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Nazario Guerrero Ruelas

El arquitecto Nazario Guerrero Ruelas es un personaje único. Para realizar esta entrevista, nos citamos en su lugar favorito: El Parián. “Buscas a un hombre de cabeza blanca y chamarra beige”, me comentó previo a nuestro encuentro.

Al llegar a tal lugar, curiosamente vi a varias personas con las mismas características que el hombre me describió; pero con una palmada por la espalda me hizo distinguirlo inmediatamente.

Un tipo formal, con el cuerpo erguido y un semblante sumamente relajado llegó y me saludó como si fuese un viejo amigo. Era don Nazario, el constructor del más reciente Parián, quien comenzó a dialogar conmigo en cuanto volteé a verlo.

“¿Sabes cuántas columnas sostienen El Parián?”, me preguntó. A lo que yo respondí vagamente: “Me imagino que unas 15, arquitecto… ¿Le atiné?”. Me contestó que no: “Aquella plaza no tiene ninguna columna. De hecho, esos pilares que ves están colgados del techo, una característica que pocas personas saben”, señaló.

Como si fuese el patio de su casa, el arquitecto Nazario comenzó a explicar cada particularidad de esa obra en la que fue partícipe, describiéndola como “una plataforma de despegue para el estado”. Según me explicó, aquella plaza comercial fue una puerta hacia la evolución económica que tuvo Aguascalientes a partir de los años 80.

“Se planeaba construir tres puentes a desnivel en el centro de la ciudad; no obstante, muchas personas, entre ellas don Antonio Gutiérrez Prieto, evaluaron el proyecto y se dieron cuenta de que esto podría ser una hecatombe que frenaría el crecimiento de la entidad por varios años”, relató.

Gracias a aquel diagnóstico, muchas de las iniciativas pensadas para el desarrollo de la ciudad en esa época tomaron un nuevo giro, al igual que los planes de vida de don Nazario y su familia. Siendo queretano de nacimiento e hidrocálido por adopción, soñaba desde pequeño con poder construir grandes edificios y obras de impacto para una urbe, pero jamás se imaginó que ese lugar sería Aguascalientes.

En el inicio de su trayecto profesional, se mudó a la Ciudad de México para terminar sus estudios de preparatoria a los 18 años; posteriormente, cursó la Licenciatura en Arquitectura en la Escuela Nacional de Arquitectura, Academia San Carlos, a inicios de los 50.

Una vez graduado como arquitecto, se incorporó a una de las firmas más importantes del país en el sector de la construcción: Grupo Gutsa, en donde hizo carrera por alrededor de cuarenta años hasta que un proyecto le hizo desviar su mirada hacia el centro del país:

“Conocí Aguascalientes por una obra que dirigí a mediados de los 60: la del Instituto Tecnológico. Aquella obra me abrió puertas en esta bella ciudad, por lo que a inicios de los 80 me llamaron para reconstruir El Parián, en esta ocasión, por medio de mi propia empresa llamada Prourbe del Bajío. Era una obra sin precedentes para la entidad; pero en ese tiempo ya tenía una familia, por lo que tuve que convencerlos de mudarse conmigo. Recibí todo su apoyo”.

Como en todo cambio, don Nazario desconocía a qué se iba a enfrentar al mudarse a Aguascalientes; sin embargo, su experiencia en Gutsa le había permitido conocer gran parte del país. ¿Qué iba a ser diferente? La respuesta la encontró en cuanto pisó el suelo hidrocálido: la gente.

El arquitecto Guerrero Ruelas estaba sorprendido por la forma en la que las personas lo trataron: “Fue increíble cómo los vecinos se portaron tan amables conmigo desde que mi familia y yo arribamos al estado. Nos dimos cuenta de que el lema que tanto promociona Aguascalientes era cierto… Es la tierra de la gente buena”.

Una vez instalado, don Nazario se enfocó de lleno en la reconstrucción del Parián en el año de 1982, una obra hecha bajo petición del entonces gobernador de la entidad, Rodolfo Landeros Gallegos, en conjunto con el alcalde de la ciudad capital, Pedro Rivas Cuéllar. El proyecto tomó tres años para concluirse, generó alrededor de 300 empleos y marcó época gracias a sus elementos modernos y novedosa estética.

“Las columnas de la plaza se sostienen del techo como un adelanto en la fisionomía de las obras. Un cálculo hecho por el ingeniero Enrique Domínguez mostró que el soporte era el mismo, pero la estética mejoraba. El edificio contaba también con escaleras eléctricas y algunos elementos que presentaban modernidad para el estado. Fue una gran construcción en la que profesionales como el arquitecto Agustín Dávalos, el mismo Enrique Domínguez y muchos otros participaron; es un orgullo haber formado parte de él, ya que significó un antes y un después para la economía aguascalentense”.

Don Nazario se dice agradecido por haber formado parte de la construcción del nuevo Parián que, considera, representó el inicio de una época positiva para la economía hidrocálida: “A partir de aquí se dieron proyectos como la remodelación del centro histórico, la llegada de Nissan y la planeación de un nuevo aeropuerto. Tuve el honor de trabajar en todos aquellos proyectos. El último que me tocó fue el Estadio Victoria; sin embargo, todo fue producto del trabajo de grandes personas que lucharon por ver “despegar” a Aguascalientes. Yo tan solo fui un par de manos más…”.

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