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Salud y revolución social

“Salud y revolución social” son palabras que marcaron historia en la política laboral de México por el ánimo de victoria que inspiraron en los trabajadores después de la revolución. Una frase que significó el inicio de una nueva lucha por sus derechos y se convirtió en el lema del primer sindicato con carácter nacional: la Confederación Regional Obrera de México (CROM). 

En 1918 se creó este primer movimiento sindical, al que poco después se agregaron organismos como la Confederación de Trabajadores de México (CTM, 1936) y el Frente Auténtico del Trabajo (FAT, 1960). Pero al paso de los años, el sindicalismo fue perdiendo de vista sus preceptos clásicos y con ello, las condiciones laborales del país volvieron a la precariedad.

El estudio Desigualdades del Colegio de México y BBVA Bancomer muestra que tan sólo del año 2000 a la fecha, las oportunidades para acceder a empleos de calidad han disminuido. Salarios, seguridad social y formalidad son indicadores en deterioro, los cuales ya no afectan únicamente a la población de los estratos más bajos, sino que también repercuten en los empleadores y las personas con alta escolaridad.

El Banco Interamericano de Desarrollo ubica a México entre los cinco países con peor calidad de empleo en América Latina, con una calificación de 50.26 (de 100 puntos). Esta media es incluso más baja que la regional (57.12); de hecho, solamente Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala tienen peores evaluaciones.

Andrés Manuel López Obrador y su gobierno han mostrado su intención por mejorar el rumbo. Su primer acción fue aumentar el salario mínimo un 16.2 por ciento, lo que fue señalado por el presidente como una “nueva etapa de la política laboral del país”. Sin embargo, hay quienes afirman que ésta no es una solución real.

El doctor Octavio Martín Maza Cortés, investigador en temas de trabajo, desarrollo social y pobreza por parte de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, refiere que el modelo económico mexicano requiere de estrategias que ataquen de raíz las deficiencias laborales que viven los trabajadores.

“Nadie gana mucho teniendo una sociedad pobre”, destaca el especialista, quien puntualiza que los pobres no están entre quienes ganan un salario mínimo, ya que “hay quienes ganan hasta cinco salarios mínimos y siguen siendo muy vulnerables”.

Para el investigador, este problema no debe verse como un tema que corresponde únicamente al Estado, sino como un conflicto que compete a negocios y a empleados. Por ello, considera importante generar diálogos entre los tres actores aunque, precisa, primero es necesario reconfigurar sus liderazgos:

“Necesitamos contrapesos para que el modelo funcione y todos ganemos. Con sindicalismos legítimos, legales y que realmente representen a sus trabajadores, así como con empresas que sean capaces de escuchar sus necesidades”.

La paz laboral que goza Aguascalientes -en donde se superan los cuarenta años sin huelgas- hace pensar que las condiciones del estado en este aspecto no son tan malas en comparación con el resto del país; pero esa paz es, según Maza, “meramente relativa”:

“Quizá no haya huelgas pero sí existen muchos conflictos individuales y la exigencia al trabajador aumenta constantemente. Su debilitamiento nos hace exigir organismos más competitivos que luchen por hacer conciencia de que si están insatisfechos serán menos productivos. Eso es algo que nos afecta y nos corresponde trabajar a todos”. 

La transformación de un movimiento tradicional 

Jesús Ramírez Pérez, secretario general de la CROM en Aguascalientes, ha apostado por evolucionar el sindicalismo para responder a las necesidades de los distintos actores de la entidad. A través de su movimiento, el líder sindical proyecta resurgir los preceptos que originaron la lucha por los derechos laborales en México desde un nuevo enfoque: la sinergia entre la empresa y sus colaboradores.

“Los líderes sindicales perdieron de vista la verdadera razón de ser y se orientaron por los caprichos del gobierno [] Ahora nos toca ver que no hay peor empleo que el que no se tiene, por lo que las relaciones laborales deben sustentarse en la conciencia de que en la medida en que a la empresa le vaya bien, a los trabajadores les irá mejor”, comenta.

Ramírez Pérez busca que el sindicalismo funja como impulsor de los derechos del trabajador y del crecimiento de las organizaciones atendiendo tres aspectos clave: la responsabilidad y el compromiso con el lugar de trabajo, el incremento de la productividad y la comunicación constante con los actores involucrados.

Sobre el primer tema, explica que es importante promover el cuidado de las herramientas y el lugar de trabajo para que los empleados mejoren su competitividad. “Es esencial despertar conciencia de la importancia de trabajar en orden y con el máximo cuidado de las herramientas que nos confieren… Esto nos ayuda a reducir gastos y a repartir mejor las ganancias”.

En cuanto al segundo aspecto, el nuevo sindicalismo propone mejorar la eficiencia de las compañías, para que así puedan compartir con sus colaboradores los frutos de su fortaleza y estabilidad. “No hacerlo así sería equivocado, los trabajadores se quedarían sin fuente de empleo, con todo lo negativo que eso significa. Debemos impulsar su crecimiento constantemente”.

En lo que respecta a la comunicación, la CROM busca mejorar los canales entre empresarios y empleados para mediar cualquier conflicto “desde casa”. “Hablar de la forma correcta con la persona correcta para solucionar a tiempo algún conflicto, brinda la oportunidad a sindicatos y empresas de dirimir en casa las diferencias y llegar lo antes posible a soluciones estables a los problemas”.  

Los retos del sindicalismo 

El ecosistema laboral de Aguascalientes atraviesa por un momento positivo. La cantidad de empleos formales generados en 2018 ascendió a los 16,000, la productividad pasó de 185 a 192 pesos por hora, la pobreza laboral se redujo de 37.1 a 34.7 por ciento, mientras que la informalidad descendió de 41.3 a 40.6 por ciento.

Pero ese contexto debe ser acompañado por una proyección laboral a largo plazo, según indica Jesús Ramírez, quien afirma que pese al buen desempeño del estado, hay temas en los que se debe de poner mayor atención; entre ellos, las políticas del nuevo gobierno federal: 

“Sigue habiendo mucha expectativa sobre lo que va a pasar. Este cambio de paradigma abre la posibilidad de romper el monopolio sindical que predominó en nuestro país, pero también de que organizaciones sindicales serias llenen los huecos que dejará una transformación como la que se está impulsando”.

El investigador Octavio Maza comparte esa perspectiva. Comenta que la reconfiguración de México con la “Cuarta Transformación” implica compromisos muy complejos –entre ellos, el bienestar de los colaboradoresque de no cumplirse pueden provocar reacciones violentas.

Para evitar ese escenario, considera que los nuevos sindicatos pueden fungir como un contrapeso importante. “Hay que pensar en qué es lo que tiene que transformar el Estado mexicano y entender que estamos en un momento de desconcierto. Quizá los trabajadores no reciban lo que les prometen, pero sí pueden tener un líder que luche por sus condiciones… Eso les dará mayor calma”. 

Experiencia y juventud, clave del crecimiento 

En su búsqueda por incorporar el nuevo sindicalismo a las empresas, la CROM ha combinado la experiencia de su organización con la juventud y el conocimiento de sus nuevos líderes.

Esa fórmula inició en Aguascalientes en 2015, después de que Jesús Ramírez Pérez tomara las riendas del organismo que dirigió su padre Jesús Ramírez Ramírez por más de 15 años.

El nuevo dirigente de la CROM se ha apoyado en el líder nacional Rodolfo Gerardo González Guzmán, bajo la filosofía de ser empático con las empresas y cambiar la percepción que se tiene del sindicato, el cual no es un enemigo, sino un aliado:

“Hay que ponernos a trabajar para darle una diferente imagen al sindicalismo. No fijarnos en desestabilizar la paz laboral, sino en apoyar a los trabajadores para crecer en sus empresas. La CROM está preparada para lograr esta fórmula; tenemos organización y una gran libertad sindical”.

El sindicato ha formado alianzas con organismos como el Servicio Estatal de Empleo, el Club Rotario y algunos despachos legales para ofrecer mejoras en el ecosistema laboral del estado. Éstas van desde asesoramiento y seguimiento a las necesidades de los colaboradores hasta capacitación y formación académica:

“Nuestro interés va incluso más allá de los temas laborales. Hemos atendido temas de todo tipo, formando alianzas estratégicas para asesorar correctamente a nuestros trabajadores. Nos interesa que se mejore de raíz el tejido social en Aguascalientes”. 

Por el pez gordo de la industria  

Una de las apuestas a futuro de la CROM es insertarse en la industria automotriz -la cual representa alrededor de 40,000 empleos en Aguascalientes- para mejorar las condiciones de trabajo sin descuidar el crecimiento del sector. Jesús Ramírez explica que actualmente esta industria es dirigida únicamente por un sindicato (CTM), lo que, detalla, limita las mejoras del esquema laboral en el estado:

“Queremos apoyar y rescatar la relación de estas empresas con sus trabajadores. Hay muchas quejas y comentarios que nos han llegado sobre ello, por lo que apoyar a ambos actores marcaría un parteaguas para la revolución laboral que necesita Aguascalientes”.

El 26 de marzo, la CROM realizó su convención estatal en compañía de los líderes de distintas partes del país para generar conciencia sobre su nueva visión del sindicalismo. En el encuentro también fijaron las acciones para atender las necesidades de sus agremiados (más de 8,000 en la entidad) e incluso de quienes aún no tienen alguna representación:

“Queremos que cualquier trabajador sienta la confianza de acercarse a nosotros. Lo que queremos transmitir es que no somos un sindicato rojo ni guerrillero. Representamos el nuevo sindicalismo, una manera de negociar en beneficio del crecimiento de Aguascalientes”.

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