Pocos descubren, siendo tan jóvenes, aquello que los hace vibrar. Los afortunados que lo hacen no dudan, se lanzan a perseguir sus sueños. Así le sucedió a Rogelio Flores, un bailarín hidrocálido que en la adolescencia se entregó a su pasión más grande: la danza.
Convencido de que quería profesionalizarse en el street dance, se mudó en 2006 a la ciudad de San Francisco, Estados Unidos. Tenía apenas 18 años. Tiempo después, viajó a Nueva York, donde aprendió un nivel más estructurado de baile y algo que más tarde le sería de gran ayuda: manejar de forma adecuada compañías y estudios de danza.
Al volver a México, en 2008, fundó “Beyond The Groove”, un grupo de jóvenes apasionados del baile. Cinco años más tarde lo convirtió en un estudio. Hoy, es uno de los sitios más completos en Aguascalientes para aprender y practicar el street dance.
Con una plática que fluye igual que sus pasos improvisados, Rogelio nos cuenta cómo es ser un bailarín con carácter.
Líder Empresarial (LE): ¿Cuándo supiste que tu pasión era bailar?
Rogelio Flores (RF): A los 13 años. Fue muy drástico, estaba muy dedicado al fútbol, clavadísimo. De un día para otro, empecé a ver en la televisión comerciales y videos de gente que bailaba break dance. Yo tenía mucha curiosidad, me gustaba lo que hacían, cómo se veían, su estilo, su ropa. Mis papás y mis entrenadores me decían que no dejara el fútbol, pero de un día para otro tomé la decisión. Dije: “ya no quiero jugar fútbol, ahora quiero hacer esto”. Y tengo 16 años dedicándome a la danza.
«Hay cosas que no se pueden sacar con palabras, pero sí bailando. Es un estado de conciencia diferente» |
LE: Además de la danza, ¿hay otra cosa que te gustaría hacer?
RF: Estoy totalmente convencido de que me voy a quedar en la danza. Aquí pertenezco. Aunque tengo ganas de formar un grupo de funk cuando sea más grande, un grupo de viejitos tocando funk.
LE: ¿Quién te inspira?
RF: Al principio, yo solo bailaba por hobby. Mi hermana me sembró las ganas de estudiar la danza de una manera más formativa. Ella fue la que me hizo pensar que debía hacer las cosas de una forma adecuada, si quería dedicarme a esto por mucho tiempo. Falleció hace siete años y ahora sé que la danza fue lo mejor que me dejó. Ella es mi motor.
LE: ¿Qué es lo que más te gusta de ti como bailarín?
RF: La capacidad de análisis que tengo, no solo en la cuestión de movimiento sino en hacer toda una investigación de por qué lo hago, de dónde viene lo que hago. A través de todo eso, puedo apoyar a las nuevas generaciones. Creo que he logrado la madurez para buscar que mi gente crezca, no solo yo. Me gusta ayudar a otros a cumplir sus sueños.
LE: ¿Qué ocurre en ti cuando estás bailando?
RF: Son muchas cosas: estás en un punto de concentración, disfrutando, dejas que la música te mueva como ella quiere a través de sus vibraciones. Siento mucha paz, me siento bien. Hay cosas que no se pueden sacar con palabras, pero sí bailando. Es un estado de conciencia diferente.
LE: ¿Cómo es ser un bailarín en Aguascalientes?
RF: Hemos roto muchos paradigmas, cambiado un poco la mentalidad de que la danza es para mujeres. Al inicio fue complicado, vengo de una familia un poco conservadora. Me decían: ¿de qué vas a vivir?, ¿para qué bailas? O me preguntaban si era gay. Nunca me importó, lo superé muy rápido. Tuve el apoyo de mi hermana y luego convencimos a mis papás. Es difícil porque no hay mucho de eso, no lo ven como algo natural. Yo creo que podemos cambiarlo. Alguien tenía que empezar, y si podemos contribuir al cambio, aquí estamos.
LE: ¿Qué escenario sueñas pisar?
RF: La arena del Campeonato Mundial de Hip Hop en Las Vegas, como finalista. Hemos ido al campeonato; sin embargo, no llegamos a la final. También podría decirte que Broadway o escenarios muy grandes, pero estoy enfocado en esta meta [Las Vegas] a mediano plazo. Soy muy soñador, pero voy por pasos.