Por Walter Buchanan, CFA socio y director de inversiones en SaveNest
El día de ayer se publicó el dato de inflación de abril, que se ubicó en -1.01% y 12 meses en 2.15%. Algunos han tomado este dato como positivo, nuestra intuición rápidamente nos dice “baja inflación, seguro es un buen dato”, pero si nos ponemos a reflexionar en qué es lo que ha llevado a la inflación cerca de niveles mínimos de 20 años, el resultado no es tan positivo.
Y es que, como ya hemos comentado, la tasa objetivo de Banxico se encontraba en niveles muy altos, o sea una política monetaria restrictiva que, como su nombre lo indica, estaba restringiendo ya la actividad económica, el país no creció el año pasado, lo que significa menos demanda, menos dinamismo económico y resulta en una menor presión al nivel general de precios. A esto se le sumó el choque externo de la pandemia que, por los cierres de economía y cuarentena, ha traído otro choque mayor a la demanda e incertidumbre sobre el crecimiento futuro.
Como ya sabemos, la pandemia ha afectado de una manera importante el sector petrolero, repercutiendo en el precio de la gasolina, un factor que ha contribuido a la baja inflación. Sin embargo, aunque nos guste pagar menos dinero para llenar nuestros tanques, esto se ha dado por choques a la demanda y al crecimiento mundial, no como en 2015-2016 que el sector petrolero se vio afectado por condiciones específicas a éste.
Entonces, después de recapitular las causas y el camino de cómo llegamos a niveles bajos de inflación, nos damos cuenta de que nuestra intuición nos engañó, ya que esta vez menos inflación, en un entorno de incertidumbre y choques, no es el reflejo de algo bueno.
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