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Tras premio, Semillas en Concreto analiza crecer

A una semana de haber recibido, por segunda ocasión en cuatro años, el premio a la mejor empresa graduada de una incubadora universitaria otorgado por la Federación Educación Superior Empresa (FESE), Semillas en Concreto ya analiza en qué invertirá los 100,000 pesos que incluyó su premio.

Aunque tienen claro el objetivo de incrementar su impacto social a través de las capacitaciones en desarrollo de huertos urbanos, las emprendedoras Florencia Franco y Laura Mendoza están viendo sus posibilidades.

“A la vez nos dedicamos a tantas cosas que tenemos que enfocarnos en algo”, reconoce Florencia. “Ahorita estamos en el análisis de qué necesitamos, en qué vamos a invertir ese premio para poder lograr ese objetivo: todavía no sabemos si en un espacio propio, mejorar las instalaciones o en otras cosas. Tenemos que asimilarlo, hacer una estrategia, platicarlo con nuestro asesor de la incubadora y a darle con todo por el lado que decidamos”, comenta.

El negocio de Semillas en Concreto consiste en capacitar a grupos vulnerables para que aprendan a generar sus propios alimentos. Mediante la gestión de recursos federales, estatales o de otra índole, la empresa solo invierte conocimiento y trabajo. Las ganancias las obtiene a través de talleres que imparte con costo en las instalaciones de Casa Semillas a personas interesadas o grupos del sector privado.

Hasta cierto punto, la empresa nació de forma accidental, pues ninguna de sus creadoras tenía la intención de obtener ganancias. Y aunque han convertido en negocio una iniciativa social, el camino no ha estado exento de obstáculos.

“Cuando empezamos como compañeros que queríamos sembrar, que queríamos tener un huerto en nuestras casas éramos como 15. Cuando empezamos el proyecto de incubación éramos cinco y ahora somos dos”, cuenta Laura.

Ella, junto con Florencia y cientos de emprendedores en México y el mundo, se han topado con la falta de compromiso de las personas (e incluso del sector privado) cuando se trata de propuestas que, de origen, son sin fines de lucro.

“Conocemos experiencias similares a la nuestra y es muy común que las personas que tienen una organización sin fines de lucro, como no es su forma de vida… se da como más tolerancia y quizás no hay tanta responsabilidad… Sobre todo jóvenes que conocemos que tienen una empresa, coinciden con nosotras en que es difícil el trabajo en equipo, es difícil encontrar personas comprometidas, hacer clic y cumplir las responsabilidades”, detalla Florencia.

Pese a las adversidades, estas egresadas de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) no solo han conseguido obtener ganancias de su emprendimiento social, sino también apoyar a otras personas y organizaciones.

En Casa Semillas, la empresa tiene una tienda donde comercializa manuales, herramientas y otros productos propios. También, distribuye productos artesanales, orgánicos y agroecológicos de la región y de productores de Aguascalientes, además de materiales y enseres para la producción en huerto urbano.

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