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México: las otras historias

En los últimos meses, la prensa internacional ha divulgado distintos reportes sobre la violencia perpetrada por cuerpos militares y policíacos de variada índole que han merecido una reprobación severa. Por ejemplo, el informe del senado norteamericano en relación a la tortura ejercida por la CIA para obtener información; el recuento de casi medio centenar de civiles palestinos acribillados por militares israelíes en lo que va del 2014 o las investigaciones de medios como The Wall Street Journal o The Economist acerca de los tiroteos realizados por policías estatales y municipales norteamericanas, que dejaron un número relevante de muertos, el cual ni siquiera se conoce con precisión.

Lo sugerente es que ninguno de esos hechos ha generado el impacto mediático alcanzado por el caso de los estudiantes de la normal rural de Iguala, del cual deberá hacerse un examen muy riguroso sobre cómo fue contaminándose en la percepción pública y cómo, a su vez, convive con otros acontecimientos que parecieran provenir de un mundo totalmente distinto.

De hecho, el asunto de los normalistas condujo a dos fenómenos. Uno, fue la simplificación, la cual consisitió en que a partir de la desaparición, de pronto se rompieron todas las líneas de análisis y la explicación de lo sucedido se condensó única y exclusivamente en el gobierno federal. Es decir, se borraron del imaginario colectivo el alcalde, los policías municipales o los delincuentes que fueron presuntamente los autores materiales e intelectuales; desapareció el hecho de que ya hay al menos 74 detenidos; se suprimió la evidencia robusta de la fiscalía federal sobre los restos localizados; y también fue olvidada toda exigencia de mejorar la seguridad en ese y otros municipios. Todo derivó en una especie de furia patológica, la cual desde luego cancela toda posibilidad de analizar con sofisticación lo que pasó y por qué.

El otro fenómeno registrado fue la generalización. México es un sistema federal con 32 estados, 2,445 municipios y más de 120 millones de habitantes. Sin embargo, lo ocurrido en un municipio concreto se extendió sin más ni más. Iguala se volvió el país en su conjunto y de esta ficción se pasó a una percepción, sobre todo de los medios internacionales, de que toda la nación estaba en llamas.

Pero resulta que después de la tragedia de Iguala, sucedieron más cosas que constituyeron otras historias. Veamos:

Primero, de enero a noviembre de 2014, México había exportado 260,000 millones de dólares (mdd), o sea, 1,083 mdd diarios. Esas exportaciones se produjeron en plantas, en ciudades, en estados que trabajan y funcionan con normalidad y dinamismo. Allí están Aguascalientes, Baja California, Guanajuato, San Luis Potosí, Nuevo León, Querétaro o Chihuahua, por citar solo algunos. En otras palabras, no todo es Iguala.

Segundo, el crecimiento anual del segundo trimestre de 2014 fue de 4.22 por ciento, el más alto en OCDE. Y aunque bajo, la república mexicana crecerá este año más que Chile, Brasil o Argentina. Por su parte, las ventas domésticas del sector automotriz observaron un incremento anual de 18 por ciento y una de las grandes compañías, General Motors, anunció el 11 de diciembre pasado que invertirá 3,600 mdd entre 2015 y 2018.

Tercero, entre enero y octubre, el flujo de turistas internacionales alcanzó 21.2 millones de personas, cifra superior en 3.3 millones al mismo periodo de 2013, es decir, 18.6 por ciento más. Asimismo, la ocupación hotelera en destinos de playa alcanzó en octubre 63 por ciento y, en los casos de Cancún y la Riviera Maya, se estima que al cerrar el año registrarán una ocupación de entre 75 y 84 por ciento. Si México fuera el volcán que se dijo en el exterior, lógicamente no vendrían turistas.

Cuarto, en octubre de 2014 se crearon 172,000 nuevos empleos formales, el mayor crecimiento mensual desde que se tiene registro, pues fueron 29,000 más que en el mismo mes del año anterior y 58,000 más que en el promedio de ese mes para los últimos 10 años. El país llevaba creados, hacia el 30 de noviembre, 950,000 empleos nuevos formales.

Y quinto, 39 de las empresas más grandes de la república (las cuales suponen el 30 por ciento del PIB) anunciaron en julio inversiones por 27,450 mdd en la nación solo para este año. Grupo Carso anunció inversiones de sus distintas unidades de negocio por 3,923 mdd para 2015 solo en México; ATT, el gigante de las telecomunicaciones, compró en 2,500 mdd a IUSACELL porque quiere competir en el mercado nacional, aprovechando la apertura en el sector de telecomunicaciones, y también porque avizora un mercado de usuarios en expansión (Emarketer estima que en 2018 más de la mitad de los mexicanos serán usuarios de smartphones); y la matriz española del banco Santander destinará 10,000 mdd al financiamiento de proyectos en infraestructura y energía.

Cuando se analiza y, sobre todo, cuando se comprende con cierta sofisticación la forma en cómo se toman las decisiones de negocios en cualquier parte del mundo, y se contrastan estos datos duros con la percepción del caso Iguala, es inevitable concluir que se está hablando, en un mismo país y en un mismo momento, de historias diametralmente diferentes.

Nadie desestima la relevancia de lo acontecido a los estudiantes ni mucho menos. Pero la lógica social, política, institucional y económica con la cual se lee la realidad de una nación tan compleja como México muestra, en efecto, (como diversos estudios, índices y datos lo comprueban) que existen muchos Méxicos, realidad que probablemente permanecerá por muchos años.

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