Max abrió en los años 60, en el centro de la ciudad. Actualmente, Justino Ponce Muñoz atiende esta lonchería y se encarga de brindar alegría a sus clientes.
Su plato principal no son las tortas o quesadillas, sino complacer el paladar de quienes comen en el lugar por más oscura que esté la noche: el horario nocturno, en el cual únicamente opera, es una de sus particularidades.
Otras de sus características son la atención y cercanía que Justino tiene con los clientes, lo cual se debe a su buena memoria, pues recuerda a cada una de las personas que ha llegado a Max.
“A pesar de trabajar de noche, nunca he sentido oscuridad. Siempre ha habido luz en mi camino,” dice.