La autonomía del Banco de México ha sido una demanda constante del sector privado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador; la decisión que el organismo tomó de subir su tasa de interés sustenta el por qué de esa petición.
La economía mexicana vivió semanas complicadas tras las medidas anunciadas por la nueva administración presidencial. La cancelación del aeropuerto de Texcoco y la propuesta de eliminar comisiones bancarias generaron preocupación en mercados internacionales, lo que afectó directamente a la apreciación del peso.
Ante ello, Banxico reaccionó con su tercer alza en lo que va del año sobre la tasa de interés de referencia, pasando de 7.75 a 8 por ciento, -incremento de 25 puntos-. De esta forma, la tasa se acerca a su máximo histórico en el país, que fue del 8.25% durante la crisis económica del 2008.
El Banco central justificó esta decisión como una acción realizada ante un “entorno arriesgado” para la economía del país. Por ello, mandó una petición al nuevo gobierno de la república, señalando que:
“Es particularmente relevante que además de seguir una política monetaria prudente y firme, se impulse la adopción de medidas que propicien una mayor productividad, un ambiente de confianza y certidumbre para la inversión”.
La medida de Banxico puede repercutir en un menor volumen de consumo en el país, así como una baja en las inversiones. También puede afectar en los costos de créditos hipotecarios e intereses para las tarjetas de crédito.
No obstante, el objetivo principal de esto es favorecer a la estabilidad de la divisa nacional, lo que ayuda a prevenir la inflación. Esto ya se vio reflejado durante el primer día con nueva tasa de referencia. Ante los cierres del mercado del jueves 15 de noviembre, el peso tuvo una apreciación superior al 1.0%, una ganancia de alrededor de 22.35 centavos.