Hijo de padres franceses que se conocieron en Puerto Rico, Thierry Blouet ejemplifica la palabra trotamundos. Su padre había llegado para abrir un hotel, mientras que la familia de su madre —tras haber intentado llegar a Estados Unidos sin éxito—, se dedicaba a la importación y maquila de ropa.
Se casaron, nació Thierry y se fueron a Caracas. Luego vivirían en Madrid, Cannes, Nouvelle-Calédonie, Australia, París. Hace 44 años, su padre arribó a México para trabajar en hoteles del ex presidente Miguel Alemán. Quizás fuesen los tríos que escuchaba en la cuna o el contacto con la sangre latina, pero de nuestro país no volvió a moverse de forma permanente. “Yo tengo dos culturas, la francesa y la mexicana”, refiere.
En la infancia, disfrutaba de ver a su madre cocinar. En la adolescencia, hacía “coperachas” con sus amigos y les preparaba algún platillo. Si bien se decantaba por el diseño de espacios exteriores, decidió por apostar por la cocina.
Para entrar al Institute of Culinary Education, se le requería obligatoriamente un año de trabajo en un restaurante; comenzó en el hotel West Inn de Ixtapa, Zihuatanejo, en jornadas de trece o catorce horas diarias. Gracias a su compromiso, le ofrecieron un programa de entrenamiento en la cadena Camino Real (por lo que nunca acudió a la escuela neoyorkina).
En ese periodo de dos años de estudio en Ciudad de México, descubrió la exuberancia de los banquetes y la cocina tradicional francesa en el Fouquet’s de París. Tras un año de trabajar “mañana, tarde y noche” en este último, lo invitaron como chef en Puerto Vallarta.
“Hice concursos de cocina donde representé a México a nivel mundial. En uno de ellos gané el tercer lugar a los 20 o 21 años. Un director de hotel de Puerto Vallarta me dijo: ‘Yo quiero que estés en mi equipo’, y me mandó boleto de avión”, recalca.
Recordando las brisas isleñas de su infancia, se enamoró de un paraíso sin edificios, calles de piedra y gente amable. Por periodos, pidió permisos para trabajar en restaurantes con estrellas Michelin, en Francia, y en The Ritz-Carlton, Chicago.
Hace 31 años inauguró Café des Artistes, sitio icónico de Puerto Vallarta en donde recupera su aprendizaje sensorial, fruto de su vagar culinario y de su interés por el diseño —que abarca textura, color, armonía y composición—.
Su vida se refleja en su cocina: “Me gusta utilizar sabores mexicanos que tienen mucho carácter. Voy poniendo texturas, sabores y colorido mexicano en la cocina francesa”.
Thierry Blouet menciona que Café des Artistes siempre ha gustado a los clientes; sin embargo, es necesario entrar en un proceso de “destrucción y reconstrucción”.
En noviembre se reinaugura la nueva etapa que incluirá muros, cocinas y áreas de clientes nuevas. “Una parte importante de la motivación, del éxito y de tu equipo de trabajo es, después de cierto tiempo, volver a reinventarte”, concluye.