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¿Qué tan rentable es recibir un Mundial de Fútbol?

La Copa Mundial de Fútbol ha concluido y Rusia, la nación anfitriona, seguramente está a la expectativa de ver resultados positivos en materia económica. Principalmente después de haber inyectado más de 9,000 millones de euros para organizar la justa deportiva, que batió su primer récord antes de siquiera comenzar al catalogarse como el Mundial más caro en la historia del fútbol, incluso por encima del último torneo internacional celebrado en Brasil, en el cual se invirtieron más de 7,000 millones de euros.

Pero, ¿realmente es rentable para una nación invertir en los torneos mundialistas de fútbol? Los antecedentes exhiben que, por lo menos en términos de economía, no es un proyecto redituable a corto plazo. Como ejemplo, podemos remontarnos a los dos últimos mundiales: Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.

En ambos casos, el capital gastado aún no ha sido recuperado en su totalidad. De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), esto se debe a la poca rentabilidad que involucran las “inversiones en elefantes blancos”, que es como define el uso de la infraestructura deportiva en estos eventos.

Según explica la organización internacional, el dinero gastado por el gobierno de un país para construir o mejorar estadios es típicamente justificado con el argumento de que impulsará el crecimiento económico en un corto plazo, y ya mejorados darán ganancias a largo plazo.

Aunque esto quizá sea verdad, un incremento en gasto gubernamental debería liderar el alza en el Producto Interno Bruto (PIB). El WEF, en su reporte de crecimiento y desarrollo inclusivo, argumenta que concentrarse en crecimiento inclusivo es más importante. Esto significa invertir en mejoras que realmente aporten a los niveles de vida de una sociedad.

La infraestructura deportiva es altamente costosa en su construcción y funcionamiento, además de que es difícil usarla con suficiente frecuencia para cubrir los costos de mantenimiento. Un estadio no es realmente esencial para el beneficio económico de un trabajador de clase media. Así que si los torneos son una excusa conveniente para construirlos o mejorarlos, ¿por qué no derivan en beneficios equivalentes a un costo más barato eliminando estadios de la ecuación?

Cambiar patrones turísticos

Es prácticamente una obviedad que un evento deportivo incrementa la actividad turística de una nación; sin embargo, no necesariamente produce una ganancia pareja, porque hay un gasto asociado con atraer visitantes. Según el WEF, antes del Mundial de Sudáfrica 2010, se predijo que alrededor de 450,000 turistas entrarían al país por el torneo. Al final, solamente dos terceras partes asistieron.

Pese a los bajos números, el gasto del visitante aumentó en casi una cuarta parte; pero involucró un gasto de adquisición por hasta 13,000 dólares por turista. Por aproximadamente la misma cantidad, la nación podría haber pagado los salarios de toda la población en edad laboral durante una semana.

En efecto, es difícil determinar a dónde va el dinero de los turistas. Los precios de los hoteles incrementan durante eventos de alta demanda; pero los salarios de los trabajadores no necesariamente aumentan en la misma cantidad, lo cual significa que los rendimientos del capital probablemente sean mayores que los de la mano de obra.

La otra cara de la moneda

Todo esto no significa que organizar un Mundial de Fútbol sea completamente inútil. Estos eventos son uno de los motivos que unen al planeta. El deporte es una herramienta importante para romper con las divisiones sociales. Los más recientes Olímpicos de Invierno exhibieron su habilidad para enmendar diferencias cuando los atletas de Norte y Sur Corea marcharon bajo una bandera en común.

Últimamente, muchos organizadores no están muy concentrados en el costo de las justas deportivas, ya que usan las Copas del Mundo o los Juegos Olímpicos para enviar una señal al resto del mundo.

China, por ejemplo, está desarrollando una industria deportiva como extensión de sus políticas diplomáticas. Este proceso empezó desde 2008 con los Olímpicos y una fuerte inversión al fútbol chino, y culminará con los próximos Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, los cuales se realizarán en Beijing.

Para Rusia será complicado determinar si su rol como anfitrión del Mundial es parte de una estrategia de construcción nacional o simplemente una cuestión circunstancial.

Con información del Foro Económico Mundial

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