En el mundo empresarial ser mujer sigue siendo un gran reto. A lo largo de mi trayectoria sin lugar a duda he sido testigo y protagonista del impacto transformador que puede tener la sororidad en nuestras vidas y carreras.
La sororidad, conocida como ese lazo solidario entre mujeres, trasciende de lo personal para convertirse en una herramienta poderosa. Es una clave para construir redes de apoyo que nos impulsen a alcanzar metas, romper techos de cristal y redefinir las reglas del juego en un sistema que aún lucha por la equidad de género.
En un entorno competitivo, muchas veces se nos ha hecho creer que debemos ver a otras mujeres como rivales. Sin embargo, mi experiencia me ha demostrado que trabajar juntas, desde la empatía y el apoyo mutuo, genera un impacto exponencial. La sororidad empresarial no sólo nos fortalece a nosotras como individuos, sino que también transforma nuestras organizaciones en espacios más inclusivos, colaborativos y efectivos.
Cuando las mujeres nos apoyamos entre nosotras, creamos un efecto dominó de empoderamiento. Esto se traduce en mentorías, alianzas estratégicas, recomendaciones para oportunidades laborales y, lo más importante, un cambio cultural que trasciende generaciones.
Sin embargo, para que la sororidad empresarial florezca, es imprescindible romper con patrones negativos y prácticas desleales que han perpetuado la división y la desconfianza entre mujeres. Estos patrones, muchas veces impuestos por un sistema competitivo e inequitativo, no sólo perjudican a las mujeres de manera profunda en su seguridad, autoestima y productividad, sino que también limitan nuestro impacto colectivo.
Actitudes que ayudan a una cultura de la sororidad
Es crucial abandonar actitudes como la crítica destructiva, la exclusión intencional, la falta de transparencia o premiar la agresividad o la deslealtad bajo el argumento de que son equivalentes a tener carácter, bajo el argumento de “El fin justifica los medios”.
En su lugar, debemos fomentar una cultura de integridad, donde prevalezca el respeto mutuo y el compromiso con el éxito colectivo. Aprender a celebrar los logros ajenos sin sentirlos como una amenaza, y construir relaciones basadas en la confianza y el apoyo, son pasos fundamentales para desmantelar estos patrones.
Reconozco que cortar con estas prácticas no siempre es fácil, especialmente cuando son parte de una cultura arraigada. Sin embargo, el esfuerzo vale la pena. Al hacerlo, nos liberamos de dinámicas tóxicas y abrimos camino a nuevas formas de colaboración que benefician a todas. Esto fortalece el tan anhelado sentido de pertenencia en las empresas, fortaleciendo valores como la integridad, la lealtad y el compromiso.
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La falsa sororidad, un desafío crucial
Un desafío crucial que debemos abordar es transformar la falsa sororidad en verdaderas redes de apoyo. La falsa sororidad, que a veces se manifiesta como un compromiso superficial o una solidaridad fingida, puede ser igual de dañina que la falta de apoyo. Esta dinámica no sólo perpetúa una cultura de desconfianza, sino que también impide que las mujeres experimenten el poder transformador de una red genuina.
El costo de la falsa sororidad en la cultura organizacional es alto. Perpetúa ambientes donde la falta de coherencia y autenticidad socavan y asfixian la colaboración genuina. Por ello, es fundamental identificar y desafiar estas prácticas para reemplazarlas con un verdadero compromiso hacia el apoyo mutuo.
Por ello mi invitación es a reflexionar profundamente sobre nuestras intenciones y acciones. ¿Estamos realmente comprometidas con el éxito colectivo o solo buscamos aparentar apoyo mientras actuamos desde el interés personal?
Crear redes auténticas requiere respeto a la dignidad de las personas, honestidad, lealtad, empatía y un compromiso genuino con el crecimiento de las demás. Es un ejercicio de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, y de priorizar el bienestar colectivo sobre la competencia, principalmente la competencia desleal.
Cuando logramos sustituir la falsa sororidad por conexiones auténticas, abrimos la puerta a una colaboración más significativa y efectiva. Estas redes, basadas en el respeto y la confianza, no sólo nos fortalecen a nosotras mismas, sino que también inspiran a las futuras generaciones a replicar este modelo de solidaridad real.
Consejos para construir redes de apoyo
Estoy plenamente convencida de que crear redes de apoyo no sucede de la noche a la mañana. Requiere intención, compromiso y, sobre todo, generosidad, pero es totalmente posible lograrlo. A lo largo de mi carrera, he aprendido que hay elementos esenciales para construir redes de apoyo sólidas y efectivas:
- Mentoría. La mentoría no debe ser unidireccional. Tanto quienes guían como quienes son guiadas tienen algo valioso que aportar. Este intercambio equitativo enriquece a ambas partes y fomenta un crecimiento conjunto.
- Generar espacios seguros. Las redes de apoyo deben ser espacios donde las mujeres puedan expresarse libremente, compartir sus desafíos, incluso sus vulnerabilidades y celebrar sus logros sin temor al juicio o la crítica. La sororidad también implica alegrarse por el éxito de otras mujeres. Reconocer los logros de nuestras colegas crea un ambiente de confianza y motivación.
- Diversidad y perspectiva. Una red de apoyo poderosa es aquella que incluye mujeres con diversas experiencias, sectores e intereses. Esta diversidad enriquece las conversaciones y abre nuevas oportunidades.
Invitación a las nuevas generaciones
Mi llamado e invitación a las nuevas generaciones:
A las mujeres que comienzan a trazar su camino en el mundo empresarial, les digo: no están solas. Tienen la capacidad de ser las arquitectas de un cambio profundo y duradero. Cada decisión que toman, cada esfuerzo que emprenden y cada obstáculo que superan, tiene el potencial de inspirar y transformar.
Les invito y animo a que busquen y cultiven relaciones significativas y reales con otras mujeres que las inspiren, desafíen y apoyen. Sean activas en redes profesionales, formen parte de comunidades de liderazgo femenino, no tengan miedo de alzar la voz y visibilizar la violencia, y por sobre todas las cosas rompan con el patrón que la normaliza y la premia.
Recuerden que cada paso que den hacia adelante es un faro de esperanza para quienes vienen detrás. Ustedes son las voces que definirán un futuro más inclusivo, las manos que construirán puentes donde otros han levantado muros, y los corazones que seguirán impulsando una solidaridad genuina.
La sororidad empresarial no es sólo una opción, es una necesidad. En un mundo donde los desafíos son numerosos, nuestras conexiones pueden ser la diferencia entre caer y levantarnos con fuerza renovada. Desde mi experiencia, puedo afirmar que juntas somos más fuertes, más sabias y, sin duda, más poderosas.