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¿Qué es primero, la cultura organizacional o el líder?

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? En el marco de esta pregunta, me surge esta reflexión al relacionarlo con los elementos imprescindibles en cualquier organización: la cultura organizacional, el liderazgo y la estrategia. ¿Es el líder quien crea la cultura o la cultura la que crea al líder? ¿Cuál es el costo que representa para una organización el tener un mal “huevo”?

La cultura es un sistema de valores, creencias y comportamientos que propician la forma en la que el trabajo se realiza. Cuando la cultura organizacional está alineada a la estrategia del negocio, la fuerza laboral actuará y se comportará de tal manera que será un apoyo para el logro de las metas del negocio.

Es la responsabilidad del líder defender los valores y las creencias de la cultura organizacional, a través de sus acciones y decisiones. Esta forma de actuar, hace posible la ejecución de la estrategia. La cultura organizacional, el liderazgo y la estrategia son los tres componentes requeridos para dirigir a la organización hacia la excelencia, por lo que deben estar en sincronía para una relación de trabajo efectiva.

Desafortunadamente, estos conceptos en la mayoría de las organizaciones, están desvinculados y en muchos casos, el líder existe porque debe existir una figura de autoridad, aunque no tenga una estrategia ni mucho menos una visión de cultura. Si el enfoque está en ser una organización productiva, en la cual los recursos sean optimizados, la pregunta obligada sería: ¿cuál es el costo de un mal liderazgo?, ¿cuál es el costo cuando un líder no muestra y equilibra estos componentes críticos?

Un líder que no se alinea con los valores de la organización, que no actúa en concordancia con ellos o que no los defiende puede encontrar obstáculos que afectan su capacidad para impulsar los resultados. Un liderazgo pobre puede reforzar valores, comportamientos y actitudes incongruentes, crear interferencias que pueden dar como resultado una cultura tóxica y propiciar un conflicto entre la imagen de la organización y su forma de operar.

El efecto de la forma de desenvolverse de un líder tiene un efecto exponencial, ya que sus subordinados seguramente se comportarán de una manera similar, o bien, estarán desvinculados con los objetivos de la organización, los efectos se traducen en desperdicio de recursos, de tiempo y en una gestión carente de rumbo.

El concepto de alineación total, implica que la visión, la misión y los valores no sean únicamente buenas intenciones colgadas en un elegante marco de la sala de juntas, sino que se traduzcan en comportamientos a través de una estrategia conocida por todos y aterrizada a todos los niveles de la organización a través de competencias, las cuales generan un proceso enfocado a resultados medibles a través de indicadores de desempeño.

El enfoque orientado hacia resultados cuantificables y alcanzables para todos los niveles de la organización, con programas de capacitación en campo, ligados a una estrategia de comunicación, reconocimiento y participación, genera una cultura organizacional, pero si no existe un liderazgo proactivo y alienado con los objetivos de negocio todo esfuerzo tendrá un efecto efímero.

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