Las crisis son inevitables en el mundo empresarial. Desde disrupciones económicas hasta pandemias globales, las empresas enfrentan desafíos que ponen a prueba su estabilidad, estrategia y liderazgo. A lo largo de mi trayectoria, he enfrentado múltiples adversidades en diversas industrias. Y he aprendido que lo que define a una organización no es la crisis en sí, sino la capacidad de sus líderes y equipos para adaptarse, innovar y salir fortalecidos: la resiliencia.
Y es que es importante que al hablar de resiliencia pensemos más que una cualidad, en una cultura. Y es que, en este sentido, la resiliencia empresarial no es sólo la capacidad de resistir la adversidad, sino de evolucionar a partir de ella.
En mis años de liderazgo, he comprobado que las organizaciones que sobreviven y prosperan en tiempos difíciles comparten un rasgo común: una cultura de resiliencia donde cada miembro del equipo entiende su propósito, confía en sus habilidades y se siente parte de algo más grande.
Pilares de la cultura de resiliencia
Desde mi punto de vista, la clave para desarrollar esta cultura radica en tres pilares fundamentales:
Liderazgo inspirador y empático
Un equipo fuerte necesita líderes que comuniquen con transparencia, fomenten la confianza y se mantengan firmes en los valores de la organización. En tiempos de crisis, he aprendido que un líder resiliente no es aquel que lo sabe todo, sino el que sabe escuchar y actuar con empatía.
Cuando inicié la reingeniería de mi empresa, tuve que tomar decisiones rápidas sin perder de vista la moral del equipo. Fomentamos reuniones abiertas y honestas donde todas podían expresar preocupaciones y aportar soluciones. La clave fue demostrar que cada voz importaba y que juntas podíamos superar cualquier reto.
Adaptabilidad y aprendizaje continuo
La rapidez con la que una empresa puede reinventarse es lo que marca la diferencia entre el fracaso y el éxito. En la industria de la salud y la belleza, vi de primera mano cómo un cambio repentino en el mercado digital obligó a transformar nuestro modelo de negocio.
En lugar de resistir el cambio, decidimos aprender y evolucionar. Implementamos un sistema híbrido que permitió a nuestros clientes acceder a productos y servicios de manera virtual (que dio lugar al uso del catálogo digital y un mundo de nuevas posibilidades para acceder a nuevos clientes), asegurando la continuidad del negocio y, sobre todo, el bienestar de nuestras representantes.
Comunicación clara y colaborativa
En momentos difíciles, la incertidumbre puede ser el peor enemigo de un equipo. La mejor forma de combatirla es con información clara y accesible. En un proyecto de ingeniería de riesgos, recuerdo cómo la incertidumbre regulatoria generaba miedo y resistencia.
Implementamos un sistema de comunicación interna donde cada semana los equipos podían expresar inquietudes y recibir actualizaciones, lo que nos permitió también abrir nuestra mente a nuevas posibilidades de generar negocios (Cross-Sell). Esto no sólo redujo la ansiedad, sino que fortaleció la confianza y promovió soluciones creativas y efectivas.
“Un equipo fuerte no es aquel que se enfrenta a los problemas, sino el que sabe cómo responder a ellos con unidad y determinación”.
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Seleccionar equipos con resiliencia
Pero, ¿cómo seleccionar y desarrollar talento con mentalidad resiliente? A lo largo de mi carrera, aprendí que la resiliencia no siempre es evidente en un currículum, pero sí en la actitud y en la manera en que una persona responde a los desafíos.
Para identificar talento con mentalidad resiliente, presto especial atención a:
- ¿Cómo reaccionan ante el fracaso? Durante entrevistas, suelo preguntar sobre un momento en que enfrentaron una gran dificultad. Aquellos que hablan de lo que aprendieron y cómo crecieron, en lugar de simplemente describir el problema, demuestran una mentalidad resiliente.
- Capacidad de encontrar soluciones. Recuerdo el caso de un candidato para una posición clave en la industria de la belleza. No tenía toda la experiencia técnica, pero durante el proceso mostró una gran capacidad para analizar problemas y proponer soluciones creativas. A mitad de la entrevista le pregunte si había traído consigo sus tenis y si estaba listo para correr, a lo cual me contesto con una gran sonrisa y sin titubear o quejarse de no haber recibido antes esa indicación, que no los traía con él, pero que si era necesario hasta sus zapatos se podía retirar. Lo contratamos y, con formación y apoyo, se convirtió en un líder clave para la expansión del negocio. Hoy, algunos años después, me llena de orgullo ver lo lejos que ha llegado y soy testigo de sus éxitos ocupando una posición como gerente nacional de cuentas retail en la industria dermatológica
- Actitud positiva y compromiso. Para ello es clave identificar personas que, a pesar de la presión, mantienen una actitud de servicio y una disposición a colaborar. Gracias a que se les brindaron mentorías y herramientas para manejar el estrés, hoy muchos de ellos lideran nuevas iniciativas dentro de la organización.
Resiliencia, valor central de las empresas
Fomentar la confianza y la autonomía es fundamental, ya que la resiliencia no se impone, se construye a partir de la confianza mutua. Un equipo que comprende el impacto de su trabajo es un equipo inquebrantable.
En la industria automotriz, por ejemplo, implementamos una estrategia de reconocimiento donde cada asesor profesional de ventas en las Agencias podía ver cómo su trabajo contribuía al éxito global de la empresa. Esto creó un sentido de pertenencia que fortaleció la moral y la productividad.
Las crisis pueden ser catalizadores de innovación y crecimiento si las enfrentamos con la mentalidad correcta. Cada desafío que he vivido en mi carrera ha sido una oportunidad para identificar fortalezas ocultas, desarrollar nuevas estrategias y construir equipos más sólidos y preparados.
Hoy más que nunca, las empresas deben apostar por la resiliencia como un valor central. Porque en un mundo donde el cambio es la única constante, sólo aquellas que saben adaptarse, fortalecer sus equipos y evolucionar saldrán verdaderamente victoriosas. Lo he visto una y otra vez: las empresas más fuertes no son las que evitan la adversidad, sino las que la utilizan como trampolín hacia un futuro aún más exitoso.
Te invito a reflexionar: ¿Qué tan resiliente es tu equipo hoy? ¿Estás fomentando una cultura que transforme la adversidad en oportunidad? La próxima vez que enfrentes un desafío, en lugar de preguntarte “¿por qué está pasando esto?”, pregúntate: “¿cómo podemos crecer a partir de esto?”.
El reto es claro: construye una organización donde la resiliencia no sea sólo una reacción ante la crisis, sino una mentalidad arraigada en cada decisión, en cada estrategia y en cada miembro de tu equipo. Porque las empresas que entienden esto no solo sobreviven, sino que lideran el futuro.