Por Enrique Clemente
Socio director de servicio al sector público en Deloitte México
De acuerdo con el documento “Estudio y Guía Metodológica sobre Ciudades Inteligentes”, publicado en noviembre de 2015 por Deloitte España, estos lugares basan sus iniciativas de desarrollo en el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. El propósito de esto es mejorar y hacer más eficiente la gestión de infraestructura, la prestación de servicios, el aprovechamiento de espacios y recursos naturales, así como facilitar la relación y comunicación entre gobierno y ciudadanos.
Para que una ciudad se considere inteligente, no basta con que tenga wifi en todas sus calles y colonias. El concepto implica un mayor esfuerzo e involucramiento de los gobiernos y ciudadanos, asume el diseño y desarrollo de una estrategia e iniciativa de varios protagonistas como lo son las entidades gubernamentales y las conformadas por la propia sociedad. En resumen, exige un cambio en la normatividad y cultura de las instituciones de gobierno, así como en el comportamiento ciudadano adaptado al uso de tecnologías.
Según el estudio anteriormente mencionado, son seis las principales características que hacen a una urbe ser clasificada como inteligente:
- Entorno inteligente. Se refiere a realizar una gestión eficiente y sostenible de los recursos de la ciudad (energía, agua, medio ambiente y residuos).
- Movilidad inteligente. Tiene como objetivo la mejora del transporte e infraestructura vial, así como de los espacios de estacionamiento.
- Gobierno inteligente. Que contemple una administración abierta y transparente apoyada en la tecnología para conseguir calidad y eficiencia en sus servicios.
- Economía inteligente. Enfocada al desarrollo de una economía más competitiva en relación a sus actividades de turismo, comercio y negocios, empresa digital, ecosistemas de innovación, empleo y emprendimiento.
- Colaboración ciudadana inteligente (gente). Orientada al capital social y humano de la urbe.
- Vida inteligente. Encaminada a incrementar la calidad de vida del ciudadano, la cual contempla los servicios de salud, educación, cultura, ocio, asuntos sociales, seguridad, emergencia, vivienda, urbanismo e infraestructura pública.
Cada una de estas características deberán formar parte de un plan estratégico que, aunado a los planes de gobierno y desarrollo, deben comenzar a considerar las ciudades del futuro.
El siguiente cuadro, preparado por José Alberto Castro y Eduardo Pacheco de Deloitte México, ilustra conceptualmente los principales componentes que involucra el desarrollo de una urbe inteligente.
El uso y desarrollo de nuevas tecnologías, la conservación del medio ambiente, la necesidad de una mejor educación, la seguridad social, la especialización, la demanda de más y mejores servicios y una sociedad cada vez más exigente para contar con gobiernos eficientes, preparados y honestos, están impulsando cambios importantes en las relaciones de gobernantes y gobernados.