Uno de los inmuebles más icónicos de la ciudad de Zacatecas es el Teatro Fernando Caderón. Este es apreciado por zacatecanos y turistas, además de ser el lugar de reunión de diversos eventos académicos y culturales. Sin embargo, atravesó una amplia historia de cambios para llegar a ser la estructura que conocemos hoy en día.
El inicio de su construcción data en 1832, producto de la necesidad del pueblo de tener un lugar donde realizar los eventos culturales en la ciudad. El lugar para su construcción, aunque amplio, antiguamente perteneció a una cárcel. Los preparativos duraron un año y en 1833 abrió sus puertas con el nombre de Coliseo. Fue hasta 1850 cuando, conmovidos por la muerte del autor jalisciense, se bautizó como Teatro Fernando Calderón y Beltrán.
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En esa época aún contaba con la fachada que conocemos, ni era igual de grande, sino que el terreno ocupado era menor a consecuencia de un incendio que mermó su estructura en 1889 durante los preparativos de un evento denominado “Circo de los animales sabios”. La construcción del nuevo edificio no tardó, inició sólo dos años después de dicho incidente y se concluyó en 189.
El proyecto fue dirigido por el arquitecto George Edward King como encargo del gobernador Jesús Aréchiga. El edificio que vemos hoy en las calles capitalinas imita los cánones de las escuelas italiana y francesa, en un estilo neo-renacentista tanto en la decoración de la fachada como en la construcción tipo herradura.
Aunque todo parecía favorable para la construcción ya que era usado para conciertos, obras de teatro y óperas, en 1914 el destino del Teatro empieza una trayectoria desfavorable. Sobrevivió a la Batalla de Zacatecas pero la explosión del Palacio Federal provocó que sus vitrales y ventanas se destruyeran.
En distintos momentos de la historia cambió de propietario constantemente y se usó para varios fines: cine, peleas de box, de gallos, discursos políticos, entre otros. En resultado, su estructura interior se vio afectada, pero en 1962 se convirtió en sede de lo que ahora es la Universidad Autónoma de Zacatecas, a la cual aún pertenece.
Escrito por Lucía Troncoso
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