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Poemas para los que se quedan: María del Carmen Velasco, Premio de Poesía Aguascalientes 2022

María del Carmen Velasco, Premio de Poesía Aguascalientes 2022

María del Carmen Velasco Ballesteros se sienta a conversar en el restaurante del hotel, unas horas antes de la ceremonia del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2022.

Viste una camisa azul clara, sobria pero elegante. Acaba de regresar de una charla y lectura con el colectivo Buscando Personas, Verdad y Justicia de Aguascalientes. El libro que se galardona, La muerte golpea en lunes, alude a la realidad de los desaparecidos y a la violencia que ha atravesado el país; en especial, la llamada “Guerra contra el narcotráfico”.

La sesión con el colectivo fue planeada con antelación, porque se buscaba propiciar una charla en torno a las experiencias de los que se quedan. El día 6 de mayo del 2022, en el Teatro Morelos, María del Carmen Velasco se convierte en la onceava mujer en obtener el galardón poético más importante en el país.

En una amena charla, cuenta algunos fragmentos de su trayectoria: “En el horóscopo chino, soy cabra, esa es una de mis personalidades. Las cabras, para subir al monte, van subiendo y ven un arbusto delicioso. Van, comen. Suben otro poco, ven otro arbusto y van a comer. Así ha sido un poco mi vida, yo siempre he hecho un poco de todo”.

Las metáforas de la infancia

María del Carmen cuenta que comenzó a escribir desde chica y adolescente en papeles sueltos y servilletas, sobre todo, “metáforas, muy simples; existía una cierta inquietud”.

Su abuelo paterno, proveniente de Oaxaca, era músico (oboísta) y también orfebre; además, escribía mucha poesía y también pequeñas escenas de teatro. En diferentes momentos le leía poemas, de los que se aprendía a algunos versos.

En la primaria, más allá de la costumbre declamatoria de enseñar a los estudiantes poemas patrióticos (de Juan de Dios Peza o el hermano Lobo), confirmó su interés por la palabra: “Me encantaban la rima, el sonido y las historias que se contaban a través de los poemas«.

Compromiso con la vida y la palabra

Más adelante, María del Carmen Velasco vivió en Tabasco con un grupo de amigas, en una comunidad campesina, durante un año y medio.

Posteriormente, surgió un proyecto para trabajar en Los Altos de Chiapas con campesinos indígenas. En la comunidad, participaba en la redacción y confección de un pequeño periódico —que abarcaba noticias de corte agropecuario, entre otros—. Gracias a un mimeógrafo, que construyeron ellos mismos, los trabajadores indígenas leían y contextualizaban su trabajo por este medio.

En Chiapas también conoció a su primer marido, quien, siendo escritor, la alentó a escribir. Ya de vuelta en Ciudad de México, a principios de los ochenta, se integró a un taller con Óscar Oliva, poeta chiapaneco y exponente de la poesía testimonial.

En ese espacio, el también ganador del Premio de Poesía Aguascalientes con Estado de sitio en 1971 promovía todo tipo de lecturas, pero, en particular, la de autores centroamericanos comprometidos con las causas de las guerras de liberación nacional (en Salvador, Nicaragua, Guatemala, etc.): Otto René Castillo, Roque Dalton, Gioconda Belli, Ernesto Cardenal o Pedro Mir.

Óscar Oliva, menciona, insistía en dos cosas fundamentales: “Los poetas tienen que leer de todo, tiene que ser gente que sabe de todo, gente culta; además, tienen que ser gente que esté comprometida con su realidad”.

El “silencio” en que se escriben los poemas

Tras concluir ese taller y su paso por otro similar con Efraín Bartolomé (también ganador del Aguascalientes en 1984 por Música solar), con las herramientas adquiridas escribió un libro que se publicó en Chiapas.

El poemario se titula Declaración del agua, y ella comenta que se encuentra trabajándolo para republicarlo. María del Carmen recalca que hizo formación literaria como lectora, en talleres y de forma autodidacta.

Tras esta publicación en 1993, la autora dejó de publicar libros hasta fechas recientes. En otras entrevistas ha mencionado que tras este “silencio” de más de dos décadas, retomó la escritura hacia 2019; sin embargo, ahonda en este aspecto:

“Cuando digo que dejé de escribir en un periodo largo, quiero decir que dejé de escribir en el sentido de pensar en hacer un libro y publicarlo. En realidad, cuando la poesía está adentro de uno, no dejas de escribir”.

Añade: “Tengo un duendecito dentro de mí que selecciona los datos de la realidad: visuales, auditivos, olfativos, etcétera. Confío muchísimo en él. Él trabaja, selecciona, guarda. No escribía para publicar, pero en mi cabeza se guardaban cosas”.

Ante un México en conflicto

“Yo soy una persona que lee las noticias y está pendiente de lo que sucede en el país. Me duele mucho y no entiendo cómo podemos vivir contentos con lo que pasa, no sólo con la violencia sino con la miseria”, remarca.

En los años más cruentos de la “Guerra contra el narcotráfico”, señala que las notas de periódicos se habían convertido en notas rojas, de amarillismo terrible. Peor aún, “los muertos se convertían en estadísticas”. Cuando sintió que se volvía insensible ante los hechos, decidió que era el momento de hacer algo.

Aquel duendecito se nutría de la experiencia de vida y de la inconformidad frente a un México en conflicto. La formación en antropología de Maricarmen le permitió convertir su lectura en un proceso de investigación: “No se hablaba de lo que vive la gente que se queda, los familiares, los amigos, las novias, los secuestrados, las asesinadas, los desaparecidos, las desaparecidas”.

No obstante, hacia 2010, no era capaz de seguir con el proyecto. “Me afectó muchísimo y no pude seguir escribiéndolo”, cuenta.

«La muerte golpea cualquier día de la semana»

Pasó el tiempo; siguió anotando y guardando información. Reconoce a otra poeta como clave en el proceso, María Baranda, quien en 2003 también ganó el Premio de Poesía Aguascalientes con Dylan y las ballenas. Remarca: “es una mujer con una sensibilidad y una inteligencia muy especial”.

En uno de sus talleres, Baranda propuso a los asistentes que escogieran un personaje de la historia y lo recontextualizaran en México. María del Carmen Velasco escogió la obra Lisístrata, de Aristófanes, comedia griega que relata cómo las mujeres están hartas de la violencia de la guerra, por lo que deciden condicionar sus interacciones sexuales con sus esposos.

Menciona que han existido Lisístratas modernas, como en Nicaragua. No obstante, el abordaje no era desde ese lugar: “A mí me encanta la experimentación en poesía, me gusta jugar con formas. Ahí me di cuenta que había una voz que era muy diferente a todo lo demás. El duende me dijo ‘detente y escúchala’”.

Cuando soltó aquella voz, relata, se dio cuenta de que lo que estaba escribiendo era La muerte golpea en lunes: “¿Por qué en lunes? Porque la muerte golpea cualquier día de la semana”, responde a la pregunta implícita.

Tras el arduo trabajo de corrección, decidió que el Premio de Poesía Aguascalientes era la plataforma ideal para presentarlo: “Este libro no me pertenecía, no era mío […] Este libro era para el Aguascalientes, porque necesitaba una editorial con muy buena distribución y, si el libro ganaba, iba a tener mucha difusión”.

La muerte golpea en lunes se sitúa en la tradición de poesía testimonial y de denuncia latinoamericana, que responde a la consigna de Óscar Oliva de que los poetas deben comprometerse con su realidad. Será publicado en los próximos meses.

Antes de despedirse para comer y dirigirse a la ceremonia de entrega del 54 Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, menciona María del Carmen Velasco: “Cuando llegas a cierta edad, llegas a ver hacia atrás. Ahora veo hacia atrás y digo ‘qué loca la vida’”.

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