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¿Qué futuro económico le depara a México?

2017: ¿ascenso o naufragio?

Es curioso cómo se espera saber el resultado de nuestra vida de una bola de cristal, un adivinador, quiros y cartamancianos o cualquier otra variedad de fauna adivinatoria que nos baje el nivel de incertidumbre con el que vivimos, y que reduzca temporalmente el estado de ansiedad existencial que nos alberga.

Las empresas y los líderes empresariales recurren a los pronósticos de expertos economistas privados y públicos o sendas instituciones gubernamentales que luego ganan premios internacionales a través de sus titulares cada sexenio (el mejor banquero, el mejor funcionario de Hacienda, etcétera) y la verdad es que la mayoría no acierta en sus estimaciones, mucho menos el gobierno.

Para muestra un botón: antes de 2013, se pronosticó 3.5 por ciento de Producto Interno Bruto y se terminó con 1.4 por ciento; en 2014, se anticipó casi 4 por ciento de crecimiento y cerramos en 2.1 por ciento; en 2015, un crecimiento del 4.0 por ciento y se terminó en 2.5 por ciento; en 2016, se lanzó un ya más realista 2.5 por ciento y se terminó con un dudoso 2.3 por ciento; y ahora en 2017, están pronosticando un 2.5 por ciento cuando, al menos, mi firma de consultoría estima, en el mejor de los casos, que aterricemos en un 0.5 por ciento o, que en un escenario más realista toquemos el 0 por ciento y lo que le sigue. Vale decir que los últimos años hemos estado muy acertados en esto que llamamos pronósticos prudenciales, por lo que planteamos que el PIB oscilará en un rango entre 1.5 por ciento y 2.3 por ciento en 2016 y este 2017 quisiéramos no acertar, pero todo dice que para allá vamos.

Panorama enclenque 

Más allá de las cifras, no hay que ser un genio para detectar que, de inicios de 2016 al primer trimestre del 2017, la inflación estará presionando los bolsillos de todos y superará la barrera del 8 por ciento, para terminar, arriba de 10 por ciento en el mejor de los casos al fin del año. El dólar, si nos va bien, vuelve a los 21 pesos, pero puede que le guste estacionarse entre 22.50 y 23.50 pesos por dólar, aunque su rango se puede extender técnicamente hasta 29 pesos en escenarios catastróficos.

Las grandes inversiones prometidas al calor de las reformas estructurales esperarán mejor momento, y hoy la incertidumbre respecto al efecto mediático y de poder de Donald Trump seguirán deteniendo la inversión extranjera directa; al menos ya la autoridad ha tenido los arrestos suficientes para reconocerlo, dejando atrás los tradicionales discursos triunfalistas en este campo.

Limitantes del crecimiento

  1. El petróleo comenzará a ver un impulso alcista entre los 50 y 60 dólares, bien por el gobierno, mal por los precios de los combustibles, la inflación y la planta productiva.
  2. Las empresas viven con capacidad limitada para generar riqueza, aun así se le exprimirá más y esto generará ingresos fiscales que resultarán en la mayor recaudación registrada en la vida de la nación este 2017.
  3. Un entorno internacional menos favorable a pesar de leve recuperación de los Estados Unidos.
  4. Inestabilidad social fruto de la violencia e ingobernabilidad en amplios territorios del país.
  5. La tradicional volatilidad de los mercados financieros internacionales, aunando nuevos jugadores vulnerables y variables políticas de anomalías democráticas. Transitaremos de una Recesión Geopolítica a una Recesión Económica Global.
  6. Del estancamiento o recesión más inflación, pasaremos a una indeseable situación hasta hoy desconocida para nosotros: la estanflación.
  7. Más lo que se acumule esta semana.
  8. Necio desde siempre: la solución.
  9. Apostarle al mercado interno. Y es que no se requiere ir al Massachusetts Institute of Technology para ver que la recuperación puede venir de nosotros mismos: en el momento en que comencemos a pensar en México primero y en nuestra gente, y menos en el exterior y los extranjeros, dejando de una vez por todas la sumisión tradicional de nuestros líderes a potencias extranjeras y entes empresariales transnacionales. La situación tomará otro color y rumbo, no solo se fortalecerán todos los mexicanos, sino problemas ancestrales como la pobreza, la corrupción o la impunidad, que han sentado sus reales en la partidocracia dirigida por el PRI y secundada por los otros dos grandes partidos, desaparecerán.
  10. Un hecho contundente: el consumo privado en México representa alrededor del 68 por ciento del PIB. El estancamiento en el consumo de los hogares a raíz de un deterioro adicional en el ingreso personal disponible ha propiciado un largo letargo de décadas y depauperamiento de la clase media, así como el sometimiento de las clases populares y vulnerables, acompañado de un escandaloso crecimiento de la fortuna de unos cuantos cientos de personas. La reforma fiscal-hacendaria socavó no solo la capacidad de consumo de las familias sino su ya mermado poder adquisitivo. El incremento de precios, que en términos reales se superó con el 7 por ciento de inflación al cierre de 2016, y el aumento de recaudación en impuestos, así como la incorporación de los comerciantes del Régimen de Incorporación Fiscal a pagar impuestos desde el 2015, cimbrará la débil estructura de costos de las mipymes poco competitivas, es decir, casi todas, por no olvidar que la ya tradicional baja de confianza de los consumidores hacen que “el ánimo no esté para bollos”, parafraseando al dicho popular. Por esto debemos, desde ahora, voltear a México y encontrar en nosotros las respuestas. Necesitamos, a priori, estímulos fiscales a la empresa, generación de empleos mejor remunerados y un cambio de óptica en la concepción de lo que es gobernar, lo cual puede ser la salvación no solo para este 2017 sino para el futuro.
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