La economía naranja, también conocida como economía creativa, transforma ideas en bienes y servicios de valor intelectual. Este modelo económico se basa en el talento, la tradición, el conocimiento y la innovación como motores de desarrollo. A diferencia de los sectores tradicionales, aquí la creatividad es el recurso clave.
En palabras del exministro de cultura de Colombia, Felipe Buitrago, la economía naranja reúne actividades como el cine, el diseño, los videojuegos, la música y la moda. También incluye oficios ligados al patrimonio cultural, como las artesanías y las expresiones escénicas.
Un sector con impacto económico global
Según datos de la UNESCO, la economía creativa representa el 3% del Producto Interno Bruto mundial. Además, genera más de 30 millones de empleos a nivel global. Esto convierte a este sector en uno de los principales motores del crecimiento económico futuro.
A pesar de su fuerza económica, los Objetivos de Desarrollo Sostenible no mencionan explícitamente la cultura o la creatividad. Sin embargo, muchos líderes destacan cómo este sector impulsa la inclusión, la educación, la sostenibilidad urbana y la cooperación global.
En la actualidad, la economía naranja ha ampliado su campo. Además del arte y la cultura, incluye industrias como la robótica, la programación, las telecomunicaciones y el emprendimiento digital. Lo fundamental sigue siendo que las ideas se conviertan en productos o servicios viables.
El metaverso, por ejemplo, crea nuevas experiencias digitales para los consumidores. Mientras tanto, la gastronomía transforma ingredientes y tradiciones en motores de turismo y exportación. Este enfoque multidisciplinario ofrece nuevas formas de crecimiento económico sostenido.
Casos inspiradores de innovación creativa
En Bahréin, el diseñador sudanés Ammar Basheir fundó una empresa creativa tras no encontrar empleo. En solo tres años, su proyecto superó los 10 millones de dólares en capital, demostrando el poder económico de una idea bien ejecutada.
En Marruecos, la familia Zouhra creó una línea de muñecas con trajes tradicionales. Su éxito en ferias locales mostró cómo el patrimonio cultural puede transformarse en un negocio rentable, fortaleciendo al mismo tiempo la identidad local.
En Etiopía, Samrawit Mersiehazen emplea a mujeres en la industria de la moda. Su empresa, Samra Leathers, demuestra cómo la creatividad puede combatir desigualdades económicas y generar empleo digno.
El impulso institucional: creatividad, sostenibilidad e inclusión
La iniciativa UNIDO Global Call 2025 busca destacar proyectos de la economía naranja en tres categorías clave:
Producción ecológica
Se premian procesos que utilizan materiales sostenibles y reducen el impacto ambiental. Aquí, el diseño consciente y la reutilización marcan la diferencia.
Innovación digital
Este eje reconoce productos como realidad virtual, videojuegos, arte digital o experiencias inmersivas. Se valora el uso de tecnologías emergentes para crear contenidos que resuelvan desafíos del sector.
Patrimonio cultural y comercio
Los proyectos deben proteger la diversidad cultural e impulsar el turismo ético y sostenible. Las tradiciones se convierten en experiencias económicas, sin comprometer su integridad.
Además, hay categorías especiales para estudiantes que fomentan la formación de nuevas generaciones de emprendedores creativos.
El desafío de educar para el futuro
En muchos países en desarrollo, la educación creativa carece de infraestructura adecuada. Por ejemplo, en Etiopía, más de 20 universidades nuevas no ofrecen programas relacionados con industrias creativas. Esto limita las oportunidades laborales para miles de jóvenes con talento creativo.
Promover políticas públicas que fortalezcan estas capacidades será fundamental para aprovechar todo el potencial de la economía naranja.
Creatividad como motor de desarrollo sostenible
La economía naranja es mása que una moda. Se trata de un ecosistema en expansión que combina innovación, cultura, sostenibilidad y tecnología. Genera empleo, promueve el desarrollo social y fortalece identidades locales.
Al colocar a la persona como capital principal, esta economía redefine los modelos productivos. Y lo hace con una promesa poderosa: la creatividad puede construir un mundo más próspero, inclusivo y humano.