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Crece el apoyo popular a los ciudadanos que imparten justicia al margen de la Ley.
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Expertos opinan que estas acciones rompen el contrato social y violan los derechos humanos.
Si estás leyendo esto, es probable que seas un usuario asiduo de las redes sociales y que en los últimos días te hayas topado con historias de “justicieros» anónimos, esos sujetos que vengan a los ciudadanos de los actos de los delincuentes. Y algo que puede ser más preocupante: que hayas visto imágenes en las cuales se pide a la ciudadanía no delatarlos. El apoyo hacia este tipo de figuras por parte de un sector de la ciudadanía se ha dejado ver fuertemente en las redes sociales. Con esto, se abre una discusión: ¿es la mejor solución el que las personas impartan justicia con sus propias manos?
Dependiendo del caso, es la intensidad de la justicia vengadora. Tal vez uno de los más impactantes fue el de una comunidad en el municipio poblano de Ajalpan, donde varios de sus habitantes torturaron y quemaron a dos jóvenes por confundirlos con secuestradores de niños. Después se descubrió que solo se trataba de un par de encuestadores.
En las últimas semanas ha sonado otro caso: el “justiciero de La Marquesa”, un hombre que mató a tres jóvenes que se subieron a un autobús que viajaba por la autopista Toluca- México para quitarles sus pertenencias. Después del atraco, el sujeto anónimo (que hay versiones que afirman podría ser un militar o un sicario) esperó a que los jóvenes intentaron bajar del vehículo para matarlos a tiros y regresar a los pasajeros las cosas robadas.
En las redes sociales circulan varias imágenes que piden a la ciudadanía no delatar a una persona que hace justicia por sí sola.
Hace un par de meses, no muy lejos de Aguascalientes, en el pueblo de Tlaquepaque, Jalisco, apareció el cadáver de una persona junto con bolsas de plástico que contenían doce manos. Al lado había una cartulina firmada por un grupo autonombrado “Anti ratas”, quienes se atribuyeron el acto. Los antiguos dueños de esas manos eran seis presuntos delincuentes. Después se comprobó que tenían antecedentes de robo, asalto y narcomenudeo.
El apoyo a lo que los medios han llamado “justicieros anónimos” traspasa las redes sociales. Una encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica a 600 personas de todo el país encontró que el 53% de los encuestados no delataría al “justiciero de La Marquesa” si hubieran estado en el incidente. Sin embargo, solo el 40% se colocaron del lado del vengador anónimo, mientras que la mitad opinó que los justicieros deberían recibir un trato distinto al de una persona que comete un delito.
En las redes sociales circulan varias imágenes que piden a la ciudadanía no delatar a una persona que hace justicia por sí sola y en los comentarios de muchas de esas publicaciones se deja ver el gran apoyo que recibe esta postura: a los ladrones hay que acabarlos.
La intención de combatir el crimen ha hecho que la gente busque alternativas de seguridad. En Aguascalientes, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) dio a conocer a los medios de comunicación el deseo de una comunidad del estado de crear un grupo de autodefensa. Aunque estas personas consultaron primero a la CEDH, a diferencia de los grupos de autodefensa al sur del país, regiones más conflictivas que Aguascalientes, el ombudsman lo consideró como una situación muy preocupante.
¿De dónde surge el apoyo a los «justicieros»?
Para Mauricio Rivera, doctor en ciencia política e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) especializado en derechos humanos, delincuencia y crimen violento, las personas suelen sobreestimar su percepción hacia la delincuencia. Es decir, creen que hay más crímenes de los que en realidad existen. Esto se debe a que los ciudadanos perciben un estado ineficiente en cuanto al resguardo de su seguridad.
«El problema de estos grupos es que aplican un tipo de justicia que rompe el contrato social y lo único que genera es un círculo de violencia del cual es difícil salir».
“En ese sentido, tenemos distintas reacciones ante el problema. Por un lado, en México y en general en América Latina, los ciudadanos tienden a apoyar más medidas represivas y coercitivas, para controlar el crimen. Esto va en detrimento de los derechos humanos bajo la idea de que el estado tiene derecho a cometer abusos hacia los delincuentes, a cambio de tener mayor seguridad pública”, comenta el investigador en entrevista para Líder Empresarial.
Rivera opina que el problema de estos grupos es que aplican un tipo de justicia que rompe el contrato social en el que vivimos y lo único que genera es un círculo de violencia del cual es difícil salir. “Al menos empíricamente, no tenemos alguna evidencia de que estas autodefensas tengan efectos positivos en reducir la violencia y criminalidad. Por el contrario, tiene efectos bastantes negativos”, asegura.
¿Y qué hay de las personas que aplauden las venganzas de los “justicieros”? El investigador dice que se trata de una sensación relativamente generalizada de que los delincuentes son las “manzanas podridas” de la sociedad y hay que acabar con ellos. Pero, ¿a costa de qué? De cometer abusos a los derechos humanos.
“La ciudadanía, en lugar de demandar mayor responsabilidad de los gobiernos para mejorar la seguridad pública debilitan el estado de derecho en un régimen democrático. Este tipo de respuestas no crean instituciones ni generan reformas realmente efectivas para atacar el problema de la inseguridad y la violencia”, comenta Rivera.
“La ciudadanía, en lugar de demandar mayor responsabilidad de los gobiernos para mejorar la seguridad pública debilitan el estado de derecho en un régimen democrático».
De acuerdo con el investigador, antes de fomentar que los ciudadanos impartan su propia justicia, es necesario protestar públicamente por la incapacidad que el estado ha demostrado tener para brindar seguridad pública. También indica que es necesario crear discusiones serias entre el estado y sociedad civil para generar alternativas realistas que reduzcan el crimen. Así que, antes de compartir esa imagen que fomenta los actos vengadores de los «justicieros», habría que pensar: ¿es este el camino para reducir la violencia?