Por Walter Buchanan, CFA socio y director de inversiones en SaveNest
Todo el tiempo observamos predicciones financieras sobre dónde va a estar el tipo de cambio, la inflación, las tasas de interés, las bolsas de valores y recientemente cuánto va a durar la pandemia y los efectos económicos que tendrá a largo plazo; pero si medimos la tasa de acierto de muchos expertos, nos daremos cuenta de que no son más que predicciones hechas al azar, sin embargo, ¿por qué nos interesan tanto las predicciones, hasta el punto de pensar que somos adictos a ellas?
Nuestros cerebros han evolucionado a partir de los cazadores-recolectores que hemos sido la mayor parte del tiempo en la historia de nuestra especie. Aprendimos a detectar patrones de lluvia, patrones que nos llevarían a la caza de nuestras presas o a detectar señales de agua fresca en los alrededores. Ninguna otra especie iguala nuestra habilidad para predecir, extrapolar e inferir causa y efecto; nuestros cerebros aprendieron a aprovechar al máximo pequeñas muestras de datos que nos llevaran a recompensas (comida abundante y refugio seguro), por lo que encontramos patrones en todos lados.
Investigadores del Dartmoth College encontraron una región en el hemisferio izquierdo del cerebro a la que nombraron “el intérprete”, ésta nos lleva a los humanos a buscar patrones y ver relaciones causales, inclusive cuando no las hay.
Obviamente «el intérprete» nos viene bien cuando hay patrones que nos pueden llevar a recompensas (como observar los ciclos de lluvia para sembrar), sin embargo, nos pueden meter en problemas dentro de entornos más complejos y muy influenciados por el azar (como muchas variables económicas).
Tratamos de explicar el futuro a través de la facilidad con la que explicamos los sucesos recientes, donde quizá “el interprete” nos lleva a ver patrones y relaciones causales donde no las hay, creándonos la ilusión de que “entendemos el pasado”, lo que fomenta el exceso de la confianza en nuestra capacidad para predecir el futuro.
Así pues, la manera en que ha evolucionado nuestro cerebro para detectar patrones con poca información y explotarlos para obtener recompensas, puede explicar nuestra fascinación por las predicciones y proyecciones económicas y financieras, aun cuando se nos advierte explícitamente que el futuro es impredecible.
Ante la impredecibilidad del futuro, tanto empresarios como inversionistas necesitan tomar decisiones y planearlo, quizá nos veamos tentados a usar predicciones para nuestra toma de decisiones pero, como dice Jason Zweig, siempre que observemos una predicción sobre algún dato económico (inflación, dólar, PIB, etcétera) podemos estar seguros de tres cosas:
- Hay alguien a quien le pagan mucho dinero por hacer predicciones sobre eso.
- Ese alguien no te va a decir (y quizá ni siquiera lo sepa) qué tan seguido se equivoca o acierta en sus predicciones.
- Si tomas decisiones o inviertes con base en estas predicciones, lo más probable es que lo lamentarás ya que seguramente no son mejor guía para el futuro que el horóscopo de la televisión.
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