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Pescar y liberar: una actividad de meditación no comprendida

 Preparar la embarcación un día antes, levantarse con el albor, revisar que todos los utensilios estén en su lugar, zarpar hacia el interior del lago, tirar el anzuelo una y mil veces hasta capturar un pez… para después de todo ello, liberarlo ¿Qué lógica hay detrás de todo esto? Fácil: Para el pescador deportivo, un pez liberado causa más satisfacción que un pez en el sartén. 

Desde tiempos ancestrales, el hombre practicó la pesca como una forma de supervivencia; sin embargo, la pesca deportiva es un ejercicio más reciente y tiene fines recreativos y de competencia. 

Aristóteles Martínez, presidente de la Asociación Estatal de Pesca Deportiva, refiere que este ejercicio se ha venido popularizando en los últimos años, lo cual ha derivado en una mayor apertura de clubes de pesca y en la consolidación de Aguascalientes como destino predilecto a nivel nacional para practicar este deporte: “La Presa Calles es una de las mejores en el centro del país, la cual se distingue por tener lobinas trofeo, que son las lobinas mayores a tres kilos”, explica. 

La filosofía del “catch & release” 

Contrario a lo que se pudiera pensar, el pescador deportivo está a favor de la preservación del animal. Es por ello que libera al pez inmediatamente después de su captura, con los cuidados necesarios para no poner en riesgo su vida. Así lo manifiesta Gerardo Martínez, mejor conocido entre los pescadores como Lalo Marsal

Gerardo, quien es dirigente del club “La Lobina”, asegura que esta actividad es un deporte de retos, una “rivalidad entre pescador y pez, una competencia sana entre los mismos pescadores; pero más importante aún: una competencia contra uno mismo. Finalmente, el desafío es personal y es lograr capturar un pez cada vez más grande. Conocer tus limitaciones; vencer el cansancio, el calor, el aburrimiento; tener la determinación de lograr tu objetivo”

Enrique Morán Faz, secretario general de Gobierno, es un aficionado acérrimo a la pesca deportiva. Sostiene que sólo aquellos que han practicado esta actividad la comprenden y difícilmente la dejan: Es adictiva. La tensión que sientes en el momento de la picada de la lobina es una emoción que te engancha… cuando ya te involucraste, no hay vuelta atrás”

Otros confiesan que la pesca deportiva les ayuda a desarrollar capacidades de búsqueda y rastreo, debido a que con el paso del tiempo, van identificando el comportamiento de los peces. Estas capacidades, así como el desarrollo de valores como la paciencia, la disciplina y la organización, repercuten positivamente en la vida diaria de quienes practican este deporte. Así lo expresa el veterinario Daniel Romo: “Me beneficia demasiado, porque para mí es como una válvula de salida de presión, del estrés de la semana. Es algo que me ayuda para el día a día, indiscutiblemente”

Hay quienes ven un lado más espiritual y místico en el ejercicio de esta actividad. Es el caso del ingeniero Manolo Rivera, quien reflexiona sobre por qué se hizo apasionado de este deporte: “Para nosotros es vida, es adrenalina, es un momento donde encuentras una paz espiritual entre el torbellino de tu vida diaria, del trabajo, del negocio… Llega un momento donde aterrizas, te tranquilizas y conectas con la naturaleza, con Dios, con tu gente que ya no tienes, con tu familia, con tus amigos…”

Naturalmente, la pesca deportiva también fomenta una hermandad entre los participantes. Las embarcaciones suelen ser espacios reducidos de aproximadamente tres metros de largo por dos de ancho, donde los pescadores suelen pasar hasta 12 horas continuas, un considerable espacio de tiempo que les obliga a convivir y conversar. 

Es por ello -comentan- que alrededor de este deporte se crean grupos de amigos en los que no existen los niveles socioeconómicos ni las divisiones ideológicas, pues al momento de pescar todos son personas buscando lo mismo: capturar un pez y liberarlo. 

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