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Poder o influencia: ¿Qué se necesita para lograr resultados?

Group of multi-ethnic business partners discussing ideas

Si alguna vez ha visto a alguien, que no tiene autoridad, lograr convencer a otra persona de hacer algo, entonces ha sido testigo de lo que es influir. Esta palabra se entiende como el ejercer un predominio sobre otros para crear un impacto en ellos sin utilizar la fuerza.

En las organizaciones, esta habilidad es muy valorada, pues quienes la tienen ayudan a crear un buen ambiente de trabajo y motivan a los demás a realizar actividades. Son colaboradores muy apreciados y con quienes se desea trabajar.

Sin lugar a dudas, los gerentes y supervisores requieren de la habilidad de influenciar para ser eficientes; pero, ¿qué tanto depende de su personalidad?, ¿de su posición en la organización?

Lo malo es que esta capacidad escasea en las empresas. Muchos jefes o directivos no saben cómo influir en sus trabajadores, lo cual los lleva a realizar tareas que no les corresponden y, peor aún, a limitar el alcance de su área o departamento.

Con frecuencia, muchos problemas inician cuando los individuos se sienten incapaces de incidir en las decisiones. Algunos se sienten incómodos con el sistema que continúa ignorándolos, o bien, se hacen apáticos y simplemente dejan de participar. Ambas conductas son autodestructivas y provocan que las personas a su alrededor también pierdan la confianza en la compañía.

Sin lugar a dudas, los gerentes y supervisores requieren de la habilidad de influenciar para ser eficientes; pero, ¿qué tanto depende de su personalidad?, ¿de su posición en la organización? No hay regla, cada caso es distinto.

Desarrollando la habilidad

Para desarrollar esta destreza, se requiere de tener claridad sobre la relación que existe entre el tener poder sobre alguien (poseer la facultad o potencia de hacer algo) o influenciarlo de manera efectiva.

El poder y la influencia van de la mano: aunque alguien poderoso no necesariamente influye en los demás; quien es influyente sí tiene cierto poder. Es una dinámica muy interesante.

Y a pesar de que ambos conceptos tienen una connotación negativa –el poder puede evocar a jefes o colegas dominantes; mientras la influencia se asocia a individuos manipuladores que logran convencer a otros de hacer cosas en contra de su voluntad–, son necesarios en las empresas para lograr resultados.

El poder y la influencia van de la mano.

La eficacia personal es lo que el directivo manifiesta cuando logra equilibrar su poder con la habilidad de influenciar.

Existen diferentes formas de tener poder sobre los trabajadores:

  1. Cuando se tiene el conocimiento, la experiencia y la capacidad para resolver problemas y tomar buenas decisiones.
  2. Cuando se logra una energía derivada de los miembros del equipo, haciendo lo que el líder quiere, porque se valora su aprobación y se quiere ser más como él.
  3. Legítimo. Es el poder que proviene de la posición en la compañía, lo cual da derecho a pedir a los demás hacer algo.
  4. Recompensa: Se controlan los aumentos de sueldo, las promociones y otros incentivos.
  5. Coercitivo: Se tiene la autoridad para castigar.

Los programas de desarrollo de mandos medios, desde supervisores hasta gerentes, pueden ayudar a reforzar la habilidad de la influencia; pero para lograrlo, se requiere de tiempo, continuidad, persistencia y congruencia. Es absurdo pensar que se pueden lograr avances con un solo curso de fin de semana.

La capacitación debe estar conformada por varias horas, mentoring, medición de resultados (antes y después de las actividades); además de un seguimiento muy cercano del jefe inmediato y del departamento de recursos humanos.

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