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Estos son los pueblos fantasma de Zacatecas que necesitas conocer

En Zacatecas la migración hacia Estados Unidos es común. Muchos pueblos se caracterizan por la fragmentación de las familias a causa de la búsqueda de nuevas y mejores oportunidades que los hagan prosperar. Aunado a esto, la migración a las grandes ciudades en el país o a la capital del estado, han derivado en la disminución de población en diversas localidades. 

La soledad y el abandono son cosas que caracterizan a los pueblos fantasma. En Zacatecas, debido a las circunstancias que mencionamos, cuenta con algunos de ellos, que se caracterizan no por el abandono total, sino por contar con poquísimos habitantes y poca actividad. Aquí te presentamos algunos.

Noria San Pantaleón

Este pueblo se encuentra ubicado en el municipio de Sombrerete. Ambos gozaron de gran relevancia durante el periodo colonial en el estado, que, por ese entonces, se erigía como pueblo minero. Dada su importancia en tiempos de la Colonia, cuenta con una iglesia que ha perdurado ya más de cuatro siglos en donde se resguardan piezas de gran valor de la época novohispana.

El pueblo cuenta con 52 habitantes y otro de sus atractivos son las “Pirámides de San Pantaleón”, tres montañas de desechos mineros que se fueron acumulando con el paso de los años y que revelan el pasado del pueblo. La textura y altura de estas pirámides (80 m)  resulta fascinante. Los desechos provienen de oro, plata, cobre y zinc.

 

Laguna del Carretero 

Ubicado en Villanueva, este pueblo, poco a poco, ha sufrido un descenso poblacional que lo ha dejado casi sin habitantes. Las migraciones a Estados Unidos o a otros estados de la república son frecuentes. En el año 2012 se hacía hincapié en la poca población que tenía, de seguir con la misma tendencia, para este 2020, la población seguramente disminuyó aún más. 

Las calles se vislumbran desiertas, y los habitantes que quedan son apenas ancianos o adultos. Muchas de las casas han sido ya desocupadas y los caminos poco a poco se van llenando de piedras, por el poco uso que se les da. La mayoría de los que viven en este lugar se dedican a la agricultura; si bien no hay un atractivo turístico por el que pueda destacarse, es una realidad que el pueblo poco a poco se va deteriorando. 

Aranzazú del Cobre 

Ubicado en el municipio de Concepción del Oro, este pueblo contaba, en 2016, con un total de 3 habitantes. A partir de otras fuentes, afirman que, en este momento, es habitado sólo por dos familias. De los 2,000 habitantes que alguna vez tuvo, sólo quedan poquísimas personas mayores. Este pueblo, por muchos años, fue uno de los principales puntos mineros no sólo del estado, sino del país. Durante el periodo virreinal, fue cuando tuvo su auge, sin embargo, ya hace cuarenta años que su desolación ha ido aumentando. 

Las casas se encuentran ya deshabitadas y en deterioro, sin embargo, el templo dedicado a la virgen de Aranzazú sigue recibiendo a los pocos fieles que quedan, a los que alguna vez vuelven, o a los esporádicos visitantes. El alrededor natural del pueblo puede ser visto como uno de sus atractivos turísticos, al estar completamente alejado de la urbanidad. 

Este lugar está lleno de leyendas sobre fantasmas de personas de los siglos XIX y XX, que hacen su aparición en un panteón que se encuentra en la cima de un cerro. Asimismo, se cuentan historias sobre llegadas de ovnis en esa misma punta, y que pueden ser comprobadas por las marcas que dejan en el lugar. 

Santa Rosa

Este pequeño pueblo se ubica en el municipio de Tepetongo y ha arrastrado un aumento en migración. Tan sólo hace cinco años el pueblo contaba con 14 familias, o “vecinos”, y al paso del tiempo, han ido disminuyendo. La falta de oportunidades dentro de las localidades y sus alrededores ha provocado que de a poco, se haya ido quedando sin personas. 

Según algunos pobladores, el pueblo había gozado de mucha población, sin embargo, incluso la escuela fue cerrada por falta de alumnos. Los habitantes son en su mayoría gente adulta y de la tercera edad. La población joven emigra hacia Estados Unidos y sólo de vez en cuando, vuelven de visita. 

Esta comunidad se ha considerado ya sin vida debido a la escasez de actividades y de personas. La vacuidad poco a poco se acentúa, junto con el sentimiento de abandono y soledad que enfrentan los que quedan, mismo que alguna vez vieron la grandeza de su poblado. 

Así como estos pueblos pueden considerarse a Casablanca, en Tacoaleche, con sólo ocho familias habitándolo, o El Triunfo, de Fresnillo, con 18 familias.

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