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Óscar Malo Flores

El acordeón es su amor infinito. Los doce kilogramos que pesa este instrumento desaparecen de sus hombros cuando interpreta una canción. Para él, la música es el medio para transformar el mundo.

Oscar Malo Flores ha sido merecedor del título de Tuno Mayor por su labor de 50 años como profesor, promotor musical, mente creativa de distintos grupos y orquestas. Además, ha sido director y fundador de estudiantinas.

Ha pisado más de diez veces el Auditorio Nacional y sus discos han llegado al extranjero. Entre sus favoritos está Tengo mil novias.

Líder Empresarial (LE): ¿Cómo inició su gusto por la música?

Óscar Malo (OM): Con mi familia. Mi padre tenía una hermosa voz y mi madre era pianista. Somos seis hermanos y todos somos músicos.

Ninguno se ha dedicado profesionalmente a la música, a excepción de un servidor y de un hermano que hace proyectos nacionales, yo siempre le ayudo.

En seis años, entramos once veces al Auditorio Nacional, hemos trabajado con grandes artistas del país: Alazraki, Armando Manzanero, los Castro, Manuela Torres, Marco Antonio Muñiz grande, Mario Pintor, Sergio Esquivel, Yoshio.

LE: ¿Cómo empezaron las estudiantinas a formar parte de su vida?

OM: Me voy al seminario a los 12 años. El primer año compré un acordeón chiquitito, tuvimos solfeo, dirección vocal y pertenecí a la Schola Cantorum. Estuve once años en el seminario.

Cuando salí, me invitaron a la Estudiantina de Aguascalientes, que hizo una gira en el norte del país y Estados Unidos. Eran puros muchachitos de 16 a 17 años, yo ya tenía 22. Al siguiente año, grabamos el primer disco, yo dirigiendo.

También nos tocó participar en el Concurso Nacional de Estudiantinas en la Ciudad de México.

Ganamos la primera etapa, con eso nos integramos al boom de las estudiantinas de esa época.

LE: ¿Cuál fue una de las experiencias más gratas?

OM: Primero, el contacto con una población femenil. Era un pegue tremendo con las muchachas, en el Norte sobre todo, porque no tenían más que de oídas las estudiantinas. Fue muy impactante.

En EUA, cuando llegamos a San Antonio, estaba una de las bandas universitarias en el kiosco y nosotros íbamos a tocar abajo, por supuesto no había sonido como tenemos ahora, cantábamos directamente. Pensamos que iba a ser un fracaso, pero la gente nos rodeó y la banda dejó de tocar porque todos estuvieron con la estudiantina. Fue una experiencia extraordinaria.

LE: ¿Cómo se siente al ser considerado el Tuno Mayor?

OM: Yo estuve con la Estudiantina de Aguascalientes dos años. En el 66, fundo la estudiantina femenil en la Escuela Normal del Estado, luego la estudiantina de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y después la del Colegio Cristóbal Colón. De cinco estudiantinas, yo he dirigido cinco y he fundado tres.

En el 68, hago el disco Voces hidrocálidas, que se otorga a todas las delegaciones que vinieron a participar en las Olimpiadas.

Entre mis alumnos predilectos: José María Napoleón, Ricardo Martín Jáuregui, Jesús Malo, el maestro Jorge que dirige la rondalla de la preparatoria Benito Juárez. Hay muchos alumnos que han superado al maestro.

Yo he vivido mi vida intensamente a través de la música. Me han pagado por dar clases, pero no por dirigir estudiantinas, eso ha sido un gusto personal. Mi pago es la emoción de ver que puedes transmitir a otros esa sensación, la gente goza mucho y yo gozo más.

¿Cuál ha sido mi misión? Preparar público para que sepa escuchar, vivir y hacer música. Yo estoy convencido de que la música es la salvación de todos los problemas del mundo. [Con ella…] se rompen barreras y egoísmos, se llega a trascender.

LE: ¿Cuál fue el proceso de creación del himno de la Universidad Autónoma de Aguascalientes?

OM: Llego a la universidad en 1973. Al siguiente año, me voy becado a Venezuela, yo soy etnomusicólogo. En el 76, Humberto Martínez de León me dice que viene el presidente Luis Echeverría […] y había que preparar algo singular, especial.

A mí se me ocurrió pensar en el himno universitario porque ya estaba el lema de Desiderio Macías Silva.

Lo hice en un viaje a Ciudad de México; se hacían 8 horas en el autobús, ahí escribí el primer boceto del himno y al amanecer me vino la música.

El himno se presentó el 18 de noviembre del 76 ante el presidente. Cuando entraron al centro de información, un coro de 200 integrantes comenzó con Se lumen Proferre. El presidente se emocionó mucho y me mandó llamar, rompiendo todo protocolo, me pidió que lo volviéramos a interpretar. Fue una emoción muy fuerte.

El consejo lo determinó símbolo en 1977 y cuando el himno cumplió 30 años, ante notario público, lo regalé a la UAA.

LE: ¿Qué significa para usted el himno?

OM: La primera parte significa nuestra mexicanidad como aztecas, como una etnia desconocida por muchos años y reencontrada por los españoles, en esos dos compases manejo yo esa sensación de un pueblo indígena que no había sido descubierto. Luego, paso a un tono menor, eso significa la lucha entre lo indígena y lo hispano. Concluyo con un tono mayor, que es la neonacionalidad del mexicano, los mestizos que somos y de ahí bajo a la luz de la universidad.

LE: Si usted fuera un instrumento musical, ¿cuál sería y por qué?

OM: El acordeón. Está pegado al cuerpo, es la sensación de estar cerca, en lugar de ser una barrera es un acercamiento. Es un instrumento completo, tiene acompañamientos, armonías, melodía y luego tiene la posibilidad de, a través de registros, cambiar un poco el sonido. Es muy alegre, romántico, dulce, potente… Es como el amor infinito.

LE: ¿Cuál ha sido el mejor consejo que le han dado?

OM: El mejor consejo que me han dado y lo he hecho slogan de mi vida es que nadie te robe tu alegría.

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