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Pedro Valtierra: fotógrafo de la historia de Zacatecas y del mundo

Las verdades pueden manifestarse de muchas formas, así como pueden ser vistas desde diferentes perspectivas. Si nos remitimos a la famosa frase “una imagen dice más que mil palabras”, la fotografía puede fungir como testigo de realidades que muchas veces son ajenas a los demás. Muchas veces las luces pueden presentar un mismo panorama de distintas maneras. La virtud de la fotografía es precisamente captar el instante de un momento en que la luz se coloque de tal manera que la realidad parezca sólo una. En esta ocasión, hablaremos sobre un prolífico fotógrafo Zacatecano, originario de El Chivo, Fresnillo, que se dedicó principalmente a la fotografía periodística.

El peso de lo visual dentro del periodismo legitima, hasta cierto punto, la veracidad de los hechos. Siendo que cumple una parte fundamental que apoya la información es también parte del atractivo que otorga a los lectores; es así que, en un primer acercamiento con los periódicos, cuando Pedro Valtierra los vendía en su natal Fresnillo, lo que más llamaba su atención eran precisamente las fotografías. Y quizá es ahí donde se puede hablar de un primer interés por la fotografía: “Aún recuerdo por ejemplo las fotos de Martin Luther King cuando lo asesinaron, y las de aquellos barbudos que entraron a La Habana, y las de John Kennedy”. Los hechos históricos se enmarcan entonces también por esas fotografías y es así que persisten en la memoria colectiva.

Si una imagen fotográfica funciona como prueba de los hechos y acontecimientos, quedando en el imaginario, funciona como bisagra que se va forjando la perspectiva cultural de una colectividad, de un país. La representación en imagen de una identidad nacional se podría resumir en fotografías de hechos memorables, de historias que marcan a la población. Pedro Valtierra es uno de los grandes fotógrafos de México, referente del fotoperiodismo y de la cultura mexicana de finales del silgo XX.

El camino con el que se forjó éstos títulos, inicia en 1969, cuando su familia se muda a la Ciudad de México y en donde adquirió una cámara Insamatic con la que retrataba a sus hermanos. Sin embargo, su relación con la fotografía se profundizaría hasta 1972, cuando contaba apenas con 16 años de edad, cuando, trabajando como bolero, conoció un laboratorio de fotografía que lo cautivó.

Comenzó trabajando ahí revelando fotografías, tarea que él considerara mágica. A partir de ahí, la fotografía lo condujo al periodismo. Luego de tres años de ser aprendiz, teniendo como mentor a Manuel Madrigal, fotógrafo de la revista Siempre, en 1975 se convirtió en fotógrafo profesional de la Presidencia, más tarde inicia su carrera como fotoperiodista en El Sol de México, donde dura dos años. En 1978 ingresa a Unomásuno, lo que le brinda la oportunidad de viajar a diferentes países y a enfrentarse a realidades diferentes.

La historia retratada

Unomasúno fue el medio que lo puso frente momentos históricos relevantes tanto de Latinoamérica como del resto del mundo. Si hay algo por lo que esté atravesaba toda la historia de la humanidad es la violencia, y es así que los actos violentos se convierten en actos a veces de emancipación, otras de sometimiento; Valtierra fue un corresponsal de guerra y se enfrentó a los actos bélicos en diferentes países: Nicaragua, El Salvador, Guatemala, República Árabe Saharauí Democrática, Colombia, entre otras, siendo todavía muy joven.

El periodismo lo forjó y entre muchas cosas, le enseñó a conservar la capacidad de asombro, tan perdida en estos tiempos y tan necesaria para captar la esencia de los actos nacidos de la espontaneidad, la rabia o la necesidad. El fotógrafo afirma que siendo periodista nunca se deja de aprender y que por mucho que se crea lo contrario, no todo está visto, la historia se sigue escribiendo día con día.

La fotografía en el periodismo tiene como propósito constatar el hecho, como ya antes se había mencionado. Pedro Valtierra nos comenta que antes de tomar una fotografía es importante conocer el hecho, documentarse e informarse sobre la situación, esto con el fin de tomar perspectiva de la situación y tener más probabilidad de retratar mejor. Sin embargo, destaca que se debe ser respetuoso de la gente a la que se esté retratando. La cámara se tiene siempre lista con todos estos aspectos en cuenta. “Se trata de contar las historias para que los lectores sepan y conozcan las historias. Lo tenemos que hacer con criterios libres”.

Fue gracias a Nacho López y Héctor García, fotógrafos igualmente reconocidos nacionalmente, que aprendió a valorar la importancia de la cultura en la composición de la foto, lo cual también forma parte del respeto de quien se retrata; se necesita “pensar antes de tomar la foto”.

Y es con estas enseñanzas que tomó fotografías que dejan un legado de la historia de México. Pedro Valtierra fotografió a Fidel Castro en 1980, estando a tan sólo 20 metros de él, quien tenía frente a sí una multitud de 600 mil personas en la Plaza de la Revolución; asimismo retrató a Anastasio Somoza en Nicaragua en el ’79, a medio metro de él, unos días antes de que dejara el poder al ser derrotado por los Sandinistas. Además, entre las figuras más destacadas que fotografió se encuentran Luisa Echeverría a los 17 años, y los escritores Julio Cortázar y Gabriel García Márquez, entre muchos otros.

 El compromiso con la fotografía: proyectos personales

Entre sus proyectos personales se destacan la creación de una agencia y una revista, las cuales llevan por nombre Cuartoscuro. La agencia se formó en 1984 y comenzó a funcionar en 1986, más tarde en 1993 nació la revista. El propósito de estos proyectos es retratar México en diferentes aristas, pasando desde lo político, hasta lo cultural, social y deportivo. El espíritu periodístico es parte fundamental de éstos, puesto que se interesa principalmente en noticias que sean de interés para los lectores.

La agencia cuenta con más de 5 millones de fotografías y 600 mil negativos, que en conjunto forman el archivo más organizado del país. Trabajan para distintos periódicos y revistas de México y otras partes del mundo. Por el momento tiene más de 200 periódicos y revistas digitales e impresas que son clientes de la agencia, lo cual los posiciona como líderes del mercado. Menciona que “no se trata sólo de tomar las fotos, sino que es fundamental archivarlas y guardarlas para la memoria.”  

La revista busca dar un espacio para la difusión de fotógrafos mexicanos de cualquier género y de todo el país. El proyecto surge ante la limitación que existía para los creadores, ya que, la centralización que acuña el país, sólo daba espacio a fotógrafos de la Ciudad de México. Hasta ahora llevan casi cuatro mil fotógrafos publicados, y todos ellos con sello de calidad.

Menciona que la edad no es impedimento para publicar en su revista, han publicado en ella tanto niños de 12 años como ancianos de 100 años. Dentro de lo destacable se puede mencionar el proyecto que hizo en Zacatecas entre 1986-87, en el cual recorrió el estado fotografiando las distintas realidades que se vivían en ese entonces.

La relación con los instantes

Sin duda, todo el camino recorrido le forjaron su manera de fotografiar, pero el tiempo permitió que la percepción hacia ella cambiara. “Yo sigo creyendo en la fotografía periodística y documental, es lo mío. Tengo mucho respeto por los demás géneros, pero lo mío es la foto de calle, del campo, de la luz del día, del dolor, del sufrimiento; retratar la vida y sus vicisitudes. Porque al final nosotros los periodistas no somos responsables de la violencia […]. Nosotros sólo retratamos para las futuras generaciones. Les guste o no les guste.”

Persiste en Pedro Valtierra el compromiso social que trae consigo el periodismo, uno que trabaja sin prejuicios y que el compromiso lo tiene con sus lectores. Incluso más allá de eso, el trabajo es perpetuar la verdad. Ante el inevitable paso del tiempo lo único que queda de las cosas es el recuerdo, y del recuerdo se reviven lo instantes, del recuerdo surge la historia, y eso es precisamente, el retrato de la historia, de los instantes escurridizos, de conformar un rescate cultural que trae consigo memoria histórica. 

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