La tecnología y la conectividad han creado un nuevo nicho que, con variantes que van desde el lucro bien organizado hasta el simple compartir para abatir costos, están cambiando la forma de hacer las cosas.
Algunas de estas transformaciones no han sido indoloras o carentes de polémica: un servicio como Uber ha pasado las de Caín en diversas naciones, como España, y en ciudades aguerridas, como el D.F.; pero aún así no se ha podido detener la ola del cambio y muchos tendrán que entender que esta clase de servicios, con sus respectivas apps, han llegado para quedarse.
Y esto no es cosa de juego. Uber ya cotiza en la bolsa y una empresa nueva, idealista y pragmática para rentar alojamiento, llamada Airbnb, en tan solo seis años ha llegado a 190 países y posee un valor de mercado superior al de la cadena mexicana de hoteles más grande. Sus habitaciones van desde pintorescos cuartos compartidos hasta exclusivas casas de lujo, prácticamente para cualquier presupuesto y estilo de viaje, con la posibilidad de interactuar con los anfitriones y conocer las costumbres del lugar al cual se viaja, algo que ningún hotel brinda.
Y otro servicio que crece como la espuma es BlaBlaCar, en el cual distintas personas con el mismo destino comparten gastos de viaje. Aunque aquí no se hace negocio, todos ahorran y cuidan el medio ambiente.
¿Es algo utópico? No, BlaBlaCar mueve en Europa a más de 3 millones de personas al mes (cifra superior a la de la línea de Eurostar) y ya está en Aguascalientes.
Por supuesto, esta transición no ha sido fácil. Taxistas, hoteleros y transportistas consideran a estos servicios como competencia desleal y que no cubre todas las garantías, impuestos y pólizas exigidos por la ley. Por esta razón, no es sencillo para las autoridades regular las compañías de ‘economía colaborativa’, sobre todo cuando no persiguen un fin lucrativo.
Se está ante un reto global, lleno de aristas y que se está dando velozmente, pues cada vez aparecen más servicios de este tipo, los cuales van desde la lavandería, mensajería, cocina, limpieza doméstica, etcétera.