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Nombre: ¿verbo, sustantivo o predictor del éxito?

Por Lyana Kahn

Originalmente publicado por Editorial Hotbook

 

¿Qué hay detrás de un nombre? Demasiado, y aún más cuando se trata del éxito de cualquier negocio pequeño. La denominación adecuada puede llevar a una empresa del anonimato a la fama; mientras que la equivocada puede predestinarla al fracaso. ¿Entonces? Idealmente, el nombre elegido debe transmitir el expertise, valor y unicidad del producto que se ofrece.

Opiniones hay de todas. Algunos expertos pelean que los mejores nombres son indeterminados y abstractos. Otros se afanan por los completamente informativos, pues defienden que es importante que los clientes sepan de qué es la firma en un solo parpadeo. Otros simplemente prefieren los inventados, es decir, los formados por palabras que no existen, que son pegajosas y contagiosas.

Ciertamente, cualquier denominación puede ser efectiva si está respaldada por una estrategia de marketing apropiada. Lo que es una realidad es que la conectividad constante y las redes sociales han venido a evolucionar la forma en la cual trabajamos, nos relacionamos, compramos y percibimos absolutamente todo. Por lo mismo, no es una sorpresa que también esté cambiando cómo se debe de nombrar o no a una empresa.

Hoy en día, el nombre de las empresas, usualmente, también es su dirección web o URL, que es la manera en la cual los clientes se están conectando con ellas. Por esa razón, es importantísimo mantener denominaciones cortas. Los dominios poco extensos regularmente ganan por la facilidad de recordarlos; incluso diferentes investigaciones demuestran que dominios de 7 caracteres o menos, excluyendo los sufijos .com, .mx o el que sea, tienden a tener mayor tráfico. Conforme hay más caracteres, el tráfico va a la baja. ¿Entonces? Longitud ideal: corta.

Nombres contagiosos pero inventados, definitivamente tienen sus pros y contras. La importancia de mantener dominios cortos hace a las compañías escoger algo breve y memorable, aunque acaben eligiendo palabras inventadas (sin significado), como Google, o sin vinculación alguna al negocio, como Uber (nadie imaginaría jamás, solo por su denominación, que es un servicio de transporte). Tomar este camino, sin duda, tiene ventajas y desventajas notorias.

Un nombre pegajoso, breve y con mucho “punch” puede ser increíblemente valioso; pero solamente si los clientes ya reconocen a la empresa (y llegar a esa etapa puede ser extremadamente costoso). Es el caso de Amazon y Uber, que tienen que gastar millones para hacer a la gente saber lo que son. Por eso, la mejor solución, y evidentemente la más difícil, es encontrar un sustantivo memorable y descriptivo, como Cinépolis.

Por otro lado, nuestro mundo se ha convertido en una micropantalla que llevamos en la mano. ¿Deprimente? Un poquito, pero igual hay que considerar cómo se muestra el nombre del negocio en la pantalla de un smartphone. Parte de esto tiene que ver con diseño y elementos como la tipografía; no obstante, también depende de la palabra y cómo se deletrea. En conclusión, si la tendencia es buscar algo en el móvil y darle un vistazo rápido a la pantalla para saber qué es, absolutamente hay que tenerlo presente.

Una herramienta que puede ayudar en la elección es Google AdWords. Este arroja búsquedas de frases similares, en conjunto con búsquedas mensuales (globales y locales), las cuales pueden ayudar a corroborar que no hay un nombre sutilmente diferente con mayor atención en internet. Este tipo de instrumentos son básicos y no pueden pasar desapercibidos.

Asimismo, tomar en cuenta el aumento del uso de asistentes digitales controlados por voz (Siri, Alexa y Cortana) es indispensable, ya que el nombre de una compañía debe sonar exactamente como los consumidores lo pronuncien. De esa manera, se evita que los asistentes digitales lo reconozcan equivocadamente, causando confusiones. Puede sonar como un futuro muy lejano, pero los asistentes digitales cada vez toman más fuerza. Por eso, no hay que olvidarse de ellos, sino provocarán que los compradores se olviden del negocio.

Se pudiera redactar una cátedra completa de qué hacer y no hacer al escoger la denominación de una empresa; pero no hay que clavarse tanto. Claro que este aspecto es importante y durará tanto como la compañía misma; sin embargo, sigue siendo menos relevante que proveer un excelente producto o servicio: definitivamente, el éxito se trata más de la experiencia que recibe el cliente. El consumo crecerá conforme la oferta del producto o servicio sea especial, única y de utilidad. Engancharse mucho dejará menos tiempo para desarrollar lo verdaderamente valioso; pero si el nombre de una firma es el adecuado, este será un catalizador a su favor.

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