La doctora Mónica Porres Hernández, rectora institucional de la UVM, es una líder en educación con amplia trayectoria en formación docente, innovación académica y gestión institucional. Ha impulsado modelos inclusivos, fortalecimiento académico y procesos de acreditación, siempre con un enfoque en la calidad y el bienestar estudiantil.
Para ella, el liderazgo no se trata solo de dirigir, sino de inspirar, formar y generar un impacto positivo en quienes la rodean. Su concepto de liderazgo nutritivo parte de la confianza en su equipo, la delegación efectiva y la creación de un entorno donde cada persona pueda desarrollar su máximo potencial.
«Yo no tengo la última palabra en todo, el liderazgo es un ejercicio de aprendizaje continuo. Delegar no es simplemente repartir tareas, es confiar en el talento de quienes nos rodean y permitirles crecer», menciona.
En su trayectoria, ha dirigido equipos de distintos tamaños, desde grupos reducidos hasta comunidades académicas con cientos de personas. Su prioridad es identificar las fortalezas de cada colaborador y generar espacios donde puedan aportar su máximo potencial.
«Cada persona tiene algo valioso que ofrecer. Un líder debe ser capaz de verlo y potenciarlo«, afirma.
La compasión como pilar de su liderazgo
Más allá de los resultados y los indicadores de éxito, Mónica Porres pone especial énfasis en el lado humano del liderazgo. Para ella, cada persona tiene una historia y una carga emocional que influye en su desempeño. Antes de emitir un juicio, su primer paso es comprender el contexto.
«La educación no sólo trata de transmitir conocimientos, sino de formar seres humanos. No podemos olvidar que detrás de cada estudiante, docente o colaborador hay una historia, un reto personal que puede estar afectando su desempeño», explica.
Su enfoque en la compasión se traduce en una cultura institucional donde el bienestar emocional es tan importante como el desempeño académico o laboral.
«Antes de asumir que alguien no está cumpliendo, prefiero preguntar: ‘¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte en algo?’ A veces, una conversación empática puede marcar una gran diferencia», destaca.
Integridad y autenticidad en cada decisión
Desde su rol como rectora, ha impulsado una cultura de honestidad y transparencia, convencida de que la integridad es un principio inquebrantable, tanto en el ámbito académico como en la vida personal.
«La integridad es el pilar de cualquier comunidad sólida. Si no somos honestos con nosotros mismos y con los demás, todo lo que construimos pierde valor», menciona.
Por ello, ha promovido prácticas que refuercen el compromiso ético en su institución, desde la lucha contra el plagio hasta el fortalecimiento de una comunicación abierta y directa entre estudiantes, docentes y administrativos. Para ella, liderar con autenticidad también implica ser clara en los momentos difíciles.
«Si tengo que tomar una decisión compleja, lo hago con respeto, sin rodeos, pero siempre considerando el bienestar de la persona y de la comunidad», asegura.
El impacto de la cercanía y la inclusión
Para la doctora Porres, el liderazgo no se mide por el cargo que se ocupa, sino por la capacidad de conectar con las personas. No cree en las barreras jerárquicas, sino en el poder de la cercanía.
«Me llena de orgullo saber que las personas me reciben con un abrazo sincero, ya sea un estudiante, un profesor o alguien del equipo de limpieza. Antes que cualquier título, todos somos personas», comparte.
Su enfoque inclusivo se refleja en su día a día. Camina por los pasillos de la universidad, escucha a los estudiantes y mantiene contacto directo con los distintos equipos de trabajo.
«No puedes liderar desde un escritorio. Hay que estar presente, entender las realidades de quienes forman parte de nuestra comunidad y demostrar con hechos que cada persona es valiosa», enfatiza.
Formando una nueva generación de líderes humanos
Convencida de que el éxito no solo se basa en el conocimiento, sino en la capacidad de comprender y respetar a los demás, ha desarrollado iniciativas para fomentar habilidades socioemocionales en los estudiantes.
«El mundo necesita líderes con visión, sí, pero también con humanidad. No basta con ser competente en un área; hay que saber trabajar en equipo, comunicarse con respeto y manejar la incertidumbre con resiliencia», explica.
Por ello, uno de sus próximos proyectos es una conferencia enfocada en habilidades socioemocionales, donde abordará temas como la compasión, la tolerancia y el amor propio.
«Si puedo dejarles algo a mis estudiantes, quiero que sea una reflexión sobre la importancia de ser empáticos y de construir un entorno donde todos puedan crecer», afirma.
La doctora Mónica Porres Hernández representa un modelo de liderazgo que trasciende lo convencional. Su visión no sólo se enfoca en la gestión institucional, sino en la construcción de una comunidad basada en el respeto, la empatía y el crecimiento conjunto.