Icono del sitio Líder Empresarial

Nacho Dean: el embajador de la Tierra que cruzó y nadó el planeta entero

Si Julio Verne fuera contemporáneo de nuestra época quizá no habría escrito «La vuelta al mundo en ochenta días» relatando las aventuras del británico Phileas Fogg. Más bien, el escritor francés habría narrado la epopeya del español Nacho Dean, el hombre que recorrió cuatro continentes, 31 países y 33 kilómetros en solitario, sin más fuerza y sostén que la provista por sus pies, como una cruzada por la naturaleza y el planeta Tierra. 

Nacido el 20 de agosto en 1980 en Málaga, Nacho Dean creció en el seno de una familia que despertó en él una genuina e íntima relación con la naturaleza -es hijo de marino que por atravesó distintas latitudes del mundo-. Esa relación va fortaleciéndose cada vez más con el paso del tiempo. 

«Me doy cuenta que donde a mí más me gusta estar es al aire libre, en la montaña. Para mí, la naturaleza es libertad, salud, belleza, fantasía, honestidad, sabiduría, equilibrio, refugio…es mi verdad entre tanto ruido», dijo Dean. 

No obstante, en 2011 el joven español se ve envuelto en una pronunciada crisis existencial «por el profundo desacuerdo con el mundo que vivimos». Una realidad que alienta la destrucción del medio ambiente, con las guerras, la corrupción y la injusticia al orden del día lo sumen en una espiral de la que quiere salir «mirando cara a cara a la vida, sin intermediarios, para saber lo que quiero». 

En una ocasión, mientras caminaba por la montaña, a Nacho se le cruzó una idea que cambiaría su vida: «La vuelta al mundo caminando. ¿Por qué no? En vez de estar solo unos días o unas semanas de ruta  y volver a casa, ¿por qué no soñar a lo grande? Yo no quería solo un trozo del pastel, yo quería el pastel entorno, una aventura con mayúsculas. Como amante de la naturaleza y persona sensibilizada con la degradación del planeta, no podía permanecer impasible, de brazos cruzados, sin hacer nada. Dedicaría esta expedición para la defensa del medio ambiente», señala en su autobiografía.  

El objetivo es registrar los estragos del cambio climático en el planeta. Conforme va adentrándose en los distintos lugares del mundo, el joven español  registra los ecosistemas recorridos para después continuar con una labor de divulgación a través de libros, conferencias, entrevistas, tal como reconoció en un reportaje para el periódico 20 minutos. 

«La tierra no es una herencia de nuestros padres, es un préstamo de nuestros hijos y es una responsabilidad y está en nuestras manos cuidarla y pasar por ella infringiéndole el mínimo daño posible», mantiene como filosofía de vida. 

De esta manera, se embarcó entre 2013 y 2016 en su odisea particular: durante tres años recorrió sin asistencia e ininterrumpidamente 33 mil kilómetros, atravesando más de 30 países: España, Francia, Italia, Eslovenia, Croacia, Serbia, Bulgaria, Turquía, Georgia, Armenia, Irán, India, Nepal, Bangladesh, Tailandia, Malaysia, Singapur, Indonesia, Australia, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, México, Estados Unidos y Portugal. 

No obstante, durante esa travesía se fue fraguando otra iniciativa igual de importante para advertir al mundo del daño que sufría la Madre Tierra: el mal hacia nuestros océanos. 

«Atravesé a pie  montañas, junglas, desiertos y ciudades para tomarle el pulso a la salud del planeta. Fui testigo con mis propios ojos de la inmensa cantidad de basura y plásticos que inundan las playas y costas de todo el mundo. Comencé a sentir, ya por aquel entonces, la urgente necesidad de emprender una nueva expedición para llamar la atención sobre la alarmante situación en que se encuentran nuestros mares y océanos.

Por ello, motivado por un inquebrantable compromiso con la protección de la naturaleza y un insaciable espíritu de superación, Nacho Dean se aventura al reto de unir nadando los cinco continentes para “lanzar un mensaje de conservación de los oceános y documentar el estado de los ecosistemas marinos recorridos”. 

Es así como tras dos años  y más de 2 mil 500 kilómetros nadando, Nacho cumple su objetivo al nadar el Estrecho de Gibraltar (uniendo Europa con África), la travesía Meis-Kas (Europa con Asia), el estrecho de Bering (América y Asia), el mar de Bismarck (Asia y Oceanía) y el Golfo de Aqaba (África y Asia).

«No pongo mi vida en juego absurdamente, vivo apasionadamente y la muerte es un riesgo inherente a la vida. Llevo mi vida al límite para mostrar la belleza del mundo en que vivimos, para explorar los umbrales del ser humano, para predicar unos valores con ejemplo, para motivar, inspirar y demostrar que la vida es hermosa y merece la pena cuidarla».

Salir de la versión móvil