imaginado que las cámaras analógicas, las videocaseteras o los discos de vinilo desaparecerían inesperadamente; que en los años ochenta, China sería el principal competidor de las economías más grandes del globo; o que los grandes imperios de la antigüedad caerían para dar paso al mundo moderno.

Más vale ir pensando que el futuro está a punto de alcanzarnos.

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