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¿Por el rescate de Pemex?

El rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa productiva más importante del Estado mexicano, es uno de los proyectos más ambiciosos y complejos del Gobierno de López Obrador.

El plan para hacer de Pemex la “palanca de desarrollo nacional” (según el mismo AMLO), contempla una inyección de alrededor de 456 mil millones de pesos entre 2019 y 2022, y una serie de medidas como aportaciones de capital, apoyos fiscales, prepago de pagarés y apoyo en la estrategia de combate al robo de combustible, resume el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

Ante una tesitura de semejante envergadura, ¿qué debería cuidar la otrora paraestatal mexicana para aumentar su competitividad? ¿Qué debería fomentar López Obrador para acercarse a su objetivo? ¿Qué hay que evitar?

Para el doctor Miguel Marmolejo Cervantes, especialista en Derecho energético y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT, más allá de valorar si la estrategia emprendida por el Gobierno federal es la adecuada, resalta un punto sustancial: el proyecto no puede fallar.

“El rescate debe funcionar. Pemex es una fuente de ingresos fiscales muy importante para el Estado mexicano y no puede permitirse continuar siendo un barril sin fondo, porque si sigue así, estaríamos ante un rescate equivalente al bancario que nos puede tronar. Se puede generar un ‘Pemexproa’”, expresa.

Jesús Torres, socio director de ONCE Business Consultants para Energía, manifiesta que si se desea que Pemex logre ser un detonante fundamental en la actividad económica del país y aumentar su competitividad, debe eficientar sus gastos operativos y adoptar una visión como si de una empresa privada se tratase:

“Si haces un benchmarking con los costos de Pemex por la perforación de un pozo o la producción de un barril de gasolina, respecto a los de otros países, te das cuenta que el gasto ha sido ineficiente. Están gastando de más en algo que pudo haber salido más barato, y liberado recursos para invertir en otros proyectos que generen más actividad económica”, apunta. 

Inversión privada: el oxígeno que necesita para sobrevivir 

Los especialistas coinciden en que es de suma relevancia que el Gobierno de López Obrador facilite la asociación de Pemex con la iniciativa privada (farmouts), particularmente en temas de exploración y extracción de crudo, que permita a ambas partes compartir riesgos financieros, tecnológicos y geológicos.

“Pemex tiene que voltear a ver qué puede hacer con el sector privado, qué puede aprender de compañías petroleras que han desarrollado proyectos exitosos; pero necesita tener más apertura a hacer inversiones compartidas en las que distribuyan riesgos. El golpe para una empresa que perfora un campo en aguas profundas y lo hace por sí sola es altísimo”, sostiene Jesús Torres.

Agrega que los farmouts también propician la transferencia de experiencia, tecnología y conocimientos.

“La reforma energética apostó por permitir la inversión extranjera, pero con el cambio de política energética no queda claro si los Contratos de Servicios Integrales de Exploración y Extracción (CSIEE) que se licitarán serán lo suficientemente atractivos para el capital foráneo”, refiere Marmolejo Cervantes.

Otro elemento que presiona a Pemex es la postura agresiva adoptada por agencias como Fitch Ratings o Moody’s, que en los últimos meses han reducido la nota crediticia de los bonos de la empresa productiva.

El investigador considera que lo anterior se debe a que las calificadoras asumieron que el Gobierno mexicano, tal como lo planteaba la reforma energética, privatizaría el mercado petrolero -mas no la petrolera- a través de la licitación de proyectos de exploración y extracción de crudo, el otorgamiento de permisos para la instalación de terminales de almacenamiento y distribución de combustibles de empresas foráneas, etcétera.

“El plan era que la iniciativa privada se hiciera cargo (del mercado) a cambio de que el Gobierno cobrase regalías, más aparte el  pago de impuestos. Es un sistema que ha funcionado en diferentes países, pero aquí al Gobierno federal no le pareció el modelo”.

Por ejemplo en Noruega, menciona Miguel Marmolejo, la compañía estatal Equinor permite la entrada de capital privado y está posibilitada para participar en los derechos de otras firmas como socios. La brasileña Petrobras tiene inversión privada en el mercado y en la empresa, aunque el Estado controla la mayor parte de la propiedad.

“Tenemos que buscar una economía más competitiva que permita competir a Pemex como una empresa transnacional”, señala.

Marmolejo Cervantes también advierte que Pemex debería volcar su inversión en la exploración y extracción de crudo, dado que es la cadena de valor que más dividendos genera, y alejarse de la refinación y la distribución de combustible y estaciones de servicio.

“Lo ha dicho la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público: el dinero debe inyectarse hacia donde haya más rentabilidad, donde nos deje dólares y no centavos de dólares. Si vamos a rescatar a Pemex, hay que hacer que el modelo de negocio de Pemex funcione”, afirma el investigador.

Por otra parte, aun reconociendo que es un tema sumamente complejo, Jesús Torres aboga por una reestructuración de personal de la empresa productiva mexicana, pues, de acuerdo con el especialista, “si nos atenemos a su nómina, a Pemex le sale más caro administrar que producir”.  

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