En 2023, México alcanzó su mejor puntaje histórico en el Índice de Progreso Social (IPS), con 65.8 puntos de 100 posibles, un avance acumulado de 4.9 puntos desde 2015. Este índice, publicado por México ¿Cómo vamos?, que mide el desempeño social en el país. Considera 49 indicadores en tres dimensiones: Necesidades Humanas Básicas, Fundamentos del Bienestar y Oportunidades. Sin embargo, a pesar de este progreso, persisten grandes desigualdades entre las entidades federativas.
Los estados con mayor desempeño, como Ciudad de México, Aguascalientes y Nuevo León, se destacan por sus altos puntajes en progreso social, mientras que Guerrero, Oaxaca y Chiapas continúan siendo los más rezagados. Este panorama refleja la desigualdad estructural en el acceso a servicios básicos, como salud y educación, que aún afecta a amplias regiones del sur y sureste del país.

La relación entre el IPS y el Nearshoring
El fenómeno del nearshoring, o reubicación de cadenas productivas hacia países más cercanos a los consumidores finales, se ha posicionado como una de las principales tendencias económicas a nivel global. Este fenómeno ha sido impulsado por las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos y la integración de las cadenas de suministro en América del Norte, lo que ha colocado a México en una posición estratégica para aprovechar estas dinámicas.
Sin embargo, para que México logre capitalizar el nearshoring, es fundamental que las entidades federativas con mayor potencial en términos de infraestructura y capital humano calificado lideren el proceso. El Índice de Progreso Social (IPS) desempeña un papel crucial en este análisis, ya que los estados con un alto puntaje en progreso social tienen mejores condiciones para atraer inversión extranjera directa (IED) y participar activamente en el comercio internacional.
Desigualdades Regionales en el Aprovechamiento del Nearshoring
Aunque el nearshoring ofrece una oportunidad significativa para el crecimiento económico, su impacto positivo no será uniforme en todo el país. Los estados con un bajo puntaje en el IPS, como Guerrero y Tabasco, enfrentan importantes retos para atraer inversiones que puedan traducirse en empleos de calidad y en un crecimiento social sostenible.
En contraste, estados como Nuevo León y Querétaro, que cuentan con un entorno favorable para la inversión, están mejor posicionados para aprovechar la relocalización de industrias, especialmente en sectores clave como la manufactura y la automotriz. La infraestructura moderna, el acceso a servicios básicos y el capital humano capacitado son factores esenciales para que estos estados puedan integrarse a las nuevas cadenas de valor globales.

El desempeño del Nearshoring en las entidades con mayor IPS
La Ciudad de México y Nuevo León son ejemplos de entidades que combinan altos puntajes en el IPS con un dinamismo económico propiciado por el nearshoring. De hecho, la Ciudad de México concentra más del 45% de la inversión extranjera directa (IED) del país, mientras que Nuevo León ha logrado expansiones significativas en la industria manufacturera.
Baja California Sur, Aguascalientes y Querétaro también destacan por su apertura al comercio exterior y su capacidad para albergar nuevas inversiones. Estos estados tienen un entorno económico favorable, con infraestructura logística adecuada y mano de obra calificada, elementos clave para explotar el potencial del nearshoring.

Los retos del Sur-Sureste Mexicano
En contraste, el sur y sureste de México siguen siendo las regiones más rezagadas en términos de progreso social. Estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas enfrentan no solo grandes brechas sociales, sino también limitaciones estructurales que dificultan su integración a las cadenas de suministro globales. La falta de infraestructura básica, como carreteras y puertos eficientes, así como la escasez de capacitación laboral en estas regiones, son barreras para atraer inversión extranjera.
Políticas públicas para impulsar el Progreso Social
Para aprovechar plenamente las oportunidades del nearshoring, México debe implementar políticas públicas que garanticen el progreso social y reduzcan las desigualdades regionales. Esto incluye mejorar la infraestructura en las regiones con bajo desempeño social, fortalecer el acceso a la educación y la salud en los estados más rezagados, y promover capacitaciones laborales que permitan a los trabajadores acceder a los empleos de calidad generados por las nuevas inversiones.
La combinación de inversión pública y privada es clave para crear un círculo virtuoso en el que el crecimiento económico derivado del nearshoring se traduzca en progreso social incluyente. En particular, el desarrollo de políticas diferenciadas por entidad es esencial para impulsar la competitividad de las regiones menos favorecidas, asegurando que todos los estados puedan beneficiarse de las oportunidades que ofrece la relocalización de cadenas productivas.