Hace un mes que México anunció la intención de dejar de exportar petróleo a partir del 2023 para en su lugar utilizarlo en la refinación nacional de gasolinas con el objetivo de lograr “la autonomía energética”.
El principal argumento del gobierno federal es que al ser un productor de petróleo, México no debería importar un derivado de éste.
Para Carlos Serrano, economista en Jefe de BBVA México, no hay teoría económica ni evidencia empírica o ningún elemento que sugiera que producir un insumo implique algún tipo de ventaja comparativa.
A ejemplo del ejecutivo, Estados Unidos vende aluminio y acero a Japón que los utiliza para producir automóviles para exportarse a los Estados Unidos.
Otro caso es Canadá por exportar lácteos a Estados Unidos donde se utilizan para producir alimentos procesados que se exportan de vuelta a Canadá.
Asimismo, agregó que muchos países productores de café lo venden a países que tienen ventaja comparativa en el tostado o en la distribución para que ahí se elabore el producto final.
En condiciones de competencia, aseguro, aquel país o sector o empresa que pueda producir un bien de forma más eficiente en relación a otros es el que lo debería producir.
Es más eficiente adquirir un producto de otro país donde se produce a un menor precio, incluyendo los costos de importación que producir domésticamente, enfatizó.
La extracción de petróleo y la refinación son actividades económicas distintas. Ser eficiente en una no necesariamente implica serlo en la otra y en ese contexto México es relativamente eficiente en extracción, pero muy ineficiente en la producción de gasolinas, explicó Serrano.
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El que no se tenga una ventaja competitiva en la refinación de gasolina o de cualquier otro producto, continuó Serrano, no quiere decir que no sea deseable tenerla, pero esto no ocurrirá por decreto.
Dijo que Pemex Transformación Industrial pierde grandes cantidades de dinero siendo la refinación su principal actividad: en 2018 perdió dos mil millones de pesos (mdp); en 2019 fue 72 mil mdp y en 2020 fueron 232 mil mdp.
A su consideración, habría que invertir mucho dinero en la reconfiguración de las refinerías, lo cual entraña un riesgo ante la incertidumbre de qué tan rápido bajará la demanda por vehículos de combustión.
Hay que considerar que Pemex lleva décadas intentando ser competitivos en refinación, sin ningún éxito. Aún más, es un riesgo que no debería correr el gobierno, el cual además carece del espacio fiscal necesario para hacer las inversiones requeridas, apuntó.
Mientras sus refinerías mantengan su condición actual y costos laborales, Pemex será ineficiente en refinación; lo anterior incluso tras la entrada en operación de Dos Bocas dada su limitada producción potencial.
Con el dinero ahorrado se podría hacer mucho en materia de gasto social e infraestructura. Y si se tienen temores de desabasto, se puede invertir en capacidad de almacenamiento para garantizar inventarios durante periodos de tiempo cortos.
Producir gasolina elevaría los costos a los consumidores
Seguir produciendo la gasolina aquí implica tener gasolina más cara que pagarán los consumidores o los contribuyentes.
Para Serrano, producir gasolina en México no solamente es más caro sino mucho más contaminante debido al mal estado de las refinerías. De ahí que seguir la estrategia planteada por el gobierno implicaría un deterioro para la salud de los mexicanos.
Por otra parte, dijo que el combustóleo resultante del proceso de refinación del crudo mexicano es tan contaminante que nadie en el mundo está dispuesto a comprarlo a excepción de la CFE para producir electricidad con procesos a su vez más contaminantes.