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Saltar para liberarse: Manuel Elizalde

Aventurero y amante de las actividades al aire libre, Manuel Elizalde encontró en el paracaidismo una experiencia liberadora que lo motivó a fundar el Club Potosino de Paracaidismo A.C. para así compartir la emoción con otros entusiastas de los deportes extremos.  

Es ingeniero en Sistemas Computacionales por el Tec de Monterrey y director general de Tunna Industrial, pero desde su juventud ha disfrutado del contacto directo con la naturaleza al incursionar en escalada de montaña, espeleología, senderismo y buceo. 

Su espíritu aventurero lo impulsó a probar un salto en paracaídas para apoyar a un grupo de scouts y traer un instructor foráneo capacitado para enseñar diversos ejercicios que son imposibles de ejecutar en tierra. 

La experiencia es única, dice, porque es como volar por varios segundos en el aire, pero sin sentir la fuerza de la gravedad que mantiene al cuerpo pegado al suelo. En caída libre, el cuerpo está completamente libre y suelto por la sensación de perder todo el peso corporal, algo que no se puede experimentar de otra forma.

Trayectoria en las alturas 

Una vez establecido formalmente el Club, Manuel y su equipo se aseguraron de obtener los permisos ante las autoridades aeronáuticas para atraer a más entusiastas que practicaran este deporte extremo en San Luis Potosí. Al mismo tiempo, le ayudó a completar el curso de paracaidismo AFF de siete niveles, el cual es necesario para realizar un salto en solitario. 

Después se capacitó en México y Estados Unido para participar en saltos de exhibición con aterrizajes en el Parque Tangamanga, la Feria Nacional Potosina (FENAPO), el Autódromo San Luis 400, así como el Súper Óvalo Potosino, el Club Deportivo Potosino y el Aeropuerto Internacional Ponciano Arriaga de San Luis Potosí. 

Su primer salto, relata, ha sido también el más desafiante de su carrera como paracaidista por las intensas emociones que lo acompañaron durante la ejecución de maniobras, ya que no admitían margen de error.

Se enfrentó a una altura baja (mil 200 metros sobre la pista de aterrizaje), un clima adverso y un tiempo limitado; pero logró desplegar la publicidad después de abrir el paracaídas y dirigirse hacia la zona de aterrizaje durante el espectáculo de la Copa Marlboro en el autódromo del Parque Tangamanga II. 

La tranquilidad para hacer lo requerido en muy poco tiempo y la emoción de realizar un salto de exhibición solo, aterrizar a pocos centímetros del lugar marcado para el aterrizaje frente a las autoridades presentes, pilotos, público y lo más importante, frente a mi familia me permitió atesorar este salto como uno de los mejores que he realizado”, destaca. 

Serenidad mental en el proceso

Consciente de practicar una actividad de grandes riesgos y desafíos, Manuel Elizalde revela que mantener una serenidad mental es el factor clave para practicarlo de forma segura y eficaz. 

Para estar mentalmente preparado, adopta una rutina minuciosa previo a cada salto de exhibición. Primeramente, duerme a buena hora un día antes del gran evento para después alimentarse de un desayuno ligero, sumado a ejercicios de calentamiento. 

Un par de horas antes del salto, él y su equipo revisan la planeación del salto con los organizadores y equipo de apoyo en tierra. Nuevamente, vuelven a revisar los puntos de seguridad del equipo para asegurar que todo funcione correctamente antes de subir al avión.

En el despegue y ascenso de la aeronave, mentaliza el salto y practica algunos ejercicios de relajación mental.

Por último, me aseguro de que la cámara esté encendida y me coloco los lentes. A partir de ahí, a disfrutar el salto

Afirma que el salto en paracaídas demanda las mismas habilidades que la dirección de una empresa: ambas requieren objetivos claros, una planeación previa, recursos necesarios para la ejecución, así como la evaluación para la mejora constante.

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