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Solinda: Diversificar para ser invencibles

Ser persistentes ya no es una opción para las empresas que quieren sobrevivir al nuevo paradigma. Sin embargo, para muchas nunca lo ha sido, pues tienen en su ADN la capacidad de resistir las crisis y abrir nuevos caminos con ellas. Ese es el caso de Soluciones Industriales de Aguascalientes (Solinda), una firma experta en el manejo de las crisis, pues incluso su origen se dio a raíz de una situación adversa…

Hace más de ocho años, Víctor González Cervantes fundó esta compañía como producto de una necesidad personal. Por más de 18 años había trabajado en una firma de válvulas y conexiones en la que hizo carrera y consiguió un empleo estable; sin embargo, no fue suficiente para hacer frente a la que, dice, ha sido la peor crisis que ha vivido.

En 2012, su hijo mayor, Christian, enfermó gravemente requiriendo de tratamientos complejos y desgastantes para poder salir avante de su padecimiento. Esto llevó a Víctor a buscar hasta lo imposible para obtener ingresos y salvarlo, pero sólo una fórmula funcionó: emprender.

Tras vender su casa para pagar los medicamentos y el tratamiento de su hijo, invirtió sus últimos 80 mil pesos para comprar una fresadora -máquina para fabricar piezas de alta precisión-. Con ello, inició un negocio prácticamente de la nada, pues si bien ya había trabajado en el sector metalmecánico, la producción de este tipo de piezas era algo nuevo:

“En los inicios de la empresa vi que había mucha necesidad en el mercado de piezas de precisión al que no cualquiera quería ingresar. Ahí decidimos explorar este mercado, metiéndonos en primera instancia en el sector minero para expandirnos más tarde al automotriz”, relata el director de Solinda.

Siendo un desconocido en el mercado, Víctor tocó puertas a pequeñas y grandes compañías. Una de ellas, de origen japonés, se sorprendió de la insistencia con la que el hidrocálido egresado del Instituto Tecnológico de Aguascalientes (ITA) seguía intentando captar su confianza, incluso después de más de un “no”:

“Me regresaban las piezas y yo volvía para tratar de dárselas de la mejor forma. Muchas empresas que competían conmigo se hartaban de la exigencia del cliente, por lo que mi insistencia me llevó a que me dieran la confianza. Me otorgaron más de diez órdenes de compra que me permitieron ganar tres millones de pesos en los primeros meses”, recuerda Víctor.

Con el repunte de Solinda, el empresario se hizo de seis fresadoras en cuestión de seis meses. Gracias a ello, constituyó una empresa formal que se insertó de manera agresiva en el mercado local. Aunado a esto, su hijo superó la enfermedad que tenía, con lo que rápidamente el panorama se transformó para convertir a esta empresa en una de las más promisorias de la manufactura hidrocálida:

“A raíz de la adversidad decidimos potencializar nuestros servicios apostando por las piezas de precisión. Fueron días y noches difíciles, en los que no dejaba de trabajar ni siquiera en la madrugada. Pero todo valió la pena”, refiere.

Innovación, clave de la supervivencia

Difícilmente, Víctor González habría imaginado que una fresadora le abriría la puerta a construir una empresa que hoy emplea a más de 70 personas, ha llegado a facturar más de 108 millones de pesos anuales y cuenta con una infraestructura de primer mundo.

Pero esto no se dio de la noche a la mañana, sino después de una larga lucha respaldada por un equipo apto para adaptarse a los cambios del mercado. Luego de haber arrancado de manera positiva, Solinda enfrentó dificultades con uno de sus principales clientes, viéndose obligada a adquirir nuevos pedidos de diversos clientes:

“Teníamos cartera vencida porque me dejaron de pagar a causa de una crisis que se le vino a la compañía compradora. Sin embargo, capté dos clientes con poca producción y sin querer eso me hizo diversificarme; de ahí llegué a alrededor de veinte clientes que me pedían poca cantidad pero con eso emparejé la producción previa y seguí para adelante”, menciona González Cervantes. 

Uno de esos pequeños clientes requería servicios de automatización a través de máquinas CNC, por lo que Víctor contrató a un proveedor para que lo apoyara con el proceso. Sin embargo, los costos se elevaban y las ganancias eran pocas, lo que le hizo apostar por adquirir su propia maquinaria.

La estrategia resultó tan efectiva, que actualmente Solinda cuenta con 32 máquinas de este tipo. Adicionalmente, la empresa incursionó en otros procesos y tecnologías, diversificando su oferta a varias soluciones industriales como automatización, integración, diseño, fabricación de moldes y troqueles, checking fixtures, racks, herramientas y dispositivos, refaccionamiento de precisión y medición externa con CMM y Brazos Romer.

La compañía también cuenta con un laboratorio de metrología de última generación que integra el servicio de diseño e ingeniería inversa, además de estar respaldada por certificaciones como ISO 9001-2009 e ISO 9001-2015, las cuales garantizan su calidad para convertirse en un aliado estratégico de sus clientes al elevar su productividad y competitividad.

Prueba de ello es que detrás de sus operaciones están las principales OEM del mercado automotor como Ford, General Motors, Honda, Nissan, entre otras, con las que sus productos llegan incluso a naciones como Estados Unidos, Canadá y China.

Como parte de su estrategia para consolidarse, la firma se unió al clúster automotriz Grupo MAEN desde agosto del 2019, donde comparte con empresas de su ramo oportunidades de negocio que le permiten llegar a varias partes de la región y del resto del país.

Ese éxito, destaca González Cervantes, ha sido producto de capitalizar las crisis y convertirse en una opción autosuficiente para sus clientes:

“Como esto, hemos hecho muchísimas cosas a raíz del esfuerzo. Claro que hemos tenido tropiezos, pero de empezar con una fresadora acabamos logrando construir toda una compañía. Las oportunidades llegan, sólo es cuestión de convertirlas en realidad», subraya el fundador de Solinda. 

Con un paso en el aeroespacio

Tras un importante y acelerado recorrido en el mercado automotriz, Solinda se adentró desde 2018 a uno de los sectores más exigentes de la industria global: el aeroespacial.

Luego de participar en el programa de desarrollo de proveedores aeroespaciales de la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDEC) y la Aceleradora Internacional de Empresas Tecnológicas (TechBA), fue una de las 15 empresas seleccionadas para comenzar su proceso de inserción al mercado.

De la mano con su capacidad instalada y sus precios competitivos, rápidamente la compañía captó la atención de clientes como Collins Aerospace y General Electric, con los cuales ya ha entablado conversaciones para establecer una relación de proveeduría entre finales de 2020 e inicios de 2021.

La concreción de los acuerdos con estas poderosas firmas fue un aliciente para que Solinda decidiera apostar por un nuevo hogar: una planta de última generación instalada en el municipio de Jesús María que cuenta con una extensión de 5 mil 300 metros cuadrados y estará dividida en tres alas, cada una destinada a realizar diferentes procesos.

Se trata de una inversión de más de 50 millones de pesos que conlleva la incorporación de nuevas certificaciones como la Norma Aeronáutica AS9100 y la Norma Laboratorio ISO/IEC 17025. De la mano con esto, la compañía hidrocálida busca captar nuevos mercados como el americano y el europeo, ambos potencias en la industria aeronáutica.

Pandemia, ¿momento de oportunidades?

Si hay alguien que ha sabido capitalizar las crisis en oportunidades es Víctor González Cervantes. Desde pequeño, en su vecindad, buscaba la forma de explotar su creatividad y su talento para solucionar problemas. De hecho, era el reparador de la colonia, pues ayudaba a sus amigos a arreglar sus rifles de juguete, sus carros de valero, sus baterías y sus guitarras; él era la mente del vecindario.

El dinero nunca le sobró. Tenía dificultades para pagar su escuela pero trabajando y con el apoyo de sus padres continuó sus estudios en la Secundaria General número 4 y posteriormente en el CBTIS número 168. Al concluir la preparatoria quería convertirse en arquitecto, aunque finalmente el camino lo llevó a formarse como ingeniero industrial en el Instituto Tecnológico de Aguascalientes (ITA).

Esta última etapa de su formación fue sin duda la que definió lo que sería su despegue profesional, pues a sus 17 años tuvo a su primer hijo, Christian, y por amor a él decidió no dejarse llevar por la situación para abandonar los estudios; de ahí que el esmero y empeño en cada una de sus clases no era ni siquiera una opción:

“Son corazas… una coraza que me ayudó a prepararme a los fregadazos, cada quién tiene sus habilidades innatas y la mía ha sido la persistencia. He tenido el temple desde joven y mi hijo Christian influyó muchísimo. Es mi amigo, me llevó a prepararme académicamente y a formar la empresa que tengo hoy. Todo pasa por algo”, rememora el empresario.

Como muchas empresas, Solinda proyecta cerrar el año con una baja en producción y ventas considerable, justo en un momento clave para la compañía. No obstante, para su director esta es tan sólo una más de las batallas que está acostumbrado a vivir, y de la mano con su equipo, confía en que el talento, la capacidad instalada y la calidad de la compañía abrirá nuevas puertas en los próximos meses.

En el corto plazo, la compañía se enfocará en aplicar la productividad a su máximo potencial; a mediano plazo, en fortalecer el ingreso a la industria aeronáutica y el desarrollo de brackets para la industria automotriz y de comercio, para que finalmente, a largo plazo, se consolide como una empresa que pueda manejar internamente todos los procesos de un proyecto de integración de grandes magnitudes:

“Esto ha sido puro trabajo; empezamos de la nada y construimos una compañía de gran escala. La inauguración de la nueva planta de Solinda no es para presumir, sino para demostrar a las empresas nacionales e internacionales que lo que ofrecemos está respaldado por nuestra maquinaria, nuestro equipo y nuestros procesos”, concluye Víctor.

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