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Otto Granados: Una vida en la política mexicana

Político erudito, exgobernador de Aguascalientes y tercer hidrocálido en ocupar una secretaría de Estado. Revisamos los primeros años de vida y carrera del recién nombrado secretario de Educación Pública.

La devoción de Otto Granados Roldán hacia los libros es obvia para cualquiera que pise su oficina. Apretados en un librero que cubre casi todas las paredes, cientos de volúmenes intentan hacerse un espacio. Como en una biblioteca pública, el acomodo es ordenado, dividido por temática y autores.

El orden es un aspecto que rige la vida de este político, quien nos da únicamente una hora de entrevista, pues planea sus días con escrúpulo y nunca se permite llegar tarde a sus compromisos. La disciplina es un hábito que le aprendió a su padre, un hombre serio y trabajador que se levantaba a diario en punto de las seis de la mañana para poder abrir su negocio a las nueve, una papelería ubicada en el pasaje Ortega.

Se dice que el amor por la lectura es algo que se descubre desde la infancia. Otto lo encontró en ese local. Durante un tiempo, la papelería intentó vender libros, pero la falta de lectores hizo que de ellos quedara un pequeño volumen almacenado. Él lo visitaba cuando no estaba trabajando en el negocio.

En esos primeros años de vida, hubo una figura que dejó una marca profunda: su abuelo, a quien conoció a través de las historias que su madre contaba. En esas pláticas, supo que había sido dueño de un almacén y que, gracias a su afiliación a uno de los cientos de partidos de la época, fue presidente municipal de la ciudad durante un año, luego senador suplente. Un día, al regresar a su casa, dos personas lo asesinaron. Se rumoreó que la orden la había dado el gobernador de ese entonces, José María Elizalde.

Dichos relatos flotaron alrededor de la atmósfera familiar durante su niñez y juventud, lo cual le hace pensar que una de las primeras veces que se interesó por la política fue en aquella época.

En la preparatoria, Otto comenzó a formar su pensamiento político. Ahora se recuerda como un radical de izquierda que devoraba los clásicos del pensamiento socialista y escribía artículos en una pequeña revista escolar. Por esos años se topó con la lectura que, probablemente, influyó más en el rumbo que tomó su vida tiempo después. Se trata de un ensayo de Max Weber, compilado en un tomo llamado El político y el científico. Es un texto que, incluso ahora, sigue consultando.

“El ensayo de ‹‹La política como vocación›› es un texto que me orientó mucho intelectualmente, supongo que también le encontré atractivo desde el punto de vista de dedicarme a la política. Tan es así que entré al PRI formalmente en el 73, año de la elección federal de diputados”, cuenta Granados Roldán.

Desde antes de salir de la preparatoria, Otto tenía dos carreras en mente: ciencia política y derecho. Igual que dos de sus hermanos mayores, se decidió por la segunda, la cual cursó en la Universidad Nacional Autónoma de México.

“Sinceramente, le vi más futuro al derecho que a la ciencia política, porque era una carrera más vinculada a la investigación; pensé que me ganaría mejor la vida como abogado”, asegura.

Para ser un buen político, hay que tener ideas

Casi tres años después de dedicarse a sus estudios y trabajar como asistente en un despacho de abogados, Otto consiguió su primer empleo en la función pública. Lo contrataron en la Cámara de Diputados como analista de contenido y medios. Duró apenas un año, y después entró a la Secretaría de Gobernación en un puesto similar. Ahí conoció a uno de sus grandes maestros, el político e ideólogo Jesús Reyes Heroles, cabeza de la dependencia en esos años.

La oficina en la cual trabajaba era, prácticamente, la que asesoraba al secretario y se encargaba de facilitarle información que pudiera serle útil, desde artículos de periódicos hasta libros que se publicaban en otros países.

En 1979, Reyes Heroles renunció a la Secretaría de Gobernación y la mayor parte de su equipo se fue junto con él. Otto, que en esa fecha terminó sus estudios de licenciatura, aprovechó para cursar la Maestría en Ciencia Política del Colegio de México. De 250 aspirantes aceptaron a 12.

Durante dos años se dedicó por completo al estudio. Al finalizar, la política volvió a aparecer en su camino, esta vez con un mejor puesto en bandeja: ser el secretario particular de Reyes Heroles, quien asumió la dirección de la Secretaría de Educación Pública.

Para Otto Granados, esa experiencia fue una de las más formativas. Tenía sólo 26 años y todo el interés por absorber el mayor conocimiento posible como si la vida misma fuera una biblioteca. En ese sentido, trabajar con Reyes Heroles fue casi providencial. No solamente tenía la oportunidad de conocer a muchas personas interesantes, sino también estaba cerca de uno de los políticos mexicanos más respetados de la época.

“Aprendí que si quieres hacer política, en el sentido más alto del término, tienes que ser una persona preparada, tener ideas, saber exactamente lo que quieres hacer y tener capacidad de decisión”, comenta.

Así transcurrieron poco más de dos años, hasta que Reyes Heroles murió de cáncer, en marzo de 1985. Otto Granados quedó con un pie en el limbo después de recibir esa noticia. Al ver su situación, dos amigos suyos lo contactaron con el secretario de Relaciones Exteriores de aquellos años, Bernardo Sepúlveda, quien le ofreció un puesto como consejero político en la embajada de México en España.

La temporada en aquel país fue otra de las experiencias que más disfrutó en su vida, tanto personal como profesional; sin embargo, no duró mucho. Al año de haberse instalado allá, recibió una llamada que volvió a dar un giro a su carrera. Al teléfono estaba Carlos Salinas de Gortari, quien estaba como titular de la Secretaría de Programación y Presupuesto. Le ofreció un cargo como oficial mayor en la dependencia. Para esa época, Salinas de Gortari ya figuraba como posible candidato a las elecciones de 1988, así que rechazar el ofrecimiento no era opción.

Legado en el sexenio de Salinas

La gran popularidad de Salinas de Gortari durante sus primeros cuatro años de gobierno se debió, en buena parte, al trabajo que Otto Granados hizo en la Dirección de Comunicación Social de la presidencia. Su experiencia en medios, análisis y estrategia política fue el cimiento para una comunicación sumamente exitosa. Ahora era él quien escribía parte de la historia reciente de México. Los niveles de aprobación del presidente alcanzaron el 75 por ciento, algo que no se ha vuelto a ver desde entonces.

“Me tocó diseñar, creo yo que por primera vez, una auténtica política de comunicación social desde la presidencia. Lo que nosotros hicimos fue formular y ejecutar una política que nos ayudara a lograr altos niveles de consenso de políticas públicas muy específicas o decisiones muy importantes”, afirma.

El proceso de globalización al que entró México de manera acelerada durante esos años hizo que la dirección pusiera en marcha una política de comunicación internacional, principalmente con Estados Unidos, el socio más grande del país. Se construyeron relaciones con los medios norteamericanos más influyentes.

“Diseñé una división de consejeros de prensa en distintas partes del mundo. Recluté 14 personas que tenían el perfil que yo quería y con ellas abrimos pequeñas oficinas de comunicación social en sedes estratégicas. Todo el procesamiento, negociación del TLC, contó con un soporte mediático que nos hizo muchísimo más fácil esa negociación”.

La eficiencia en su trabajo y la inevitable cercanía provocaron que su relación con el presidente se hiciera más cercana, incluso amistosa. Hasta la fecha, Otto Granados y Salinas de Gortari se consideran amigos.

Gobernar con un plan preciso

El apoyo del presidente hizo que Otto Granados no encontrara trabas para dejar su cargo y convertirse en candidato a gobernador de su tierra natal. En 1992, ganó las elecciones locales con el 72 por ciento de los votos. Tenía apenas 36 años, algo poco común en un puesto como ese; sin embargo, demostró desde un inicio que sabía exactamente lo que quería hacer para Aguascalientes. Cuando tomó posesión, resumió su plan de gobierno en diez puntos y durante su mandato se enfocó a cumplirlos.

“Nunca tuve aspiración de ser un gobernante muy popular. Algunos me criticaban que era demasiado serio. Lo era porque lo que quería hacer no era algo que permitiera desconcentrarte. Siempre mantuve el foco, la concentración plena respecto a esos diez aspectos”, confiesa.

El balance actual de Granados sobre su administración es un gobierno eficiente y organizado. Desde un inicio trató que sus colaboradores y gabinete trabajaran con base en resultados.

Uno de los puntos que se propuso lograr fue el de reducir la deuda estatal, para lo cual era indispensable adelgazar la estructura del gobierno y rendir mejor el presupuesto. Las acciones que tomó hicieron que la deuda recibida, de aproximadamente 750 millones de pesos, se redujera a 150 millones.

Un sueño, cuatro sexenios después

El tema educativo estuvo presente en su carrera desde su trabajo con Reyes Heroles. Antes de convertirse en el director de comunicación social de la presidencia con Salinas de Gortari, Otto Granados tenía los ojos puestos en otro cargo: la Secretaría de Educación Pública. A pesar de su edad, esperaba ser considerado como candidato a secretario; pero el presidente, quien conocía sus aspiraciones, decidió poner en la SEP a Manuel Bartlett como estrategia política, pues había sido su contrincante en las elecciones internas del partido.

Después de su gubernatura y de haber sido canciller de la embajada mexicana en Chile, Granados se retiró de la vida pública. Durante doce años, los cuales coinciden con el periodo de alternancia PRI-PAN, se dedicó al sector académico. Fue catedrático del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, donde fue miembro y consejero del Comité de Ética.

En 2015, volvió a la SEP como subsecretario de Planeación, Evaluación y Coordinación, donde ejecutó el nuevo modelo educativo. En diciembre de 2017, sustituyó a Aurelio Nuño para ocupar, por fin, el puesto que había deseado desde 1988.

La tarea que tiene por hacer es terminar de implementar la reforma educativa propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto. El secretario está convencido de que es una de las más importantes que ha tenido México, por lo menos desde los años sesenta; no obstante, advierte que deberán pasar por lo menos dos décadas para ver los cambios.

Probablemente, Otto Granados alcance a cosechar los frutos del trabajo que ha hecho desde hace décadas. Los sacrificios en el camino han sido varios, pero él los resume en uno: tiempo para sí mismo y para las personas que quiere. A pesar de ello, la política tiene sus recompensas.

«Una de las cosas que suelo recordar ahora que estoy en el último tramo de mi vida pública es que, al final del día, la política es un oficio cruel y salvaje en el cual tú sólo puedes sobrevivir si haces aquellas cosas en las que crees”, menciona el político, quien nos urge sutilmente a finalizar la entrevista, pues ya nos robamos veinte minutos más de su agenda; y como sabemos, el tiempo es oro para él.

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