“La palabra de Dios dice: ‘Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres’. Esa es la primera libertad, la libertad espiritual; esa comenzó mucho antes para mí”, Sanjuana Maldonado.
Sanjuana Maldonado nació en la localidad Charco Cercado, del municipio de Guadalcázar, en San Luis Potosí. A sus 18 años cambió su residencia para estudiar en el Instituto Tecnológico de Matehuala.
Tres años después, a sus 21 años, Sanjuana fue encarcelada, tras ser acusada de complicidad en un secuestro agravado. Por el caso, recibió una sentencia de 30 años. Un proceso que estuvo manchado de blancos y negros, e incluso, careció de perspectiva de género.
Un ir y venir entre penales, la incertidumbre de su familia, el estrés por no contar con los recursos suficientes para solventar las visitas y la soledad de una celda, marcaron la estancia de Sanjuana.
Con una singular sonrisa y con sabor a libertad, Sanjuana Maldonado y el abogado José Mario de la Garza, arriban a la redacción de Líder Empresarial para compartir esta historia. Rodeada de celdas, arbitrariedad legal e injusticia social, pero también de Fe y resiliencia.
El camino a la libertad
La historia de Sanjuana comienza con un momento que marcó el inicio de su liberación: «El primer jueves, la directora del penal me mostró un mensaje de felicitación del gobernador hacia el Congreso del Estado por haberme otorgado el indulto», recuerda Sanjuana.
Al ver el mensaje, relata, no pudo contener las lágrimas y agradeció a Dios por la bendición de regresar a casa. No obstante, aunque el indulto había sido otorgado en comisiones, aún faltaba la decisión final del Congreso.
El 20 de junio, mientras las y los diputados sesionaban, la directora del penal confirmó la buena noticia: «Quedas en libertad en este momento”, le dijo. Sanjuana describe ese instante como la consolidación de un milagro, “todas mis compañeras y yo agradecimos a Dios”.
Sanjuana estuvo recluida en varios penales, desde Matehuala hasta Ciudad Valles, pasando por la comunidad de “El Xolol” en Tancanhuitz y finalmente La Pila, en la capital potosina. Durante su tiempo en prisión, también desarrolló habilidades y oficios que la mantenían ocupada.
Además, señala, la conexión con Dios y el apoyo de su grupo de oración fueron cruciales para sobrellevar su situación. Sanjuana menciona cómo el trabajo y la oración la ayudaron a mantener la esperanza durante esos años difíciles. «Cada día me decía a mí misma: ‘Mañana me voy, mañana me voy’”, recuerda.
Con esa sensación de esperanza, Sanjuana comenzó a enviar escritos y peticiones de ayuda a todos los que visitaban el penal. En una de tantas, se dio el acercamiento con el abogado José Mario de la Garza y la asociación Perteneces, lo cual fue un rayo de esperanza para Sanjuana.
«Cuando llegó el licenciado José Mario le dije: ‘Ayúdeme’ y él respondió: ‘Déjame checo, Sanjuana, a ver qué se puede hacer’. Eso me dio una esperanza enorme”, relata.
La lucha legal por Sanjuana: una defensa fragmentada
El abogado José Mario de la Garza se encontró con un expediente de 14 tomos lleno de inconsistencias. Sanjuana había tenido múltiples litigantes, lo cual fragmentó su defensa y debilitó su caso, sumado a un sistema de defensoría que no estaba hecho “para contar historias completas”.
Además, no había pruebas contundentes de secuestro, sólo una denuncia anónima y un depósito en una cuenta que Sanjuana ni siquiera abrió, señala de la Garza.
En consecuencia, de la Garza y su equipo trabajaron incansablemente para construir una defensa sólida. Contrataron antropólogas sociales para analizar el contexto de Sanjuana y armaron una petición robusta de indulto, respaldada por 25 organizaciones de Derechos Humanos y 22 mil firmas en la plataforma Change.
La estrategia no solo se enfocó en los aspectos legales, sino también en generar una narrativa coherente y persuasiva que pudiera resonar en la opinión pública y en las y los legisladores. Con ello, el costo político de negar el indulto se volvió muy alto, impulsado por una exposición mediática en los principales medios de comunicación de todo el país.
Tras esta lucha por la libertad, Sanjuana por fin fue liberada el jueves 20 de junio de 2024. A mitad de condena, sin más que una carpeta con su indulto y con profundas ganas de reunirse con su familia.
Reinserción, el principal desafío
Pese a la adversidad, la vida dentro del penal no se detuvo para Sanjuana; ahí se casó y tuvo dos hijos, de ahora siete y tres años, respectivamente. Crecieron separados de su madre y al cuidado de sus familiares.
La liberación de Sanjuana es solo el comienzo de un nuevo capítulo lleno de desafíos. A pesar de ser libre, la sentencia aún afecta sus derechos políticos y la reintegración laboral. «Sanjuana necesita rehacer su vida y eso incluye obtener una identidad y reconstruir su día a día”, menciona De la Garza.
La comunidad, el apoyo de organizaciones y del sector empresarial son cruciales en este proceso, pues está en ellos darle una segunda oportunidad a personas, que como Sanjuana, tratan de abrirse paso en su libertad.
Sin embargo, Sanjuana ya tiene planes claros para su futuro. «Quiero seguir estudiando, estoy pensando en Derecho, para ayudar a otras mujeres en situaciones similares», dice con determinación.
Además, planea montar su propio negocio para tener independencia económica. A esta última se unen los recursos obtenidos con la ayuda de la plataforma Donadora.Org para esta causa.
Ley Sanjuana: un legado de justicia
La historia de Sanjuana ha impulsado además la creación de la «Ley Sanjuana«, una iniciativa que busca establecer un procedimiento claro para revisar casos de sentenciados cuyos derechos hayan sido violados.
La ley pretende crear un mecanismo que permita a otros obtener su libertad sin pasar por un proceso tan arduo y costoso, a través de un sistema de revisión y liberación de casos con violaciones graves a los Derechos Humanos.
Esta iniciativa fue presentada por el abogado José Mario de la Garza y la propia Sanjuana el día después de su liberación. Un paso significativo hacia la creación de un sistema más equitativo y que tendrá el potencial de transformar la vida de muchas mujeres que, como Sanjuana, han sido víctimas de un sistema judicial deficiente.
Finalmente, Sanjuana dice estar enfocada en reconstruir su vida y apoyar a otras mujeres en situaciones similares. Su historia es un poderoso recordatorio de la importancia de la Fe, la persistencia y el apoyo comunitario en la búsqueda de la justicia.
Hoy, Sanjuana comienza de nuevo, armada con la determinación de utilizar su experiencia para ayudar a otros.«Cada día es una oportunidad para seguir adelante y marcar la diferencia», concluye.
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