Un nuevo año es algo emocionante, doce meses llenos de posibilidades y retos. A menudo, lo comparamos con el estreno de un cuaderno, todas esas páginas en blanco que nos esperan para poner nuestra historia en ellas. Pero, así como olvidamos esas libretas (en las que prometemos escribir con bonita letra, evitar los rayones y después de unas cinco hojas, vemos que en realidad es más difícil de lo que parece tener una caligrafía impecable); los buenos propósitos que nos hicimos con las doce uvas también son abandonados al pasar los primeros días del año.
Tal vez esto sucede porque no tratamos esos propósitos con la seriedad debida y dejamos de lado nuestra visión empresarial, es decir, ¿qué son los propósitos sino objetivos a cumplir para el siguiente año? Entonces, ¿por qué no planear nuestro año tal y como lo hacemos al diseñar un plan estratégico para cualquier organización?
Redactar un plan estratégico es como trazar sobre un mapa la ruta que vamos a seguir para alcanzar nuestros objetivos. Pensemos nuestra misión personal y lo que deseamos lograr en los próximos 365 días y así convertiremos esos propósitos en objetivos concretos.
Recordemos que los objetivos deben cumplir con ciertas características para que tengan una redacción adecuada, ahí yace la diferencia entre éstos y los propósitos:
- Deben estar enunciados por escrito: Las palabras se las lleva el viento, si ponemos en blanco y negro aquello que queremos lograr, no habrá pretexto para no recordarlo. ¿Decidimos que este año queremos involucrarnos en alguna actividad de labor social? Registrémonos en la organización de nuestra preferencia. Una vez que tengamos la copia de inscripción será más difícil que lo dejemos para después.
- Deben ser claros y específicos: No digamos solamente “voy a bajar de peso”; procuremos ser más puntuales señalando cuántos kilos tenemos pensado perder y en cuánto tiempo. No olvidemos consultar antes al médico y seguir un régimen adecuado para cuidar nuestra salud.
- Que sean medibles: Si nuestro proyecto es leer más, ¡perfecto! Decidamos cuántos libros queremos leer al finalizar el año e incluso podemos hacerlo más divertido invitando a nuestros amigos. Goodreads.com es una red social donde podemos compartir los libros que nos gustan y participar en el reading challenge, que va midiendo nuestro porcentaje de avance mensual, cuántos libros nos faltan y nos recomienda libros partiendo de nuestros intereses y lo que intercambiamos con otras personas en la red.
- Tienen que ser ambiciosos, pero realistas: Fijemos objetivos que representen un reto, que nos cuesten trabajo y nos impulsen a esforzarnos cada día, pero sin llegar al extremo de convertirse en fuente de frustración. Un clásico en esta época es “este año sí voy a hacer ejercicio”, pero si llevamos una vida sedentaria aunque nos dejemos llevar por el entusiasmo y decidamos correr un maratón en tres meses, es probable que no lo terminemos. Sin embargo, si entrenamos y le dedicamos el tiempo adecuado, seguramente nos convertiremos en maratonistas. Todo es posible con tiempo y dedicación. Nike+Running es una aplicación para iPhone y Android que nos puede ayudar a diseñar nuestro plan de preparación y medir el avance, incluso, en algunas temporadas podemos donar nuestro kilometraje para apoyar alguna causa; además podemos conectarla a nuestras redes sociales.
- Deben estar vinculados a un periodo de tiempo particular: Si bien nuestros propósitos los planteamos usualmente para realizarlos durante los siguientes doce meses, conviene fijar un tiempo para cada uno con la finalidad de poder dividir ese periodo en bloques más pequeños que nos permitan medir avances e ir haciendo los ajustes necesarios que faciliten el logro de aquello que buscamos sin tener que esperar hasta el final.
Y ya que estamos pensando en este proyecto como un plan de negocios, qué tal que aprovechamos para hacer un análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) personal. En una de esas, al hacer esta reflexión surgirán varias ideas que podemos incluir en nuestros objetivos para el 2015.