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Las (malas) consecuencias de la nueva manera de medir la pobreza en México

Por Eugenio Herrera y María Eugenia Redondo/Líder Empresarial

Hay muy pocos países en el mundo en los que la institución encargada de elaborar censos y estadísticas tenga tanto reconocimiento social como el INEGI en México. Han debido pasar más de 33 años de su nacimiento para que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía sufriera una de las crisis más graves de su historia. La última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, referida al año 2015, ha puesto en jaque la forma de medir la pobreza y el prestigio de la organización.

La polémica arrancó el pasado mes de julio. El INEGI dio a conocer los resultados del censo que mide la pobreza, con una aparente sorpresa: un importante cambio en la manera de cuantificar los ingresos. Según esta nueva medición, la pobreza se habría reducido 33 por ciento en la república mexicana o, siendo más fieles a la verdad, se habrían estado contabilizando un 33 por ciento de pobres que no eran tal en años anteriores.

La indignación no tardó en hacer presencia. El primero en alzar la voz con fuerza fue el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el cual mide la pobreza en México y evalúa programas y políticas sociales del gobierno federal. El organismo consideró esta modificación en las directrices para el levantamiento de datos como una traición, esgrimiendo que ellos nunca fueron informados de los cambios, cuyas implicaciones tienen un largo alcance.

Los argumentos del INEGI

Por supuesto, el INEGI ha defendido su postura, a pesar de que Julio Santaella tomó las riendas de la institución a principios de año, cuando los hechos ya se habían consumado. Fue Eduardo Sojo, el anterior presidente del instituto, quien asumió la tarea encomendada por la exsecretaria de Desarollo Social, Rosario Robles, de que la encuesta que cada año se realiza para averiguar el ingreso de los mexicanos, fuera más exhaustiva a la hora de estimar la pobreza en los hogares de todos los municipios y localidades del país.

El INEGI asumió una de las premisas que más dificultan la tarea de calibrar los ingresos familiares: los informantes declaran menos de lo que realmente perciben.

Para ello, se asumió una de las premisas que más dificultan la tarea de calibrar los ingresos familiares: los informantes declaran menos de lo que realmente perciben. Así, el INEGI estaría buscando reflejar los ingresos por vía de las transferencias que no se manifiestan, como las remesas, subsidios, apoyos, becas. Para el gobierno, agregarlos modifica sustantivamente el capital de quienes, estando en padrones de beneficiarios o teniendo migrantes en Estados Unidos, se ven beneficiados con recursos que no declaran.

¿Es entonces más justa esta nueva manera de medir? Aunque en apariencia pudiéramos pensar que, a partir de ahora, las estimaciones sobre la renta de los mexicanos son más fidedignas, esta modificación trae consigo algunas consecuencias preocupantes:

  1. La brecha entre ricos y pobres no es real

Puede que con la nueva metodología se mida con mayor precisión, pero no de la misma forma. Las consecuencias que acarrea son desajustes en la valoración.

La distribución del ingreso indica que, en 2015, los hogares con ingresos más altos recibieron en promedio 161,568 pesos al trimestre, mientras que los más pobres recibieron 8,169 pesos. Esto implica que los primeros captaron casi 20 veces más dinero que los segundos.

Sin embargo, y a pesar de la desorbitada relación que representa, esta desigualdad podría ser mucho mayor por una sencilla razón: los mecanismos para evitar que los encuestados reportaran menos ingresos que los que obtenían en realidad solo se aplicaron a las familias con las rentas más bajas. Así pues, se sigue sin saber lo que realmente ganan los más ricos de este país y, lo más importante: la pobreza calculada es menor gracias a factores externos y a subsidios –elementos coyunturales–, no por la vía salarial y del desarrollo de la nación, lo cual sería lo deseable para poder hablar del fin de la pobreza.

  1. Se rompe el registro anual para medir la pobreza en México

El propio INEGI lo reconoce: su nueva forma de medir el ingreso lo hace no comparable con otros años. Para el Coneval, que por ley se encarga de cuantificar la pobreza con los datos de la institución, este ha sido uno de los principales ejes de la controversia. ¿Cómo afecta este cambio a las estimaciones que se venían realizando hasta ahora?

La preocupación es compartida por muchas de las organizaciones dedicadas al desarrollo en México. “Una de las cosas que nos permite medir el progreso contra la pobreza y la desigualdad es una metodología consistente a través del tiempo para capturar la variable ingreso. No puede haber borrón y cuenta nueva con la nueva metodología. Además, el hecho de que las modificaciones en ésta se apliquen aparentemente sólo al extremo más bajo de la distribución distorsiona nuestro entendimiento de la desigualdad en México”, aseguraba Ricardo Fuentes-Nieva, director ejecutivo de Oxfam México, en una carta abierta al INEGI firmada por varios organismos.

  1. El INEGI en el punto de mira

La mencionada carta representa una de las heridas más sangrantes de esta polémica, la cual consiste en la posible pérdida de credibilidad de una de las instituciones con más peso en la realidad política y social del territorio mexicano.

Además de diversas organizaciones, la misiva está firmada por más de 150 expertos en distintos campos del conocimiento, preocupados por la eventual pérdida de información estadística confiable y comparable, necesaria para seguir avanzando en materia de política pública. “Es fundamental medir el ingreso de los hogares de todos los estratos con la mayor precisión posible, con toda la información disponible incluida la del SAT, del IMSS y del padrón único de beneficiarios de programas sociales. Los datos del INEGI son claves pues se usan para diseñar y evaluar políticas públicas, medir las dimensiones de la pobreza y la desigualdad, así como mostrar el camino a seguir para lograr un México incluyente y próspero”, indicaba Enrique Cárdenas, director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

Acercamiento entre INEGI y Coneval

Entre otras cosas, los expertos pedían al INEGI y al Coneval la apertura de canales de diálogo para resolver sus diferencias con transparencia e implicación de actores sociales clave y para trabajar en una metodología alternativa.

Este acercamiento ha dejado de ser una utopía este mes de agosto, en el que ambos institutos han decidido crear un grupo técnico de trabajo para revisar los detalles del Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS-2015), incluidos los cambios operativos para la captación del ingreso adoptados por el INEGI.

El grupo evaluará la posibilidad de poner a disposición del Coneval un instrumento comparable entre 2015 y los años anteriores. De todas formas, el Coneval ya ha adelantado que no publicará en el plazo anunciado la medición de pobreza 2015 a nivel nacional y por entidad federativa ni su evolución, aunque ambas instituciones seguirán trabajando para mantener la credibilidad en la estimación de uno de los aspectos más sensibles de la realidad mexicana: la pobreza.

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