La cultura organizacional se ha vuelto prácticamente un asunto de Estado en las empresas. Cada vez más corporaciones tienen asumida la noción de que sin una buena cultura, los resultados y objetivos marcados se volverán más difíciles de alcanzar.
La Socia Senior en McKinsey & Company, Carolyn Dewar, la define como el conjunto de mentalidades y creencias que moldean la forma de trabajo de los colaboradores y esboza 3 razones por las cuales ha adquirido una importancia fundamental.
- La especialista apunta que un estudio hecho por McKinsey&Company, en el que se analizó a más de mil corporativos y más de 3 millones de colaboradores, utilizando el Índice de Salud Organizacional, reveló que aquellas compañías que se situaban en los cuartiles más altos en materia de cultura organizacional conseguían una retribución a sus accionistas entre 60% y 200% mayor que las organizaciones que se encontraban en los cuartiles centrales e inferiores, respectivamente.»
- Carolyn Dewar explica que en un mundo en el que la innovación avanza a un ritmo vertiginoso, los productos y los modelos de negocio corren un alto riesgo de ser replicados. Ante este panorama, ¿qué es lo que permanece?¿Cuál es el elemento diferenciador, la ventaja competitiva máxima? La respuesta es una cultura organizacional robusta que sea capaz de adaptarse automáticamente a los cambios del entorno para hallar nuevos caminos al éxito. Son camaleónicas; lo suficientemente aptas para adecuarse , sobreponerse y sacar ventaja de los factores exógenos que pudieran mermarla.Y por su naturaleza, las culturas son difíciles de replicar, argumenta Dewar.
- Por lo contrario, de acuerdo con sus investigaciones, 7 de cada 10 empresas fracasan en su proceso de adaptación, y el 70% de los fracasos son atribuibles a problemas relacionados con la cultura organizacional. Por ello, enfatiza Dewar, las culturas débiles no solo afectan el rendimiento de la organización al fomentar un desempeño mediocre, sino que a largo plazo pueden conducir a la empresa a la perdición.