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¿Qué podría hacer México si se rompe el TLCAN?

Por: Soren Héctor de Velasco Galván

Ante la tensión desatada por los dichos y acciones del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, el empresario Carlos Slim Helú convoca a conferencia de prensa. En el transcurso de la misma, el magnate aplaude la unidad nacional, “la más sorprendente que he visto desde los sismos de 1985”, dijo. Luego comenta que Trump, es una oportunidad para que México se incline “por completo en el desarrollo de la economía interna”.

Para el presidente del Grupo Carso, “pensar el desarrollo con el sector externo es importante, pero no debe ser excluyente de la economía interna”. El hombre de negocios concluye: “Ver nuestro propio país para que las oportunidades estén adentro y la mejor forma de hacerlo es poner en marcha un programa de sustitución de importaciones moderno”.

La escena arriba descrita se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar cuáles serían las opciones para México en caso de que ocurriera lo impensable: la disolución del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

La entrada en vigor del TLCAN en 1994 transformó a México de un “país nacionalista e introvertido a una nación pragmática de grandes alcances”, como lo describe la periodista mexicana Dolia Estévez. Además, en las palabras de la prestigiada politóloga Denisse Dresser, “ha llevado a que México se vuelva un país multi-exportador, cuando antes era mono-exportador” y “México pasó del laberinto de la soledad a la integración con el mercado mundial”.

El TLCAN detonó nuestras exportaciones en autos terminados y autopartes, aparatos electrónicos y productos agroindustriales. En contraste el saldo fue negativo para sectores como el de juguetes, calzado, textil y los pequeños productores agropecuarios. El TLCAN sellaba a perpetuidad nuestra unión con Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, los hados tenían otros planes.

Durante la pasada elección presidencial estadounidense, el entonces candidato republicano, Donald Trump, mostró su desagrado por acuerdos comerciales internacionales tales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (ATP). Asimismo, prometió negociar tratados más favorables para Estados Unidos y aplicar aranceles a los países que violen las reglas comerciales, particularmente China.

Una vez electo, Trump armó su equipo de política comercial internacional: el profesor de economía de la Universidad de California en Irvine, Peter Navarro, como su consejero principal; el experto en litigación comercial, asesoría política e iniciativas legislativas para coaliciones y corporaciones de los EUA, Robert Lighthizer, como representante comercial; y el multimillonario, Wilbur Ross, como secretario de Comercio.

A los precitados personajes, se le unió el estratega en jefe y consejero principal de Donald Trump: Steve Bannon, un antiguo oficial de la Armada estadounidense y graduado de la Escuela de Negocios de Harvard. Bannon ha declarado públicamente ser un “nacionalista económico” que planea llevar a cabo un cambio “mayor que la Revolución Reagan –conservadores, más populistas, en un movimiento nacionalista económico”.

Debido a los nombramientos de Bannon, Lighthizer, Navarro y Ross, el preponderante centro de pensamiento británico, Chatham House, afirma en su reporte America’s International Role Under Donald Trump que la política exterior norteamericana será “sometida a una agenda mercantilista con poca apreciación por las dinámicas geopolíticas de largo plazo o la continuidad de las relaciones de los Estados Unidos con socios clave”.

Si bien retirarse del TLCAN sería desastroso para varios estados de la Unión Americana. Como por ejemplo California, Texas e Illinois, la obsesión de Trump y sus acólitos por reducir el déficit de 60 mil millones de dólares que tienen con México puede traducirse en actitudes proteccionistas o posturas que laceren la dignidad nacional –el pago del famoso muro en la frontera con la Unión Americana–. En el caso de un rompimiento, el primer mecanismo que se accionaría sería el Artículo 2205, el cual otorga un plazo de seis meses para retirarse del acuerdo.

Ante ese maremoto económico y geopolítico, ¿Cuáles serían las alternativas para México? A juicio del escribano son dos: primero, reactivar el mercado interno y, segundo, explotar los otros 11 Tratados de Libre Comercio con 44 países, 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones y 9 acuerdos en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración.

Respecto al primer punto, este contemplaría la creación de infraestructura, particularmente en puertos, carreteras y ferrocarril; fomentar el turismo nacional con visitas a las ciudades coloniales, los Pueblos Mágicos y los destinos de sol y playa; reactivar el agro, el “patito feo” durante varios sexenios, a fin de recuperar la soberanía alimentaria; y, finalmente, consumir los productos elaborados en México.

Al mismo tiempo, habría que seleccionar a un grupo de países para que fueran nuestros socios estratégicos. Ello con el fin de mitigar el golpe que supondría la disolución del TLCAN. Algunos de nuestros prospectos pudieran ser:

Alemania

Nuestro primer socio comercial en la Unión Europea y el quinto a nivel mundial. En nuestro país hay mil ochocientas empresas teutonas, que generan más de 120 mil empleos. Asimismo, Alemania está interesada en el ecosistema emprendedor mexicano. Muestra de ello es el programa “Fit for Partnership with Germany”.

Para los germanos “México juega un rol importante en asuntos claves como un constructor de puentes entre el Norte y el Sur. Tópicos tales como la protección climática o la seguridad cibernética internacional están en nuestra agenda conjunta. Podemos cooperar porque compartimos los mismos valores”, así lo expresa Frank-Walter Steinmeier, ministro de relaciones exteriores de ese país.

China

El gigante asiático, la primera potencia económica del mundo por Paridad de Poder Adquisitivo, es una garganta insaciable de minerales, productos agropecuarios y alimentos procesados. También tiene interés en invertir en exploración y procesamiento de minas, armadoras y proveedores de autopartes y en proyectos de infraestructura.

De igual manera, encontramos otros asociados como: Chile; Corea del Sur; Japón (amigo y aliado de Aguascalientes); el Reino Unido, en su etapa post-Brexit; Rusia y Turquía.

La hipotética disolución del Tratado de Libre Comercio de América del Norte representaría para México “caerse de la nube en que andaba”, como decía el reconocido cantautor mexicano Cornelio Reyna. Sin embargo, una combinación de la reactivación del mercado interno con el aprovechamiento de nuestros otros acuerdos comerciales internacionales ayudaría a atenuar el divorcio con nuestros socios norteamericanos.

Soren de Velasco Galván estudió Relaciones Internacionales en la London School of Economics (LSE), es presidente del Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C., y columnista en temas internacionales.
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