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Paraísos fiscales: La opacidad de la riqueza

A finales del año pasado, salió a la luz un trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), basado en la filtración de documentos procedentes de dos bufetes de abogados dedicados a proveer servicios offshore (Appleby y Asiciati Trust) y los registros mercantiles de 19 jurisdicciones opacas. En él, se develan algunas de las cuentas millonarias que poseen personalidades y corporaciones de gran renombre, así como los paraísos fiscales en los cuales se encuentran.

Según la página web de El Confidencial, los proveedores de servicios offshore son “bufetes que se dedican a crear complejas estructuras societarias para ocultar el verdadero beneficiario de unos bienes, lograr una mejor optimización fiscal o incluso evadir el pago de impuestos. Lo hacen principalmente a través de sociedades, trust y fundaciones de interés privado”.

Los más de 13 millones de archivos que se han nombrado Paradise Papers, han causado una gran controversia respecto a los paraísos fiscales ─también llamados centros offshore─ y los privilegios que otorgan en cuestión de tributación a las empresas que deciden establecerse en ellos.

¿Desde cuándo existen?

Estos centros de baja tributación no son nada nuevo. Según uno de los autores de Tax Havens, Ronen Palan, este tipo de prácticas tiene diversos antecedentes que se remontan al siglo XIX, momento en el cual se establecieron varios territorios con leyes fiscales de nulos o muy bajos impuestos para abrir una cartera importante de clientes.

Al comienzo no fueron islas paradisiacas como las que figuran hoy en día. De acuerdo a Palan, las reminiscencias más cercanas son los estados de Nueva Jersey y Delaware, territorios en los que se impulsó el modelo prefabricado de empresas. En éste, solamente era necesario tener los nombres de los dueños para comenzar a operar y nutrir sociedades de capital sin que el fisco interviniera de forma agresiva.

Con el tiempo, este tipo de prácticas tuvo gran aceptación y se desarrollaron políticas más liberales a favor de estas firmas. Poco a poco países europeos como Suiza incursionaron en este modelo (esta nación cuenta con una de las actividades bancarias más herméticas de todo el continente).

¿Cómo operan los centros offshore?

La experta en temas fiscales y directora de la Escuela de Contaduría de la Universidad Panamericana campus Ciudad de México, Miriam Paniagua Pinto, explica que el mayor atractivo de los paraísos fiscales son sus bajos o nulos impuestos, por ello un gran número de empresas que facturan millones de dólares deciden usar estos territorios para establecer sus holdings o abrir cuentas para evitar transitar por el fisco de su país de origen.

Además, el secreto bancario se vuelve un factor crucial para que las compañías o particulares mantengan cuentas en estos centros offshore o que constituyan sociedades, según menciona Paniagua Pinto.

A raíz de los datos que fueron revelados por el ICIJ, se han hecho largas listas de países que entran en la categoría de paraísos fiscales o jurisdicciones opacas; dentro de ellas han figurado naciones como Antigua y Barbuda, Aruba, Liechtenstein, Bahamas, Luxemburgo, Macao, Barbados, Maldivas, Belice, Malta, Bermudas, Islas Caimán, entre muchas otras. En el caso de México, el SAT solamente reconoce como tal a 46 países; sin embargo, la Unión Europea tiene una ‘lista negra’ con 17 países y una ‘lista gris’ con 46.

¿Por qué nos afectan los paraísos fiscales?

“La evasión fiscal limita a los gobiernos locales de los recursos necesarios para llevar a cabo políticas públicas y proyectos a favor de la sociedad; es un tema de moralidad e incluso nos hace visualizar la desigualdad en una menor magnitud”, resalta la directora de la Escuela de Contaduría.

Oxfam International refiere que los centros offshore son una parte importante dentro de la disparidad del sistema, ya que permiten que los ingresos y la riqueza salgan de los países de origen, libres de impuestos y en secreto, y sean ocultados de las autoridades tributarias reguladoras. Estas prácticas también interfieren directamente en la medición de la desigualdad económica, ya que no se tiene una idea clara del tamaño de la economía mundial y su repartición.

A pesar de esto, el uso de paraísos fiscales se ha normalizado. Oxfam menciona que nueve de cada diez empresas de las más importantes del mundo tienen presencia en al menos un paraíso fiscal; y si bien no es ilegal tener cuentas en el extranjero, no declarar los ingresos sí lo es.

Entre 2001 y 2014, la inversión en los centros offshore se cuadriplicó, y tan sólo en el 2015, las 50 mayores firmas estadounidenses ocultaron 1.6 billones de dólares en paraísos fiscales.

A pesar de la opacidad de información que existe por parte de los gobiernos de estos territorios, James Henry, autor del libro The Blood Bankers, dice que el monto total de operaciones offshore en el mundo asciende a 36 billones de dólares, el doble del tamaño de la economía de Estados Unidos.

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