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Pagar con tarjeta podría erradicar la corrupción, revela estudio

En México para el 2015 había un total de 163 millones de tarjetas circulando en el país. Sin embargo los números de tarjetas respecto al número de comercios minoristas que aceptan pagos por esta vía demuestran la dominancia del efectivo.

Para el cierre del tercer trimestre del año pasado, según datos de Banxico, se habían utilizado 62 millones 129 mil 176 tarjetas de débito. En México solo el 10 por ciento de los negocios utiliza terminal de punto de venta (TPV), para aceptar pagos con tarjeta.

En la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) del 2015 se demuestra que el 92 por ciento de la población adulta en México prefiere pagar en efectivo cuando realiza compras. El 44 por ciento usa la tarjeta menos de 5 veces al mes. Las cifras muestran que del 61 por ciento que prefiere pagar con efectivo 47.54  lo hace por costumbre, 37.70 por desconfianza y 36.06 por una mejor gestión de sus gastos. Una situación similar se da en el caso de tarjetas de crédito, de las que prefieren prescindir los mexicanos.

A pesar de los avances tecnológicos que posibilitan la adquisición de TPV en los negocios y las facilidades que ofrecen los bancos para que los usuarios tengan una cuenta, la predominancia del efectivo sigue siendo una realidad en México.

¿Cómo beneficia a la sociedad el uso de tarjetas?

En un estudio, Kenneth Rogoff, profesor economista de la Universidad de Harvard, habla del impacto positivo que tendría dejar de utilizar el efectivo como medio principal de pago.

Para el catedrático “el efectivo facilita el crecimiento de la economía subterránea en vez de la legal”. El papel moneda favorece el delito por ser anónimo, fácil de esconder y de transportar. Si bien también se pueden presentar ilegalidades por medio de transferencias o transacciones bancarias, es mucho más fácil ser descubierto.

Aunado a esto, están las vías de pago ilegales que se presentan mediante efectivo y favorecen problemáticas sociales como la inmigración, el narcotráfico o la extorsión. En este mismo sentido, la reducción de efectivo, por ejemplo para el pago de empleos, beneficiaría a la disolución de trabajos informales.

Para que una sociedad sin efectivo funcione es necesario una compleja infraestructura y un interés, principalmente de los bancos y los gobiernos, pues son estos los que se benefician con la impresión y la circulación del papel  moneda. El economista propone en su libro The Curse of Cash (La maldición del efectivo) un plan que implica una retirada gradual de billetes grandes, lo cual favorecería a la transparencia y a erradicar la pobreza y la corrupción.

El plan está compuesto por tres principios básicos:

1

Impedir el modelo de negocios en los que se realizan grandes transacciones anónimas y repetidas a gran escala. Pero permitiendo que los ciudadanos de a pie sigan usando efectivo por comodidad y para hacer compras anónimas de valores razonables.

2

Eliminar el efectivo de forma gradual (10 o 20 años), permitiendo así la adaptación y la introducción de estrategias que resuelvan las posibles problemáticas que se puedan presentar. Retirar gradualmente los billetes grandes y dejar en circulación los pequeños.

3

Reformar en beneficio de las familias de bajos ingresos, las que no poseen cuentas bancarias. Otorgar para estas familias cuentas de débito gratuitas, como lo han hecho Dinamarca y Suecia.

 

Kenneth puntualiza que la eliminación del papel moneda no pondrá fin al delito, pero favorecerá en gran medida a que la circulación ilegal de dinero tenga mucha menor liquidez.

 

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