Icono del sitio Líder Empresarial

¿Quién va a ganar el 1º de Julio?

 

Las elecciones federales de 2018 en México son catalogadas ya como un evento histórico en muchos aspectos,especialmente por su tamaño y por el número de ciudadanos que tienen la posibilidad de participar en ellas.

El próximo domingo primero de julio más de 3 mil 400 cargos públicos serían votados por más de 89 millones de mexicanos; ambas cifras representan niveles máximos para cualquier elección federal que se haya celebrado en nuestro país.

A pesar de que en estas elecciones se definen cargos públicos en todos los niveles de gobierno, mi comentario en este texto estará enfocado únicamente hacia la elección presidencial, la cual considero que no tiene todavía a un ganador definido y que tiene además diferentes resultados posibles.

A continuación explico las dos razones que me han llevado a formar esta idea.

Las encuestas electorales teóricamente buscan representar las preferencias ciudadanas por algún candidato o partido político dentro de un espacio de tiempo definido, de tal manera que dirigentes de partidos y estrategas políticos cuenten con más y mejor información que pudiera ser útil para el diseño de las campañas. Sin embargo, se cree que en ocasiones los resultados de dichas encuestas tienen también la capacidad de distorsionar la intención de voto en los electores, sesgando sus preferencias hacia el candidato o candidata que lleve una ventaja sobre sus competidores.

En cuanto a la publicación de resultados existen dos maneras de representar las preferencias electorales de los ciudadanos; el “voto efectivo” y el “voto bruto”. Compartiendo la misma metodología, la diferencia entre estos dos tipos de resultados radica en la presencia de los entrevistados que se han declarado como “indecisos” al momento de responder el cuestionario.

Es decir, una encuesta que presenta sus resultados bajo el enfoque de voto efectivo ha eliminado a aquel grupo de encuestados que se manifestaron como indecisos, y los ha repartido proporcionalmente entre la muestra total. Esta metodología asume que el comportamiento de los indecisos será el mismo que el de los encuestados que ya han manifestado su preferencia por algún candidato en particular. Este es un supuesto que carece totalmente de lógica y que más allá de agregarle valor al estudio, lo vuelve poco útil y menos confiable.

Si calculamos un promedio de resultados de diferentes encuestas electorales con voto bruto entre mayo y junio y mantenemos el margen de error de +/-3%, podemos observar que aproximadamente el 19% de los ciudadanos no han definido todavía por quién van a votar, mientras que la diferencia entre el primer y segundo lugar es aproximadamente de 15 puntos porcentuales.

Es importante mencionar entonces que el papel de los ciudadanos aún indecisos será crucial para definir el rumbo que tome la elección presidencial de este año. Se podría decir entonces que la decisión que tomen los ciudadanos indecisos será vital para determinar quién será el siguiente presidente de México, pues históricamente se ha observado que el día de la elección presidencial la tasa de “indecisión” se coloca por debajo del 3%.

Haciendo un análisis con información del Instituto Nacional Electoral (INE) para las últimas cuatro elecciones presidenciales, se observa que la tasa de participación promedio (número de votos como proporción de la lista nominal) es de 65.61%, mientras que la tasa de “indecisión” (votos nulos como proporción de votos totales registrados en la elección) ha sido en promedio de 2.40% para las mismas cuatro elecciones presidenciales.

Con una desviación estándar relativamente baja en la variable de indecisión, podríamos esperar que la cantidad de votos nulos en esta elección se ubique entre el 2.12 y 2.81 por ciento, por lo que habría casi un 17% de electores que definiría su voto al momento de entrar a la casilla, teniendo la capacidad de alterar el resultado final. No quiero decir con esto que el ganador de la elección pudiera ser cualquiera de los candidatos, sino que no necesariamente el resultado final va a ser igual a lo observado en las encuestas.

 

Si bien es cierto que hay una fuerte tendencia en preferencias que parece favorecer a cierto candidato en particular, el hecho de que a dos semanas de la elección haya un número tan alto de indecisos, añade la posibilidad de que el resultado final pueda ser muy diferente a lo que se pueda esperar.

Es difícil saber con total precisión quién será el próximo presidente de México, pero es fácil observar que a dos semanas de la elección la moneda parece seguir en el aire…

 

 

 

 

 

 

Salir de la versión móvil