Rossana Reguillo es una investigadora que ha conjuntado la teoría y la práctica con una vocación política activa. En el marco del evento del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC) Aguascalientes 2024, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), impartió la conferencia magistral “Laberintos y conjuros: pensar las violencias desde la comunicación”.
La profesora del ITESO y activista fundadora de Signa Lab, “espacio interdisciplinario en el que generamos conocimiento, metodologías y herramientas para la comprensión multidimensional del mundo sociodigital”, según se describe en su página, dio inicio a las actividades del CONEICC 2024, tras la inauguración oficial. En esta, estuvieron presentes la doctora Sandra Yesenia Pinzón Castro, rectora de la UAA; Francisco Javier Pérez Rodríguez, presidente del CONEICC; Ana María Navarro Casillas, jefa del Departamento de Comunicación de la UAA, entre otras personalidades.
Acompañada de la doctora María Rebeca Padilla de la Torre, investigadora perteneciente al cuerpo académico de la de la UAA y parte de la H. Junta de Gobierno, Rossana Reguillo comenzó su intervención destacando que, entre todos los posibles personajes que podría ser, en esta ocasión habitaría “la mala” Reguillo —en una referencia a la cantante “la Mala” Rodríguez que sacó risas en el auditorio—.
Ante un público de futuros egresados de carreras de Comunicación provenientes de Querétaro, Ixtlahuaca, Morelia, Jalisco, Zacatecas y Aguascalientes, la investigadora realizó una invitación a pensar los laberintos y conjuros en torno a las violencias en la comunicación.
“La paz no es una cultura, es una condición de posibilidad”
En el marco del CONEICC 2024, que lleva como título rector “Comunicar para una cultura de paz”, Rossana Reguillo —quien destaca por desmontar construcciones sociales en torno a las juventudes, el espacio urbano o las redes sociales— cuestionó el sentido de la cultura de paz.
El término, cultivado por la ONU, se ha popularizado como un paradigma para la intervención en segmentos vulnerados y como un estandarte para la reconstrucción del tejido social. Sin embargo, Reguillo invitó a pensar que “la paz no es una cultura, sino una condición de posibilidad”.
Tras citar el ejemplo de cómo Kublai Kan explica a Marco Polo en Las ciudades invisibles de Italo Calvino, que “quien comanda la comunicación no es el habla, es la escucha”, invitó a no pensar la paz desde términos occidentales, sino desde dos posibilidades: laberintos y conjuros.
Laberintos de la paz
Ante la emergencia y preocupante aceptación por algunos sectores de lo que llamó “dispositivos de captura y control”, como la estrategia seguida por Bukele en El Salvador, señaló cómo, para estos modelos, los Derechos Humanos “son un estorbo”.
De tal forma, reconoció la dificultad de lograr y sostener “una cultura de los Derechos Humanos” que se ha construido a base de años y años de esfuerzos y resistencia. Destacó el papel de las palabras como campo de batalla en que se disputan sentidos y narrativas. A su vez, propuso suertes de mapas para (intentar) salir del laberinto.
Conjuros y contramáquinas
Reguillo ha teorizado sobre las formas de resistencia micropolítica. Parte de su investigación se centra en los ejercicios “a ras de tierra” y los “dispositivos que arrebatan a las máquinas de matar”. Para ella, la comunicación es una forma de disenso.
Siguiendo las investigaciones de Jacques Rancière, señala que la paz no es fruto de un consenso, sino de un disenso: un espacio en el que convivan voces que no necesariamente se pongan de acuerdo. Aún más, el conflicto es necesario.
Para los futuros comunicadores, Rossana Reguilllo recalcó que la comunicación puede evidenciar los conflictos y ser una “interrupción necesaria del orden dominante”.
La comunicación como una forma de interpelación
Para Rossana Reguillo, la comunicación es un mecanismo de conexión y vinculación que asume el disenso. De manera práctica, compartió una serie de operaciones posibles para una mirada de la comunicación más compleja y activa:
- Desmontar – volver inútil la opción por la violencia.
- Desanclar – Interrumpir las pasiones tristes.
- Narrar contra la violencia y lo atroz – Contar para restituir la humanidad.
- Hacer memoria.
- Crear estéticas de la intervención. Recopiló ejemplos de colectivos que desde el arte ponen al disenso y a la memoria en el centro.
De manera divertida y certera, la investigadora que ha dedicado muchos de sus escritos a los jóvenes, interpeló a los asistentes del CONEICC y público en general. Puso sobre la mesa el sentido de “hacerse cargo”: tomar responsabilidad de lo que nos compete y lo que nos rodea.